Martes, 7 de septiembre de 2010 | Hoy
PLASTICA › CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE LUIS SEOANE
A cien años del nacimiento del gran artista argentino y gallego se organizan unas jornadas para actualizar la lectura sobre su obra y analizar su aporte modernizador a la producción artística y editorial de la Argentina.
Por Silvia Dolinko *
A la nutrida agenda de conmemoraciones del presente año se suma otro centenario, el del nacimiento de Luis Seoane. Esta instancia resulta propicia para reflexionar sobre su lugar en el campo cultural del siglo pasado, sus intercambios intercontinentales y los alcances de su proyecto artístico. Las próximas “Jornadas Luis Seoane (1910-2010). Imágenes y palabras para un proyecto moderno”, en la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes, se proponen como objetivo, precisamente, una lectura actualizada de la producción de este artista e intelectual argentino-gallego.
Nacido en Buenos Aires en 1910, Seoane se instaló en Galicia con su familia cuando tenía seis años; en tierras de sus ancestros se formó artística e intelectualmente en contacto con las producciones de las vanguardias europeas de la década del veinte. A fines de 1936, ya iniciada la Guerra Civil Española, Seoane retornó a Buenos Aires. Desde esta ciudad dinamizó la producción cultural de los gallegos en la Argentina, a la vez que aportó su mirada cosmopolita a la modernización artística y editorial de nuestro país, expresada tanto en diversos proyectos colectivos como a través de su obra individual.
Grabador, pintor, diseñador gráfico, ilustrador, muralista, ensayista, poeta, dramaturgo, editor de libros y revistas, gestor cultural: las distintas facetas de su actividad multidisciplinaria confluyeron en la unidad de un proyecto intelectual sostenido a lo largo de su vida. Un proyecto que apuntó a posibilitar el acceso al arte y la cultura a un público amplio, intentando superar las fronteras del campo intelectual y de la elite coleccionista. “No creo que nadie que sea sincero aspire a convencer únicamente a una ‘minoría selecta’ ¿Qué es una ‘minoría selecta’ y quién la califica?”, sostenía el artista en 1958.
La diversidad de su corpus también se inscribe en un derrotero continuado desde distintas coordenadas espaciales: inicialmente en Santiago de Compostela, a partir de 1937 en Buenos Aires, en sus últimos años nuevamente en tierras gallegas. Marcos geográficos para su historia personal fuertemente vinculados con circunstancias sociopolíticas; la situación de emigrados y exiliados españoles en la Argentina, la Guerra Civil en España y las redes de solidaridad en nuestro país o la trama liberal y antifascista que tuvo en Seoane un claro protagonista constituyen referencias para un recorrido simbólico, político y territorial intenso y prolongado durante décadas.
En la misma medida que sus propias circunstancias personales, su obra se encuentra atravesada por la relación de ejes en diálogo o interrelacionados: lo local y lo universal, la innovación y la conservación cultural, lo modernista y lo clasicista. Fueron relaciones que ya en los años cincuenta se señalaban como los “pares polares” de la producción de Seoane, destacados, entre otros, por Manuel Mujica Lainez y Julio E. Payró, y retomados por autores como Lorenzo Varela y, más recientemente, Valeriano Bozal.
Junto a su vasta obra pictórica y gráfica, resultan datos relevantes respecto de su rol en el desarrollo de la cultura moderna en nuestro país su intercambio con artistas e intelectuales como Julio Cortázar, José Luis Romero, Jorge Romero Brest, Alberto Girri o Grete Stern, su actividad en Emecé, Losada y Nova durante el auge editorial de los años cuarenta y en Eudeba en tiempos del “boom” de la literatura en los sesenta, sus numerosos murales en edificios particulares y públicos de la ciudad de Buenos Aires (como en el Teatro San Martín o en las Galerías Santa Fe, por citar dos ejemplos reconocidos), su actuación como miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes, sus exposiciones en galerías de arte como Bonino –donde realizó frecuentes muestras individuales desde 1954–, Viau, Galatea o Art Gallery, su participación en los envíos argentinos a la Bienal de Venecia en 1956, a la Exposición Universal de Bruselas de 1958 (donde obtuvo una de las medallas otorgadas a los artistas argentinos) y a la Bienal de San Pablo en 1959 y 1963, entre otras circunstancias. Intervenciones de Seoane en el campo local que demuestran su diálogo con la cultura del país natal, el país de su exilio.
Su objetivo de democratizar el acceso al arte se basó en gran medida en la difusión extendida que posibilita la obra múltiple: así, sus imágenes –en su gran mayoría figurativas y resueltas desde una precisa síntesis modernista– circularon en libros, revistas, tapices y cerámicas. Sin embargo, fue el grabado aquella producción privilegiada por el artista en este sentido.
En los años cincuenta inició una fase de experimentación gráfica a partir del rescate o la resignificación de viejas tradiciones artísticas como el estarcido y la xilografía. Respetado tanto por su férrea toma de posición republicana como por su producción artística, Seoane ya era considerado un intelectual comprometido a nivel ideológico y moderno estéticamente, un artista maduro pero bien posicionado en la trama del “arte nuevo” que se ponía en relieve en esos tiempos de reformulación del campo artístico argentino.
La nueva xilografía de Seoane enfatizaba los recursos específicos del medio –es decir, las posibilidades de la madera– basándose en la imperfección de la superficie en cuanto significante expresivo. Su representación de personajes populares como gauchos y campesinos se basó en un lenguaje formal sintético, articulando texturas y colores con un recurso inédito para la xilografía: la inclusión de cinta adhesiva o pegamento sintético en la madera de base para la impresión. Seoane presentaba con estas xilografías con collage una variante, tanto en el sentido técnico como en el de las poéticas puestas en juego, respecto del registro ortodoxo del grabado vinculado con la ilustración literaria, un tipo de producción que, a la vez, él mismo desplegó a lo largo de toda su carrera artística.
Esta relación entre tradición y experimentación presente en la xilografía de Seoane constituyó un tópico que, en líneas generales, atravesó la totalidad de su obra, junto a los diálogos visuales entre lo popular y lo erudito o las referencias a la cultura gallega y la argentina desde una matriz “universal”. Estos referentes en tensión que enriquecieron la producción de Seoane siguen resultando aspectos que guían su abordaje e interpretación desde la perspectiva de una renovada historia del arte y de la cultura.
Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires. Investigadora del Conicet. Encargada del proyecto y coordinación general de las Jornadas Luis Seoane.
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