Miércoles, 9 de enero de 2008 | Hoy
CINE › “HECHOS, NO PALABRAS”
El documental de Carolina Silvestre retrata la política, las cárceles y los derechos humanos en la isla.
El título y el contenido son sólo en apariencia contradictorios: Hechos, no palabras, el documental de Carolina Silvestre sobre los derechos humanos en Cuba –que se estrena mañana–, está construido en base a entrevistas con personas de todos los estamentos de la sociedad cubana. Sin embargo, la abundancia testimonial no resulta una cháchara vacía sino un señalamiento sobre la situación en la isla. Lo dicho por los numerosos entrevistados que aparecen durante los 93 minutos de cinta es una acción de visibilización. En palabras de su directora, la película intenta “desmentir lo que todo el tiempo Estados Unidos dice de Cuba. Que sea diferente no quiere decir que sea una dictadura, hay mucha desinformación”, señala Silvestre en diálogo con Página/12.
“Intenté dejar en claro cuál es el concepto de derechos humanos que manejan ellos, que es la indivisibilidad de los mismos”, sigue. Ella, además, coincide con esta concepción. En este, su segundo documental sobre la situación cubana (el primero fue Bloqueo: la guerra contra Cuba), la directora buscó mostrar la situación real de los derechos humanos en Cuba. En rigor, pocas cosas que no sepa ya quien haya viajado a la isla y dialogado con un buen número de sus habitantes, pero agrega algunos aspectos interesantes que normalmente no se ven, como la informática en la isla o una interesante investigación sobre las condiciones de vida de los reclusos en el régimen.
“Podría hacer cuatro documentales con el tema de las cárceles cubanas”, afirma Silvestre, que para producir Hechos... filmó casi ochenta horas. En ese pasaje de la película muestra cómo vive la población carcelaria femenina (sobre todo las que son madres), la masculina y los jóvenes en conflicto con la ley. Las diferencias saltan a la vista cuando se recuerdan programas dedicados a la situación en las cárceles argentinas, o las imágenes de Guantánamo distribuidas hace algunos meses. Hay otros dos pasajes centrales en el film. Uno enfoca la situación de los presos políticos en la isla. El otro aborda el sistema electoral cubano en un esfuerzo por derrumbar el mito de que en la isla no hay comicios, y discutir la afirmación de que el sistema de partido único es un obstáculo para la democracia.
La postura del documental es claramente proisleña. Su directora lo destaca. “Yo no puedo ser objetiva con esto, tengo asumido un compromiso”, asegura, y dice que no ve ningún conflicto con ello. El documental nació para ser presentado en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, pero con su transformación en el Comité de Derechos Humanos, y el fin de la misión del mismo en Cuba, su ejecución parecía perder sentido. Pero la continuidad del proyecto se afirmó en las convicciones de la directora y la postura tomada con respecto al tema. “En Cuba, los derechos básicos se respetan absolutamente, mucho más que en cualquier otra parte del mundo”, señala Silvestre, que se define como “militante fanática, en el buen sentido de la palabra”, por el levantamiento del bloqueo que Estados Unidos impone a Cuba desde hace décadas. Silvestre invoca, como varios entrevistados en la película, el derecho de autodeterminación de los pueblos para sustentar su apoyo a Cuba. “Que el resto del mundo sea como quiera ser, pero eso no implica que yo trate de luchar por algo que me parece extremadamente injusto”, desafía y asegura: “Cuba es un ejemplo de que se puede ser distinto y ser digno”.
Informe: Andrés Valenzuela.
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