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Martes, 7 de julio de 2015

PLASTICA › LA COLECCIóN DAROS EN LA FUNDACIóN PROA

Colección suiza de arte latinoamericano

Daros tiene uno de los mayores patrimonios de arte
contemporáneo de América latina, con más de más mil obras de
cien artistas. La muestra presenta una selección y una mirada.

 Por Rodrigo Alonso *

La Colección Daros Latinoamérica posee uno de los repertorios de arte latinoamericano más importantes del mundo. Su mirada, netamente contemporánea, se aparta de las versiones regionalistas y folclóricas para ofrecer un panorama de producciones reflexivas y críticas, en sintonía con lo mejor del arte actual. Dentro de la diversidad de piezas y orientaciones que la componen, es posible, no obstante, encontrar senderos que señalan ciertas preocupaciones comunes. Las tensiones geopolíticas, las violencias públicas y privadas, las resistencias y utopías, el cuerpo como sede del conflicto social son algunos de los tópicos abordados por las obras escogidas para conformar esta muestra.

Q Mapas y banderas. Uno de los ejes problemáticos más habituales en el arte latinoamericano se centra en su propia existencia y en la del área geográfica a la que supuestamente representa. Para muchos autores, la noción de una América latina es externa a la región y, por lo tanto, debería ser erradicada como factor de identidad común.

El inmenso planisferio realizado con residuos tecnológicos por Vik Muniz (ubicado en la sala 2) se instala en este terreno movedizo. En su obra WWW (World Map) [WWW (Mapamundi), 2008] nos ofrece la visión de un planeta cooptado por teclados y computadoras, al punto de perder cualquier tipo de especificidad natural o geográfica.

Donna Conlon recurre al humor para brindar su visión acerca del mundo globalizado en su video Coexistencia (2003), exhibido en la sala 1. Aquí, un conjunto de banderas y símbolos de paz se confunden en la frenética labor de un grupo de hormigas indiferentes a las connotaciones de su carga. En cambio, la bandera argentina estaqueada que presenta Fabián Marcaccio introduce tonos dramáticos de resonancias históricas y políticas.

Nadín Ospina entrecruza personajes de la cultura mediática norteamericana con las formas escultóricas de herencias artísticas ancestrales. Firmes y ostentosos, e imbuidos de una autoridad casi totémica, nos invitan a pensar tanto en el legado que constituirá el pasado cultural de las futuras generaciones, como en la antigüedad que adoramos. La obra de Darío Escobar, La anunciación (2000), también hace referencia a la antigüedad artística desde la sátira y la parodia. El paño de tela a medio abrir transforma a su título en un juego de palabras: ¿se refiere este a la escena pintada en el interior o al futuro develamiento de la imagen?

Humberto Vélez suma su cuota de humor a esta revisión del mundo del arte pero centrándose en el circuito contemporáneo. Apropiándose de la transmisión de una carrera de caballos, relata en estos términos las vicisitudes de la incesante corrida por la búsqueda de legitimidad y reconocimiento.

Q Memoria, violencia y cotidianidad. La reconstrucción institucional, la recuperación de la memoria histórica, el restablecimiento de la cohesión comunitaria tras las profundas heridas dejadas por esos años oscuros, afectan de manera singular al presente y al futuro de las personas que las habitan. Estos tópicos también aparecen con asiduidad en los trabajos de los artistas de la zona, aunque muchas veces lo hacen en formas indirectas o muy sutiles.

Mauricio Alejo ejercita la sutileza de manera ejemplar. En su video Memory (Memoria, 2003), pone de manifiesto, a través de pequeñas acciones, el empeño que poseen los cuerpos por recuperar estados anteriores, como metáfora quizá, de la insistencia de los legados ancestrales y las proyecciones del pasado en el presente. Por su parte, en Resistencia (1999), Gonzalo Díaz escribe la palabra que da título a la pieza con los alambres de una resistencia eléctrica, en una operación conceptual que no oculta sus connotaciones alegóricas al calor de la lucha y el pensamiento. Los dibujos de Los Carpinteros poseen una cuota de nostalgia y otra de utopía. Sus objetos de madera de la serie Downtown (2003) se ubican a medio camino entre el mobiliario suntuoso y la arquitectura.

