Martes, 25 de octubre de 2011 | Hoy
PLASTICA › LA EXTRAñA OBRA DEL PINTOR ISLANDéS ERRó EN LA SCHIRN KUNSTHALLE
Por ser Islandia el invitado a la Feria de Frankfurt, esta ciudad presenta al más importante pintor islandés del siglo XX.
Por Fabián Lebenglik
Desde Frankfurt
Entre las actividades complementarias de la Feria del Libro, que este año tuvo como país invitado a Islandia, se destaca la muestra antológica que abarca medio siglo de la extrañísima producción de Erró (nacido en 1932), considerado el más importante pintor islandés del siglo XX. Un artista particularísimo, en cuya obra confluyen de un modo explosivo e hipertrófico el pop y el barroco.
La exposición se exhibe hasta el 8 de enero de 2012 en la prestigiosa Schirn Kunsthalle de esta ciudad.
Desde los años ’60, Erró (nombre artístico de Guomundur Guomundsson) propone en sus pinturas, al mismo tiempo que una versión ultrabarroca y compulsiva del arte pop, una irónica crítica sobre el consumo y la vida contemporánea, en varios niveles. Durante medio siglo, el artista ha venido reflexionando a través de su trabajo acerca de la política, la ciencia, la guerra, el arte y la cultura de masas, entre otros temas.
En las telas exhibidas –principalmente las series Paisajes y Retratos– combina y acumula citas y reproducciones de las más variadas fuentes, estilos y publicaciones.
La serie de Los monstruos (de fines de los años ‘60) presenta retratos dobles de celebridades de la política y la cultura, combinados con caras monstruosas (del tipo hombre-lobo) que producen un engendro que, más allá de la irónica cita pictórica (del cubismo y del retrato desfigurado a la Bacon), ofrece un punto de vista crítico y cómico sobre la figura “homenajeada” (Marshall Mac Luhan, Churchill, Washington, Stalin, Jung, etcétera).
Erró creció en una zona rural al sudoeste de Islandia; estudió arte tradicional en las academias de Reikjavik y Oslo y aprendió las técnicas del fresco y el mosaico en Italia. A fines de los años ’50 se estableció en París y frecuentó a la vanguardia. Su influencia inicial más fuerte fue el surrealismo, que tomó nuevo impulso en Francia durante la segunda posguerra. Y eso se combinó con posteriores influencias cruzadas, europeas y norteamericanas, que en su obra se tradujeron en un deslumbramiento por el naciente arte pop y por el nuevo realismo. El resultado fue un cruce de virtuosas técnicas pictóricas aprendidas en las academias y combinadas con citas y recortes de los medios masivos, comics y publicidades, con los que fue superpoblando sus “paisajes”, transformados en paisajes de la cultura masiva, muy críticos y al mismo tiempo con mucho humor.
Las citas, inclusiones y acumulaciones llegan a tal densidad en sus pinturas que todo adquiere un clima de enrarecido virtuosismo, como si fuera un Hieronymus Bosch del siglo XX, en donde el célebre El jardín de las delicias del maestro holandés se convierte en una máquina de sentido en la obra de Erró, con toda su potente carga entre fantasmagórica e infernal.
Cada uno de los enormes paisajes de Erró resulta perturbador y casi inabarcable en sus detalles infinitos y en sus innumerables citas y acumulaciones. Es posible perderse si se sigue el minucioso camino de los detalles, como si fueran miniaturas incrustadas una al lado (y dentro) de otra, a su vez incrustadas en una pintura de tres metros. Pero también es posible encandilarse ante el efecto hipnótico de la visión del conjunto.
Por otra parte, el virtuosismo camaleónico del pintor islandés nos hace recorrer la historia del arte en cada cuadro, en donde mezcla, por ejemplo, en una misma obra, el más ortodoxo realismo socialista con el más notorio estilo comic.
La mirada obsesiva se potencia en el barroquismo de las imágenes y sus cuadros pueden volverse laberínticos, pero la repetición del procedimiento (aunque haya constantes variaciones temáticas) nos permite pasar del primer plano al plano general y por lo tanto oscilar libremente entre el detalle y el esquema compositivo de cada obra.
Cada uno de los “paisajes” de Erró (de tres metros por dos) es en realidad un despliegue programático que intenta agotar las imágenes sobre el tema en cuestión: ya sea la naturaleza, la cultura de masas, la biología, la política, los medios, los superhéroes, los medios de transporte, la comida... Es tal la acumulación y profusión de imágenes dentro del paisaje general que el artista nos introduce en una suerte de locura obsesiva, cautivante e interminable.
La máquina enciclopédico/acumulativa de Erró también se ocupó del cine experimental. Para uno de sus cortos reunió a 167 colegas (entre los que están Duchamp, Oldenburg y Warhol), haciendo muecas forzadas para dar un panorama freak del arte contemporáneo de los años ’60. Cada obra es una enciclopedia en que la acumulación excesiva lleva al absurdo. La obra de Erró, entre otras cosas, resulta pionera de la era de la cita apropiada y del cortar y pegar. Sus pinturas funcionan como explicitación y como crítica de una condición de la cultura del futuro, ahora presente.
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