Martes, 14 de noviembre de 2006 | Hoy
PLASTICA › NUEVO CAPITULO DEL CICLO INTERFACES: DIALOGO ARTISTICO NEUQUEN-PARANA
Artistas contemporáneos y curadores de Entre Ríos y Neuquén dialogan en un nuevo cruce del programa nacional Interfaces. La inauguración en el espacio Imago de Neuquén.
Por Marcelo del Hoyo *
Desde Neuquén
Se acerca la hora 19.30 del viernes 10 de noviembre para dar inicio a la Mesa de Diálogo sobre arte contemporáneo, antesala de la muestra Interfaces Neuquén-Paraná.
En el quinto piso del edificio de OSDE, ubicado en Brown y Elordi de la ciudad de Neuquén, iniciamos una charla distendida entre curadores, artistas y público; la mesa jugó (sin preverlo) como contrapunto análogo de lo que, una hora más tarde, podríamos ver en la exposición.
Hacia fines del año pasado, Lucas Mercado, de Paraná, y quien suscribe, de Neuquén, recibimos sendos llamados convocándonos para actuar como curadores del programa Interfaces, gestado por Andrés Duprat, de la Dirección de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura de Nación, y Tulio de Sagastizábal por el Fondo Nacional de las Artes. La propuesta implica el cruce de la mirada, de ambos curadores, sobre la producción de arte contemporáneo en nuestros ámbitos de residencia. El desafío estuvo en hallar aquellos puntos comunes que hacen a un mismo universo; en encontrar aquellas metáforas que permiten develar ese “común” que intentamos ver dentro del mundo del arte actual. Hacia fines de junio Lucas visitó nuestra ciudad con el fin de ponerse en contacto con los artistas que sugerí y, un mes después, hice lo mismo viajando a Paraná para conocer a los propuestos por él. Al entrar en contacto con los artistas de las dos ciudades y sus obras, nos fuimos dando cuenta de que hacíamos el mismo recorte.
Habiendo ya pasado por el Museo Provincial de Bellas Artes Dr. Pedro E. Ramírez de Paraná, en el mes de octubre, y antes de mostrarse en el espacio que el Fondo Nacional de las Artes tiene en la calle Alsina de la ciudad de Buenos Aires, llega el momento para hacerlo en Neuquén. La hora, 20.30, sala Imago. La gente llega al espacio donde se inaugura la muestra de Interfaces Paraná-Neuquén con el ansia de ver aquello que se anuncia como arte contemporáneo. Cerca de trescientas personas circularon por la sala expectantes, interactuando con lo variopinto de la propuesta, destacable en la región por la masividad; un público que en su mayoría viene del mundo de las artes plásticas, de la danza contemporánea, de la fotografía y de la música. La asistencia no sólo fue local, contamos con la vista de interesados de la región, que llegaron desde las ciudades vecinas de Cipolletti, General Roca, Centenario y aun más allá de la frontera regional, quienes transitaban por la zona; de entre el público se reconocían caras del ámbito artístico regional y nacional; uno de los destacados, que compartió la mesa de Diálogo sobre arte contemporáneo y el resto de la velada junto a nosotros, fue el artista y curador Marcelo de la Fuente, quien vino en representación de la Dirección de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura de Nación. Otro de los que aportaron con su presencia fue el artista Andrés Labaké, integrante del directorio del Fondo Nacional de las Artes, quien se encontraba haciendo una visita por la región.
No sólo se vieron los ya destacados artistas locales, también se notó la importante presencia de jóvenes estudiantes de las escuelas de arte de la zona, interactuando con avidez con cada una de las propuestas.
Avanzada la inauguración, el público empieza a agolparse en torno del espacio donde la bailarina contemporánea Carolina Costa, neuquina de origen y residencia, inicia su performance “En tránsito”; la música nos convoca; con las luces tenues y sobre la pared del fondo se comienza a proyectar, con un enfoque cenital, los movimientos de Carolina sobre una platea con arena; durante los aproximadamente siete minutos que dura la acción el público siguió atento hasta el aplauso final. La propuesta, que también tuvo lugar en la inauguración de Paraná, se continúa con una instalación en la sala donde se proyecta el resultado de lo actuado, acompañado por plateas con la rastro que la artista realiza sobre la arena.
Minutos después, en otro lugar de la sala, se inicia otra de las convocatorias a la acción performática. Las luces vuelven a atenuarse de manera tal que sólo podemos ver al músico Ricardo Ventura, también de origen neuquino, iluminado por el monitor de su computadora, con equipos de audio y cables como escenografía. Ventura, master en Artes Digitales de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, nos invita a presenciar la interacción en tiempo real del interprete con el compositor. La obra tiene continuidad en una instalación consistente en un televisor y un video-reproductor con instrucciones que indican: a) rebobinar, b) pulsar Play y c) cuando lo considere conveniente, pulsar Stop.
