Jueves, 10 de mayo de 2007 | Hoy
CINE › “LAS VACACIONES DE MR. BEAN”, CON ROWAN ATKINSON
Por Horacio Bernades
Dirección: Steve Bendelack.
Guión: Simon McBurney y Hamish McColl, sobre el personaje creado por Rowan Atkinson y Robin Driscoll.
“Dicen que ésta es la última aparición de Mr. Bean, pero si Rowan Atkinson no tiene el coraje de matar al personaje, yo mismo lo agarraré de la corbata y lo ahorcaré con gusto.” Más allá de la voluntad del crítico de The Guardian, es verdad que, en su segunda aparición cinematográfica, el personaje que alguna vez pareció inmortal da la sensación de tener la fecha de vencimiento inscripta en el saco de tweed marrón, la corbatita roja y el pantalón de franela gris que lo acompañan desde su nacimiento como personaje. Se diría que esa fecha de vencimiento es previa, incluso, a su debut en cine, diez años atrás, en una cinta seguramente olvidada y de título escandalosamente autorreferencial: Mr. Bean, la película del desastre. Las vacaciones de Mr. Bean no será la película del desastre para el personaje creado por Rowan Atkinson, pero seguro que tampoco es la de la gloria.
Conocido tanto por emisiones televisivas como por las proyecciones en vuelos internacionales o la edición en video de sus obras completas, Bean refundó por sí solo el humor mudo a partir del 1º de enero de 1990, cuando se lo vio por primera vez en la televisión británica. Nunca necesitó de palabras para consagrarse como el gran personaje cómico de los tiempos post-Jerry Lewis y pre-Borat. Niño grande, su radical incomprensión del mundo adulto lo llevaba a comportarse como idiota y, a la vez, como subversivo. Cada vez que procuraba estacionar su Mini Cooper, chocaba un auto. Cuando asistía a una misa, estornudaba. Si iba a ver una de terror, se asustaba tanto que les ponía los pelos de punta a los vecinos de butaca. Título que resulta una tal vez no tan oportuna muestra de admiración por Jacques Tati y su Les Vacances de Mr. Hulot, Las vacaciones de Mr. Bean lo lleva no casualmente a Francia, mostrándolo demasiado idiota y muy poco subversivo.
Como si se tratara de un collar llamado a unir cuentas llamadas gags, el hilo argumental de Las vacaciones... –que en la Argentina se estrena doblada al castellano– lleva a Bean a ganar un pasaje en una rifa, viajando de Londres a París y de allí a Cannes. Perdiendo tickets, videocámara, equipaje y pasaporte en el curso del viaje, Bean lo hará en compañía de un chico ruso que busca a su padre (separado del hijo por culpa de adivinen quién) y más tarde se les sumará una linda actriz francesa (Emma de Caunes) que se dirige al Festival de Cannes, para asistir a la première mundial de una película. Road movie con un protagonista que farfulla como de costumbre y gesticula como nunca antes, sobre el final Las vacaciones... justifica el precio de la entrada con un extraordinario par de largos gags, ambos de matriz keatoniana. En el primero de ellos, Bean “corrige” una película insoportablemente artistosa (dirigida por Willem Dafoe) cambiando rollos, a la manera de Sherlock Jr. Enseguida cruza la Croisette por el aire, llegando al mar en una escena de ensueño, con ayuda del tránsito. Pero la mayoría de los gags lucen estirados y hasta mal rematados, haciendo de éstas unas vacaciones no muy felices.
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