Doris Salcedo, en cambio, remite a la violencia doméstica, a los espacios clausurados, al objeto sensible, ameno, que se torna opaco y repelente. Su compatriota Juan Manuel Echavarría elige otra vía para abordar los trances de su país. En el video Bocas de ceniza (2003-2004), trabaja con sobrevivientes de diferentes acontecimientos violentos que formulan una canción como medio para transmitir su testimonio y exorcizar su experiencia.

El trabajo de Teresa Serrano desplaza la relación entre política y objetos domésticos hacia el ámbito eclesiástico. En Blown Mold (Molde soplado, 2012) presenta cuatro de los sombreros más representativos de la Iglesia Católica, soplados en vidrio y sobre una repisa, como los frágiles emblemas de una autoridad en creciente entredicho.

Con las cajas musicales de 12 Short Songs (12 canciones breves, 2009), Jorge Macchi establece una ocurrente interrelación entre economía y domesticidad. Un conjunto de titulares financieros perforados sobre tiras de papel, ponen en funcionamiento el mecanismo de un dispositivo que los transforma en música.

Milena Bonilla en su trabajo El Capital, Manuscrito Siniestro (2008) transcribe con su mano izquierda los textos del filósofo alemán, produciendo un volumen, en tapas duras con letras doradas, al que denomina “edición de lujo”, limitado a tan solo diez ejemplares. Al mismo tiempo, realiza una “edición económica”, de tapas blandas que vende en librerías y espacios de arte. Finalmente, edita una “versión pirata”, fotocopiada, que regala en librerías callejeras.

Leandro Erlich desarrolla una aproximación por completo diferente a los espacios domésticos. En Las puertas (2004) –presentada originalmente en la Bienal de San Pablo–, el artista nos enfrenta a un conjunto de puertas que parecieran conducir a una sala luminosa, pero no lo hacen. El engaño de la percepción, la frustración, el desconcierto forman parte de las estrategias con las cuales Erlich dinamita las rutinas y los lugares comunes.

Q El cuerpo y las marcas sociales. Desde otra perspectiva, los cuerpos son y han sido objeto de injerencias específicas por parte de agentes y acontecimientos históricos, políticos y sociales. Los archivos fotográficos que presenta Rosângela Rennó evidencian ciertas prácticas comunes al interior de la comunidad penitenciaria, pero también, la singularidad de estos rasgos de individuación en contextos de marginalidad social. En cambio, el frágil cuerpo de Regina José Galindo, castigado por el agua en Limpieza social (2006), exalta la magnitud de la violencia de un conocido procedimiento represivo sobre un ser quebradizo e indefenso.

Nicola Costantino ofrece una aproximación por completo diferente al cuerpo y sus superficies. Utilizando como base sectores corporales habitualmente velados –como las tetillas, los ombligos y los anos, todos masculinos– realiza telas artificiales en las que estos conforman patrones decorativos, y confecciona con ellas vestimentas femeninas de lujo.

Trabajando con personas mutiladas por las diferentes escaladas de violencia que asolaron a Colombia en los últimos años, Miguel Angel Rojas aporta una profunda mirada sobre las consecuencias más trágicas del conflicto político. Algo similar sucede con Trepanaciones. Sonidos de la morgue (2003) de Teresa Margolles.

Por su parte, Marcos López recurre a la parodia para abordar los ecos de la violencia política en la Argentina. Tomando como referencia la célebre fotografía de Freddy Alborta sobre la muerte del Che Guevara, construye una escena oscura, aciaga, en la cual un grupo de médicos extrae una bala del cuerpo de una mujer. (Autopsia, 2005).

Finalmente, Letter on the Blind for the Use of Those Who See, de Javier Téllez, introduce una brisa de intensa emotividad en cuanto a las relaciones entre cuerpo y sociedad. El video registra la primera aproximación de un grupo de ciegos al conocimiento de un elefante, a través de la apreciación táctil de su piel, su volumen y sus formas. El experimento es conmovedor, no solo para quienes lo llevan a cabo, sino principalmente para el espectador

* Curador de la muestra junto con Katrin Steffen. Fragmentos del texto escrito especialmente para la exposición.

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De la furiosa agresión a la decoración, de Fabián Marcaccio; 1997. 215 x 338 x 40 cm.
 
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