Lunes, 24 de septiembre de 2007 | Hoy
CINE › LA AGENDA INTERNACIONAL SE COLO EN SAN SEBASTIAN
Battle for Haditha (Nick Broomfield), Buda explotó por vergüenza (Hana Makhmalbaf) e In the Valley of Elah (Paul Haggis) abordan desde distintas perspectivas la cuestión de Medio Oriente.
Por Horacio Bernades
desde San Sebastian
Si bien no llegó hasta aquí ningún director o película de ese origen, viendo varias de las películas proyectadas durante los primeros días de la 55ª edición del festival de cine podría decirse que Irak desembarcó en San Sebastián. No sólo Irak, en verdad, sino un tablero mucho más complejo e internacional, algunas de cuyas fichas son la cuestión árabe, el intervencionismo imperial, la política del ojo por ojo y el fundamentalismo armado. Todo ello se desplegó desde distintas ópticas y orígenes y en diversas secciones del festival, en películas como Battle for Haditha, Buda explotó por vergüenza e In the Valley of Elah. Las dos primeras son parte de la competencia oficial, mientras que la última, proveniente del festival de Toronto, se presentó en la sección llamada Perlas de Otros Festivales, que forma parte de Zabaltegui.
Battle for Haditha es el nuevo film de Nick Broomfield, documentalista británico afecto a las cuestiones escabrosas, como lo demuestran Nick and Courtney (sobre la muerte de Cobain y la posible culpabilidad de Mrs. Love) y Eileen Wornos: Life and Death of a Serial Killer (sobre la misma prostituta y asesina serial que Charlize Theron encarnó en Monster). El año pasado la competencia de San Sebastián había acogido Ghosts, film de ficción basado en hechos reales, y ahora hace lo propio con esta reconstrucción de la que tal vez sea la más espantosa masacre cometida por fuerzas militares estadounidenses en Irak. Veinticuatro vecinos de la aldea de Haditha –incluyendo ancianos, mujeres y niños– fueron asesinados a sangre fría por soldados yanquis, en venganza por la muerte de uno de ellos, ocasionada por una bomba iraquí. Que el juicio se haya cerrado con la exculpación del último implicado reaviva la actualidad del asunto, y vividez no es lo que le falta a Battle for Haditha, cuyas escenas de acción parecerían arrancadas a un noticiero. Pero al identificarse sobre todo con el dolor de la población civil, Broomfield parecería adscribir a una versión arábiga de la teoría de los dos demonios.
Hija de Mohsen Makhmalbaf (número 2 en la jerarquía del cine iraní, después de Abbas Kiarostami) y hermana de Samira (realizadora de la recordada La manzana), Hana Makhmalbaf había generado hace unos años, en Venecia, un pequeño escandalete. ¿La razón? La edad de la muchacha, 14 años, le impidió asistir a la proyección de... su propia película, filmada poco antes. Ahora, con 19 recién cumplidos, la más pequeña y precoz de la dinastía Makhmalbaf (a los 8 filmó un corto que se exhibió en el Festival de Locarno) desembarca en estas orillas cantábricas, acompañada de su mamá y hermano. No se trata de turismo familiar. Su madre, Marzieh Meshkini, es la guionista de la película, y su hermano Maysam, el productor. Filmada en Afganistán, Buda explotó por vergüenza transcurre en las mismas montañas donde, en el 2001, los talibán hicieron volar por los aires unas antiquísimas estatuas de Buda. Allí, en los hoyos que dejaron las bombas, vive gente, y esa gente protagoniza la película.
Al descubrir que el vecinito de al lado está alfabetizado, una nena de edad preescolar decide ir a la escuela. Claro que para ello hay que comprar lápiz, goma y cuaderno, para comprarlos hace falta plata y la plata la tiene la mamá, que se fue a hacer un trámite. Ese es sólo el comienzo de una odisea mínima, típica del cine iraní, con la protagonista dispuesta a sortear todos los obstáculos con tal de alcanzar la meta propuesta. Los obstáculos incluyen el sexismo (las niñas no pueden estudiar en la misma escuela que los varones), los enfrentamientos tribales (la nena es chiíta, y en el mercado sunnita la rechazan) y, sobre todo, el fundamentalismo, que se expresa en discriminación, prejuicio y belicismo. Todo ello, representado por unos chicos que, jugando a los talibanes, “secuestran” nenas y les cubren los rostros, mientras “ejecutan” a presuntos soldados yanquis (el amiguito de la protagonista). ¿Una alegoría demasiado transparente? Es posible. De lo que no hay duda es de que lo que podría llamarse “método fílmico iraní”, con sus asombrosos actores espontáneos y líneas dramáticas mínimas y súper eficaces, sigue funcionando, por mucho que se repita.
El Elah es el valle donde David derrotó a Goliat y esa batalla es la metáfora central que el escritor y director Paul Haggis eligió para In the Valley of Elah, que viene de presentarse en Toronto y es una de las primeras en alistarse para los próximos Oscar. No sólo la seriedad del tema (el regreso a casa de los soldados destinados en Irak), los antecedentes del director (guionista de Mystic River y Million Dollar Baby, Haggis es el realizador de Crash/Vidas cruzadas, gran ganadora de la entrega 2005) y el magnífico elenco (Tommy Lee Jones, Charlize Theron, Susan Sarandon) sino los propios méritos del film así lo hacen pensar. Sin embargo, el público de su país le dio la espalda en boleterías la semana pasada, cuando se estrenó. A media agua entre el thriller, el drama familiar y el alegato político, con un tono implosivo antes que explosivo, In the Valley of Elah narra la búsqueda que un padre hace de su hijo ex marine, desaparecido tras regresar de Irak. La legitimidad de la guerra, la moral que la anima, la violencia justificada, el patriotismo y el respeto de los Estados Unidos por la vida propia y ajena son algunos de los mitos que el film de Haggis derriba, eligiendo la sordina en lugar de la altisonancia. De esa renuncia a toda espectacularidad deviene el regusto que deja, hondo y amargo, y que el público de su país parece haberse negado a experimentar. No sea cosa que se les atragante la hamburguesa.
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