Mar 15.10.2013
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PLASTICA › LAS EXPOSICIONES DE ARTE EN TORNO DE LA FERIA DEL LIBRO DE FRANKFURT

Brasil apuesta a todos los sentidos

Cada año el país invitado a la más importante Feria del Libro del mundo organiza una serie de exposiciones artísticas. Es el turno de Brasil, que presenta obras participativas, para privilegiar y politizar el cuerpo.

› Por Fabián Lebenglik

Desde Frankfurt

La Feria del Libro de Frankfurt siempre excede su tema específico y cada año, el país invitado, que en esta edición es Brasil, organiza exposiciones y conciertos, entre otras actividades.

En relación con las artes visuales, hay muestras de artistas brasileños en los dos principales museos de arte contemporáneo de esta ciudad, el Museo de Arte Moderno (MMK) y la galería Schirn. Y en ambas instituciones las exposiciones desbordan sendos edificios y continúan en las calles y paseos de la ciudad.

El MMK presenta una retrospectiva del gran artista carioca Hélio Oiticica (1937-1980), cuyos orígenes se remontan a la pintura neoconcreta en la década del cincuenta y luego se expande hasta llegar a los laberintos recorribles que aquí se muestran. Oiticica fue un precursor de las instalaciones en su país en los sesenta. La obra de este artista no solo ocupa el Museo de Arte Moderno sino que sigue en el Palmergarten, una suerte de jardín botánico y anfiteatro en donde también se busca la interacción con el público.

El tema de la interacción no sólo está presente en el MMK, sino que es una cuestión programática de la presentación de Brasil en Frankfurt. Tanto dentro de la Feria del Libro, con la exhibición que ocupa el Forum –una gigantesca instalación/ambientación sustentable que oficia de marco y puesta en escena para mostrar la cultura del país–, construida casi íntegramente en cartón reciclado, desde las monumentales paredes hasta las mesas bancos, atriles y demás mobiliario, como en la exposición de la galería Schirn, siempre se busca la participación del visitante en obras que proponen no solo el arte como experiencia relacional y física, sino la puesta en juego (y politización) del cuerpo a través de todos los sentidos.

En la galería Schirn se presenta la exhibición Brasiliana, un recorrido por el arte de la instalación en Brasil desde la década del sesenta hasta la actualidad. Se trata de un conjunto de ocho instalaciones de gran escala, realizadas tanto por artistas consagrados de los años sesenta, setenta y ochenta, como por artistas que vienen produciendo sus trabajos durante los últimos diez o veinte años. Y el visitante aquí se vuelve protagonista, porque debe recorrer cada obra para saber de qué se trata. La propuesta de la curadora, Martina Weinhart, es la de mostrar un “Arte de la experiencia”, en que se conectan arte y vida.

Los artistas seleccionados son Hélio Oiticica (en colaboración con Neville D’Almeida), Lygia Clark, Tunga, Cildo Meireles, Ernesto Neto, Maria Nepomuceno, Henrique Oliveira y Dias & Riedweg.

De modo que tanto desde las exposiciones como desde la música –en la célebre sala del Jazz Keller pudo verse, en estos días, al quinteto de Brasilia Choro Livre con un repertorio ecléctico y tradicional– se transmiten al público alemán e internacional que visita Frankfurt en estos días los cruces particulares –como por ejemplo las influencias africanas y europeas– que componen la cultura brasileña.

La muestra Brasiliana comienza con una gran obra de Lygia Clark (1920-1988), quien fue cofundadora del neoconcretismo en los años cincuenta junto a otros artistas y escritores. Su obra intenta expandir las emociones y experiencias artísticas. La instalación que aquí se muestra, A casa é o corpo (“La casa es el cuerpo”), presenta múltiples aproximaciones sensoriales y táctiles, así como metáforas del cuerpo y la sexualidad. Una pieza recorrible en la que el visitante debe introducirse para atravesar simbólicamente y de manera lúdica el camino que va de la concepción al nacimiento. Para esta obra, producida originalmente para la Bienal de Venecia de 1968, Clark dijo que “la verdadera participación está abierta y nosotros nunca podemos saber qué le estamos dando al espectador-autor”.

