Martes, 15 de julio de 2008 | Hoy
PLASTICA › LA MUERTE DE ALBERTO MUSSO Y ABDULIO GIUDICI EN MENDOZA
El recuerdo de la obra, trayectoria e influencia de dos pintores y maestros de la escena mendocina, fallecidos hace pocas semanas, reabre el debate sobre la ausencia de políticas para la preservación del patrimonio artístico.
Por Laura Valdivieso *
Desde Mendoza
El mes de junio se vistió de luto para las artes visuales mendocinas. El 15 murió Alberto Musso y el 26, Abdulio Giudici. Ambos, muy diferentes en su concepción del arte y en su producción, representaron puntos de inflexión en el campo específico de la formación de los artistas mendocinos, porque los dos fueron profesores de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo durante largos períodos y los dos propusieron proyectos estéticos opuestos y con actitudes casi fundamentalistas: Giudici, la abstracción geométrica, y Musso, la pintura figurativa de corte expresionista.
Giudici (nieto de Reinaldo Giudici) nació en Buenos Aires en 1914 y estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. En 1947 llegó a Mendoza y entre 1949 y 1980 fue profesor de las cátedras Historia del Arte Antiguo e Historia del Arte Latinoamericano y Argentino en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. Adhirió sin reparos a las propuestas de la Bauhaus. Desarrolló en sus clases la teoría de la Visualidad Pura e introdujo a los estudiantes en el análisis puramente formalista de las obras de arte, considerado fundador en ambas tareas. En 1957 tradujo el libro Walter Gropius e la Bauhaus , de Giulio Carlo Argan, y en 1958 expone obras abstractas en la Biblioteca San Martín de Mendoza junto a María Fraxedas, exposición que se registra como la primera de estas características.
Su pensamiento y su producción artística estuvieron ligados siempre al arte geométrico, más cercano al óptico, lo que lo constituyó en un referente ineludible a la hora de reconstruir el pasado del arte abstracto local. Estuvo integrado al movimiento argentino, en 1971 participó de la muestra Pintura y Geometría, que se realizó en el Centro Cultural General San Martín en Buenos Aires y en la que expusieron Lozza, Polesello, Robirosa y Espinosa, entre otros. Entre las décadas del sesenta y setenta, un grupo de artistas mendocinos, influidos por él, adhirió a este proyecto y produjo un movimiento local de arte geométrico pero que no logró consolidarse como una corriente fluida. En 1991, en homenaje a su labor en el afianzamiento de la modernidad en Mendoza, para la inauguración del Museo Municipal de Arte Moderno, se realizó una exposición llamada De la Abstracción al Cinetismo 1949-1991, en la que pudo verse un panorama de sus obras junto a las de Inés Rotella, una de sus discípulas. Desde los noventa, la neogeometría de artistas jóvenes como Miguel Gandolfo y Roxana Jorajuría recupera esta tradición.
Musso nació en 1939 en San Luis y llegó muy joven a Mendoza para estudiar en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. En 1964 ingresó como profesor titular de Pintura en el Instituto Superior del Profesorado en Disciplinas Estéticas de Oberá, Misiones, lugar en el que permaneció hasta 1981 y donde realizó una parte fundamental de su obra pictórica. Entre 1982 y 2006 fue profesor de la cátedra de Pintura de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo. A su llegada a Mendoza realizó una exposición en el Museo Municipal de Arte Moderno que provocó un gran impacto. Consistía en un conjunto de obras de gran formato, de corte expresionista, que abordaba las costumbres rurales de Misiones. El mismo las definió como obras que aunaban el realismo directo con una reinterpretación de la pintura virreynal cuzqueña y brasileña (las que había conocido en sus viajes).
Pero lo más importante aquí es que su llegada a la cátedra de Pintura de la Facultad de Artes, en el marco del proceso de normalización democrática de la Universidad Nacional de Cuyo, provocó un cambio radical en el tipo de producción que planteaba la academia y, por otro lado, produjo un desplazamiento del interés por el arte abstracto. El taller, que venía de las clases de Ducmelic, rápidamente se llenó de grandes telas con imágenes figurativas, telúricas y de paleta oscura. Aún así, y probablemente por pura coincidencia, esta especie de vuelta a la pintura sincronizó con el movimiento de la Trasvanguardia que se había posicionado muy bien en Buenos Aires en los años ochenta. Por eso, la llegada de Musso a Mendoza es sin dudas un punto de inflexión en la constitución de una generación de pintores locales, cuya obra ha tenido un desarrollo muy significativo en el contexto mendocino y argentino. Las figuras más sobresalientes de ese grupo son Egar Murillo y Daniel Bernal, a quienes Jorge Glusberg integró bajo el nombre de Figuración Crítica en la exposición Las voces emergentes (Harrods 1992) junto a Guillermo Kuitca entre otros artistas.
Pero el nudo de este artículo, además de recordar a dos figuras de las artes visuales de Mendoza, es reabrir algunos debates que están latentes y que se ponen sobre el tapete cada vez que algún artista muere. Mendoza no cuenta con un museo en el que pueda verse un panorama completo y organizado de la Historia del Arte local. Lo que es peor aún, no hay publicaciones ni archivos de consulta que guarden organicidad. Todo sigue como en una especie de período medieval en el que las cosas se transmiten de generación en generación y las obras de los artistas pueden verse por contactos personales. No se realizan tampoco exposiciones retrospectivas, sostenidas por investigaciones exhaustivas. Tampoco se editan catálogos. Los artistas mueren y no se hace ni siquiera un registro fotográfico de la producción antes de que se desmembre. Y, en la mayoría de los casos, la provincia no tiene en su patrimonio las suficientes obras para ofrecer un panorama mínimo de estos artistas (con la sola excepción de Fader), ya que las colecciones se han formado a lo largo de los años solamente a través de los premios adquisiciones, con lo cual no son sistemáticas ni coherentes y, por supuesto, no permiten organizar ninguna historia más que la del propio premio. Y todavía más, los patrimonios de los museos se encuentran en mal estado y no siempre están exhibidos o pueden ser visitados.
Como consecuencia de esto, las nuevas generaciones empiezan siempre de cero cada vez que abordan una investigación o buscan reconocerse en su propio pasado. Mendoza es algo así como una familia sin álbum de fotos.
Actualmente hay una Antología en Perspectiva de Alberto Musso compuesta de 29 obras, curada por Pupi Agüero, en las Salas de Arte Libertad en Guaymallén, Mendoza, que puede verse de lunes a domingo de 9 a 13 y de 15 a 20, hasta el 1º de agosto.
* Docente universitaria, artista plástica e investigadora.
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