La niñez, muchas veces, es sinónimo de pureza, de ingenuidad, de plenitud. Pero, detrás de esa aparente ingenuidad, se puede esconder el horror. En la década del setenta, mientras el gobierno de facto hacía desaparecer personas y se apropiaba de chicos, revistas de moda como Tejidos Chic o Burda publicaban en sus tapas fotografías de niños y niñas sonrientes y felices. Escenas que poco tenían que ver con la realidad social de la época. Esa es la idea principal que se desprende de Hijos, la muestra de pinturas de Susana Di Pietro que se inaugurará hoy a las 19 en la Galería Solange Guez (Zapiola 2196, primer piso) y que podrá visitarse de martes a viernes de 14 a 19, con entrada libre y gratuita. “Al tratar de reflexionar o indagar en las imágenes de las revistas, que siempre me llamaron la atención, empecé a hacer asociaciones entre la belleza, la pulcritud y la imagen rubia y casi gélida de esos niños y la densidad política de la última dictadura cívico-militar (y sus vísperas), sin intentar hacer una asociación directa. Lo que a mí me resultaba incómodo y me generaba cierta rareza de esos niños bellos y pulcros era la desarmonía”, le explica Di Pietro a Página/12. “Esa imagen tan armónica y tan plácida me hacía ver esa belleza de otra manera, con otra carga, otra densidad”, cierra la idea.

En los ocho acrílicos y seis collages que integran la muestra se respira un ambiente de serenidad y paz. En una de las pinturas, dos niñas que no superan los diez años y vestidas con ropas tejidas a mano pasean sonrientes en una bici azul. Lo curioso es que no hay ningún escenario detrás de ellas. Fueron quitadas de todo contexto. “En lo estético, traté de reflejar que esa densidad apareciera con el dramatismo de poner a los pibes sobre un plano totalmente despojado de color y con ninguna excusa o escenario. Es decir, están solos en la soledad de la tela, valga la redundancia”, revela la artista plástica de 43 años. Su interés por ese período histórico está directamente vinculado con su infancia: era apenas una niña cuando el país atravesó la dictadura más sangrienta. “A mí la infancia asociada a la ingenuidad se me perdió de vista. Un documento que puede parecer frívolo o superficial despierta muchas lecturas. Hoy también abrís una revista Caras o Gente y dicen muchas cosas, por ejemplo qué modelos de belleza, salud, mujer y qué comportamientos y prácticas sociales se intentan vender. Y me parecía que esos nenes de las revistas ya estaban atravesados por una marca. El título de la muestra no intenta una asociación lineal, pero sí creo que todos estamos marcados por esa época. Somos ‘hijos’ de esos años.”

Aunque Di Pietro confiesa que no meditó tanto la carga política de la palabra Hijos, lo cierto es que en la Argentina actual ese término ganó un significado muy fuerte y resulta difícil separarlo del robo de identidad, de la violación al derecho más básico. “La muestra es medio provocativa. Porque si bien yo tengo mucho respeto por esa sigla (de la agrupación Hijos), y no quiero bastardearla, sin minimizar el drama de los niños a los que se les robó la identidad, también es cierto que mi generación vivió la infancia en esa época y somos hijos de ella. A cada uno lo tocó desde su lugar: algunos por vivir su infancia en un clima raro y otros con una marca mucho más directa que les atravesó la vida”, diferencia la también licenciada en educación. Los sentidos, claro, son múltiples: cada quien le atribuirá uno acorde con sus experiencias y valores. “El pasado está en no-

sotros. Nunca hay que dejar de mirar para atrás. Porque simplemente mirando nuestro presente, está el pasado. Yo tengo un interés por este período como lo puede tener cualquier ciudadana. Y este tema nos interpela a todos.”

Informe: Sergio Sánchez.