La fotografía es otro de los platos fuertes de la muestra. Confrontándonos una vez que ingresamos al espacio, dispuesto sobre la pared como en el escenario de una morgue, quizá repitiendo el esquema del monte de los Olivos, el tríptico fotográfico del fotógrafo mendocino Miguel Villegas, residente desde hace muchos años en la ciudad de Neuquén, nos propone participar como aval de la sentencia. En cada una de las partes que componen la obra, Villegas utiliza la suma de fragmentos de tomas directas del cráneo de un carnero desollado sobre un papel metalizado; reconstruyendo la imagen del sacrificio como en un puzzle. La obra Capital se caracteriza por el uso pictórico del color, de azules metálicos combinados con rojos como fuego de artificio.
Sobre otra de las paredes nos encontramos con una serie de fotografías alineadas, en tres filas discontinuas, en donde el paranaense Julián Villarraza nos muestra fragmentos plenos de erotismo femenino. La lente recorta la mirada de ensoñación del joven fotógrafo, músico y diseñador gráfico. A unos metros de allí, Dique, del también paranaense Marco Bainella, se postula como la indagación de una convivencia barrial; un conflicto entre vecinos en la quietud del entorno es registrado fotográficamente por el artista pretendiendo, tal vez, hacer de esto un reconocimiento de las disputas en medio de una inquietante paz cotidiana. Una piedra hace las veces de dique para la contención de las hojas que el agua de la lluvia arrastra a la orilla del cordón de la vereda; Bainella fotografía los distintos momentos en que una de las vecinas usa ese dispositivo para inhabilitar la vereda de la otra, construyendo fotográficamente un discurso cercano al del analista de guerra.
Francisco Vázquez, también oriundo de la capital litoraleña, hace uso de la fotografía, pero esta vez para intervenirla digitalmente, fragmentarla y jugar con otros elementos; su trabajo se dispone como un políptico que simula por momentos el plano de una ciudad, escenario en el que, como él mismo comenta, actuamos mecánicamente sin darnos cuenta. Otro de los casos en esta muestra en el que vemos el uso de la fotografía como soporte de la obra es el tríptico de la artista local Carolina Guajardo; en cada uno de los planos, de un metro por setenta centímetros, se ven tintas escarlatas que toman su curso, dibujando grafías antojadizas. Rojos orgánicos, sabedores de su naturaleza, aureolan antes de rematar en los bordes de la forma misma. La fotógrafa acompaña las imágenes con textos de su diario personal, reforzando el juego sobre lo público y lo privado, lo extraño y lo íntimo.
El dibujo también está presente de la mano de el entrerriano Lisandro Pierotti; en su obra el espanto es una posibilidad; golpea sobre el papel líneas que dibujan, invitándonos a participar en una riña o en un campo de batalla. Imágenes que, con brutalidad, ensayan la circunstancias del hombre contemporáneo.
La entrerriana Julia Acosta se hace presente con sus telas, desde donde recupera un acto originalmente femenino, para organizar el universo de su hijo. Por medio de estas mantas montadas sobre la pared nos cuenta historias, como antaño lo hicieran las mujeres de tradición sajona.
Tres puestas en escena llaman la atención en tres lugares de la sala, en un costado la propuesta del grupo neuquino Adobe, sus integrantes se disponen a poner en tela de juicio la noción de autoría, como un cadáver exquisito el resultado final deviene del ir y venir de las piezas entre las manos de los autores, que son varios y son uno. La obra se compone de objetos, un video y estructuras en hierro. Otra de las instalaciones corresponde al artista neuquino Ariel Mora, rescatando de su entorno apuntes que nos presenta; recortes como circunstancias, que nos son familiares y nos implican. Acudiendo a materiales de simpleza cotidiana, sin intentar ennoblecerlos, los instala para escenificar el mundo. El tercero en cuestión es el litoraleño Federico Lanzi, quien sitúa sobre un tablero de dibujo su universo, recurriendo a referentes desde lugares disímiles como el manga y el graffiti, el baile y la música electrónica, el trash y los videojuegos.
Arriesgando hacia un extremo desconocido por nuestro público, Celeste Vénica –de Neuquén– nos invita a intercambiar un dibujo por un lácteo que podremos extraer de la heladera ubicada en la sala; el público ahora comienza a ser el codiseñador, consciente o inconsciente, de la obra; desnudando la trama en la que participamos todos.
Las obras que seguirán exhibidas en las sala Imago de Neuquén, hasta el 30 de noviembre, sin duda convocan a ampliar nuestra condición de público para el arte contemporáneo.
* Curador del envío de los artistas neuquinos de Interfaces Neuquén-Paraná.
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