La obra exhibida de Oiticica fue realizada durante la larga estadía del artista en Nueva York, en colaboración con el cineasta experimental –también brasileño– Neville D’Almeida, y forma parte de la serie Cosmococas: se trata de un recinto con hamacas tendidas en medio de proyecciones y música, que ofrece un espacio para experiencias diversas. Entre las proyecciones se pueden ver iconos de la cultura norteamericana como Marilyn Monroe, Yoko Ono, Jimi Hendrix o John Cage, cuyas imágenes están atravesadas por líneas de cocaína. En interacción con las luces y la música, el ambiente ejerce un impacto ciertamente alucinatorio en los visitantes, que se recuestan en las hamacas para disfrutar de la experiencia.

La obra de Mauricio Dias (1964) y Walter Riedweg (1955) es una videoinstalación participativa en la que se ponen en juego los aspectos salientes de la producción de este dúo: la mirada etnográfica, los temas identitarios, las estructuras sociopolíticas y las relaciones interpersonales. En Universo do baile (2008), los artistas trazan una imagen perturbadora de la realidad social de su país. Junto a la bandera nacional, que enuncia “Orden y progreso”, vemos imágenes del baile de las favelas de Río, el “carioca funk”. Al mismo tiempo, la performer andrógina Claudia Pantera lee trabajosamente, al límite de la imposibilidad, el artículo primero de la Constitución brasileña. El piso de la “pista de baile” está tapizado por 550 balanzas de baño, con los colores verde y amarillo de la bandera.

De Cildo Meireles (1948) se exhibe una instalación sonora Rio Oir (2009-2013) compuesta por los sonidos que el artista grabó en distintos viajes a través de los principales ríos de Brasil. La instalación consiste en dos recintos contiguos, con entradas independientes, uno completamente oscuro y el otro luminoso hasta el encandilamiento, en los que se escuchan las grabaciones del sonido del agua que el artista relevó.

La obra de Meireles transitó por la crítica a la dictadura en los años setenta, y pasó por obras más reflexivas acerca de la realidad social y política, así como por propuestas como la presente, donde se busca que el visitante participe de experiencias sensoriales.

La instalación de Maria Nepomuceno (1976), un gran espacio de un rojo fulgurante, luce como un extraño jardín en el que se distribuyen piezas que en conjunto aparecen como orgánicas, tanto evoquen vegetales cuanto espacios habitables u objetos varios. Todo se presenta muy artificioso y está realizado con materiales industriales baratos y masivos y al mismo tiempo cada pieza se transforma para conformar nuevos conjuntos y “vegetaciones” proliferantes. Así como en la obra de la artista cada objeto y su disposición en el espacio conforma nuevas configuraciones en obras anteriores o futuras. La instalación realizada especialmente para esta exposición se titula Magmático.

Ernesto Neto (1964) exhibe sus ambientaciones textiles, que penden del techo y presentan combinaciones de transparencias de colores vibrantes y sectores que conforman columnas invertidas, rellenas con especias, de modo que antes de recorrerse la obra se anuncia por vía olfativa. Las obras, además de olerse, se pueden ver y tocar. La instalación se titula La vida como un río (2012).

En su estilo, más hermético, Tunga (1952) exhibe aquí una instalación compuesta por breve y libre repertorio que lo caracteriza: imanes, campanas, hierro, sogas, cristal... en combinaciones poéticas e inquietantes que sugieren un ritual extraño que el espectador debe imaginar o desentrañar. La instalación se completa con una performance.

Finalmente, la instalación de Henrique Oliveira (1973) consiste en una monumental escultura recorrible, una suerte de caverna, construida con materiales “pobres”. Experiencia y materialidad conforman una obra fabricada con elementos que se encuentran en todas las construcciones a lo largo de San Pablo, que resulta elocuente en términos sociales, porque es el material con el que se hacen las casas en las favelas.

La galería Schirn también presenta, en distintas zonas de la ciudad, una larga serie de artistas urbanos brasileños, que compusieron sus grafitti y murales en lugares estratégicos de Frankfurt.

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