“Todo es falso en Hollywood.” La frase suena más potente si quien la pronuncia es un tipo disfrazado de Superman que camina por el paseo en el que las figuras del cine son inmortalizadas en baldosas-estrellas. La escena es clave en The Reinactors, un documental que indaga en las vidas de mujeres y hombres que, a cambio de una propina, posan vestidos de algún personaje para la foto del turista frente al Teatro Chino de Hollywood. En esa fauna hay de todo, desde varios Hombre Araña que compiten entre sí hasta un Bob Esponja que asusta de tan feo que es su traje. La película se vio en el Bafici y la presentó su director, David Markey, que antes había documentado las escenas punk under de Estados Unidos durante los ’80 y los ’90 (Nirvana, Sonic Youth, Black Flag, X).

“The Reinactors fue algo con lo que me topé”, le confiesa el cineasta a Página/12. “Lo que me llamó la atención fue un reporte en el noticiero, cosa rara porque desde 2004 no miro televisión: decía que Freddy Krueger (Pesadilla en lo profundo de la noche) había apuñalado a alguien en el Hollywood Boulevard. Eso me llamó la atención y recordé haber visto a gente disfrazada cuando pasaba por ahí. Así que sentí curiosidad acerca de por qué esta gente hacía eso y fui un día con la cámara a filmar.”

En la película se muestra a un Superman racista y homofóbico, a un Batman que tiene compulsión porque lo fotografíen en el Hollywood Boulevard y a un Jack Sparrow (Piratas del Caribe) perdido en el mundo, entre otros delirantes personajes. Pero la estrella, afirma Markey, es Gerard Christian Zacher, el Freddy que atrajo primero su atención: durante el film también se lo ve interpretar a James Dean y a Luke Skywalker (La guerra de las galaxias). “Tiene un personaje para cada faceta de su personalidad esquizofrénica –se sorprende el cineasta–. Cuando empezó a hacer de James Dean estaba bastante enfermo, cuando hizo de Luke Skywalker quería encontrar a su padre: encontraba un modo de relacionar su propia historia con los personajes que representaba. Eso me pareció fascinante. ¡Otra que el Método de actuación!” Vestido de James Dean, Zacher sale del closet de una manera inesperada, que quiere hacer pasar como un error; Markey no hizo caso al pedido de que cortara esa parte. “Para mí lo hizo a propósito –explica el director–. No conozco a ningún varón heterosexual que haga el prólogo de una historia diciendo ‘podés pensar que hablo sobre un varón o una mujer’. Suena como un adolescente que está intentando asumir su sexualidad, sólo que es mucho más grande.”

El otro personaje estelar de The Reinactors es Christopher Dennis, que se ve a sí mismo tan parecido al malogrado Christopher Reeves que construyó toda su vida alrededor de la figura de Superman. “El fue muy importante desde el comienzo para contar la historia de lo que sucede ahí, porque dice que fue uno de los primeros –dice Markey, que enseguida levanta temperatura–. En la película se descubre que es un completo hipócrita, porque se queja de la mala actitud de todo el mundo, pero es egocéntrico, racista, sexista y homofóbico. O sea que tiene un comportamiento que no le resultará nada raro a cualquiera que haya ido a la escuela en Estados Unidos. Por eso, para mí Superman representa el lado oscuro del país... ¡Christopher Dennis, no Superman!”

–Bueno, el personaje tiene lo suyo, tal vez no sea casualidad que Dennis lo haya elegido.

–Claro. Pero por más pelotudo que haya sido, quise incluirlo en la película porque es importante para la historia, para contar sobre ese medio ambiente y esa gente. Además, es muy divertido ver a Superman fumando porro (risas). El realmente cree que va a conseguir papeles en películas.

Vista como un mero entretenimiento, The Reinactors funciona porque esos tipos disfrazados son hilarantes por sí solos, ya que la mayoría se cree tanto el personaje que se le mezclan los cables. Pero si se hurga un poco, la comedia también tiene mucho de drama y varios niveles de interpretación. La historia de Zacher, por ejemplo, le recordó a Markey “el cliché de los actores de Hollywood que nunca salen del closet pese a los rumores”. “La película tiene ironías montadas sobre otras ironías. Enseguida me di cuenta de que todos esos personajes no tenían idea –ni siquiera Gerard, que probablemente era el más piola– sobre todo eso que yo vi enseguida. Eso me motivó a meterme más profundamente y a hacer la película.”

The Reinactors habla sobre la industria del entretenimiento en Estados Unidos, porque a su modo esos tipos son parte del negocio. “Es gracioso, ahora se los reconoce como atracción turística –continúa Markey–. Se están haciendo otras películas sobre ellos, salen por televisión y las noticias sobre sus arrestos a veces salen en todo el país. Cuando encarcelaron a Chewbacca lo vieron amigos míos ¡de Inglaterra y de Francia! Y toda esa atención no ha hecho sino atraer a más gente disfrazada al Hollywood Boulevard.” Para Markey, la utilización de los reinactors en los noticieros esconde otros propósitos: “Que programen eso mientras la economía de Estados Unidos se va a la mierda y llevamos seis años en guerra demuestra que a los medios no les interesa dar información, sino distraernos de los problemas reales. Usan a esta gente como usaron a Britney Spears: lo único que importa es que alguien está enfermo, enloqueció o lo arrestaron. Alimentan la necesidad de sensacionalismo mientras no hay información de lo que realmente está pasando, y debido a eso la gente está cada vez más tonta: es atemorizador. Este es el resultado después de ocho años de George W. Bush”.

–¿Qué cree que dice su película sobre la sociedad norteamericana?

–Para mí, los reinactors son el resultado de tanta cultura pop y tanta absorción del mundo de las celebridades. Ellos son el próximo nivel, el siguiente estado de la involución: nuestra sociedad está destruyéndose. Es gente que se pierde a sí misma, a su identidad... Como Gerard. ¿Quién es, a esta altura? ¿Hoy será James Dean, Luke Skywalker, Shrek o quién?