PLASTICA › LUIS FELIPE NOé HACIA LA 53ª BIENAL INTERNACIONAL DE VENECIA
Algunos de los principales motivos por los cuales el pintor Luis Felipe Noé representará a la Argentina en la próxima Bienal de Venecia. Historia y presente de una obra que lleva implícitos su lugar y su tiempo.
› Por Fabián Lebenglik
A comienzos de noviembre se dieron a conocer los lineamientos que el curador general de la 53ª Bienal de Venecia, Daniel Birnbaum, propuso ante los países que participarán con envíos oficiales en la próxima edición, en junio de 2009.
La idea-fuerza es “Hacer un mundo”. En este sentido puede pensarse en la teoría de los mundos posibles, y por supuesto en todas partes hay artistas cuya obra genera un mundo.
Junto con esta idea-fuerza, las tres especificaciones que Birnbaum detalló son precisas, porque se refieren directamente al artista, a la técnica y a las condiciones de exhibición. Birnbaum habla de enriquecer la Bienal poniendo en escena artistas clave de la historia del arte (en este caso de cada país) que aún continúan productivos, y que han sido y siguen siendo una gran influencia en las generaciones siguientes.
Luego propone que, más allá del respeto por todas las técnicas y lenguajes contemporáneos, la mirada estará puesta especialmente sobre la pintura y el dibujo. Y, finalmente, propone que la exposición resulte reveladora respecto de la producción de la obra.
Tales ideas-fuerza parecen definir a nuestro artista: por eso, cuando el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de la Dirección de Asuntos Culturales –de la embajadora Gloria Bender y el ministro Sergio Baur–, me propuso ser el curador del próximo envío oficial argentino a la más importante Bienal del mundo, seleccioné a Noé. Pero además nuestro artista expresa de un modo privilegiado a la Argentina. Se trata de un envío nacional, con todas las discusiones acerca de lo nacional que esto supone. Más allá de ciertas tendencias estandarizadas en muchos artistas contemporáneos, un envío nacional resulta perfecto si al mismo tiempo se propone dentro de la relación local/global.
La obra de Noé, artística pero también teórica y docente; histórica, pero también absolutamente presente (basta pensar en la muestra de su obra reciente que presentó hasta hace pocas semanas en Buenos Aires), así como él mismo, por su decidida participación en el campo artístico y cultural, forman parte del arte argentino del último medio siglo. Y no cabe duda de que es un argentino del mundo. Participó de manera directa o indirecta en los principales debates estéticos y políticos, también desde su exilio.
La pintura de Noé está notoriamente generada desde un lugar y un tiempo, que a su vez están inscriptos en su producción y producen una suerte de interdependencia espacio-tiempo-obra.
Noé constituye a esta altura algo así como una causa nacional en el debate internacional. Su historia y su presente resultan fundamentales. Puede decirse que su obra, desde hace cincuenta años, es un puro presente, con continuidades, interrupciones, replanteos e irrupciones.
El actual tembladeral del mundo y las continuas tensiones de la Argentina son tema permanente y constitutivo en la obra de Noé. La materialidad de su obra tematiza estas tensiones. Es decir: la obra de Noé es una pura tensión de sentidos en sí misma y una forma de pensamiento llevado al campo de la pintura; un modo de conocimiento del mundo que lo rodea y una superación, por la vía artística, de estas cuestiones.
El hecho de que la obra de Noé se transforme en una causa nacional la relevan de toda disputa inútil. Noé va a representar al país doblemente: no solo en el sentido más usual y extendido, haciéndose presente y cumpliendo con la función de hacerlo como artista seleccionado para un envío oficial, sino especialmente representará a la Argentina porque su obra es, sin dudas, representativa de este país, en el sentido más profundo, real y simbólico, con todas sus contradicciones, idas y vueltas, durante el último medio siglo. En el pasado, en el presente y por lo tanto en la suma de ambos; es decir: en el futuro.
Una paradoja: la obra de Noé evoca un permanente estado de tensión y al mismo tiempo resuelve (artísticamente) las tensiones internas de la Argentina. No cabe duda de que Noé, en este contexto, se transforma en un punto fijo en medio de los resquebrajamientos y desconciertos globales y locales. Podría decirse que para la 53ª Bienal de Venecia, en este momento confusamente clave de la historia (del arte), con Noé la Argentina aporta un lúcido punto de equilibrio.
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