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Martes, 19 de febrero de 2008

PLASTICA › UNA EXPOSICION ITINERANTE Y UN LIBRO CATALOGO DE Y SOBRE LILIANA MARESCA (1951-1994)

Una artista que vuelve a provocar

Su obra inclasificable reunió siempre arte y vida. Fue una artista clave de los ’80 y ’90 que murió de sida en 1994. Dos muestras y un libro actualizan su obra 14 años después.

 Por Fabián Lebenglik

Me parece que entre los muchos lugares posibles desde los que se puede tomar la obra de Liliana, uno de los que más me interesa es el tema del mercado. O, debería decir, cómo a Liliana no le interesa el mercado. Ella expuso una o dos veces en lugares relacionados con el mercado. Generalmente, sus muestras fueron en salas y centros culturales fuera del mercado. Es decir que, desde ahí, ya demostraba su desinterés. Por ejemplo, organizó la muestra Lavarte en un Lave Rap. La Kermesse en el Centro Recoleta, La Conquista también en Recoleta. Es decir que en la práctica estaba desechando la idea de participar de algún circuito donde circulara el dinero en relación con el arte. Me acuerdo de la muestra La Conquista, en la que trabajamos juntos (ella como curadora, yo en la escritura del catálogo): Liliana hizo un esfuerzo enorme, así como había hecho en La Kermesse o también en Lavarte. Organizar todo en condiciones precarias. Ella presentó una instalación en donde de algún modo medía la iniciación del mercado, es decir, la época en que los españoles conquistaron América y buscaron nuevos mercados para ubicar sus productos o para llevarse materias primas. Ella medía y comparaba la sangre derramada por los indios –cuando fueron liquidados por los conquistadores– con los lingotes de oro, con los bienes obtenidos. Es decir, que ya empezaba a hablar del dinero de un modo violento. La fusión violenta, la mezcla entre sangre y dinero.

Donde entra con más fuerza esta idea es en “Espacio disponible”, la muestra que hace en el Casal de Cataluña en el año 1992. Liliana expone una serie de carteles como los que mandan a hacer las inmobiliarias para avisar que un departamento o local se alquila o está en venta y esos carteles dice “espacio disponible”. En términos literales podría ser una frase poética, en la combinación de un espacio pensado como disponiblidad. Pero es una frase acuñada estrictamente para disponer un espacio en relación al mercado. Entonces Liliana juega con el papel del arte: su producción artística como una disponibilidad, en vista de que ella generalmente no vende su obra: expone esos carteles para producir el máximo requisito que pide el mercado. En última instancia, según esta obra de Maresca –y más allá de las relaciones ficticias en el terreno del mercado de arte argentino–, lo que pide la lógica del mercado es que uno negocie sus ideas y finalmente su cuerpo.

Al mismo tiempo que ella expone “Espacio disponible”, la muestra del Casal, un par de meses después sale una edición de la revista erótica El Libertino, donde una sesión fotográfica de Alejandro Kuropatwa la muestra a Liliana, en distintas posiciones, desvistiéndose, desnuda, con un osito. Se lee allí un texto central, un título, que dice “Maresca se entrega todo destino” y da su número de teléfono particular. Es decir: aparece, directamente, la negociación del cuerpo, para cumplir con el fin último de la supuestamente libre economía de mercado. *

Liliana Maresca (1951-1994) estudió en la Escuela Nacional de Cerámica, y en los talleres de Renato Benedetti, pintura; de Miguel Bengochea, dibujo, y de Emilio Renart, escultura. Fue docente en la cátedra Morfología I de la carrera de Diseño Gráfico de la UBA y dirigió sus propios talleres de artes plásticas. Algunas de sus muestras individuales fueron “Lo que el viento se llevó”, en la galería del Centro Cultural Rojas en 1989, “No todo lo que brilla es oro” (1989) y “Mil nueve noventa”, en la galería Centoira; “Recolecta” y “Wothan-vulcano” ambas en 1991 en Recoleta; “Ouroboros”, en la plaza seca de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1991); “Espacio disponible”, en el Casal de Cataluña (1992); “Imagen pública-Altas esferas”, en Recoleta (1993) y “Frenesí”, su última muestra (noviembre de 1994), también en el Centro Recoleta.

En un medio donde los artistas suelen trabajar aislados, Maresca logró reunirlos en multitudes alrededor de proyectos que parecían imposibles y sin embargo ella logró concretar, como “Lavarte” en 1985, en un Lave Rap; “La Kermesse”, en el Centro Recoleta en 1986, o “La conquista”, en el mismo centro cultural, durante fines de 1991 y comienzos de 1992.

La obra multiforme de Liliana –esculturas, objetos, instalaciones, dibujos, poesía, pintura, escenografía, performances, etc.– se resiste al disciplinamiento ante cualquier intento de categorización, pero fundamentalmente se resiste a ser clásica, porque lo clásico no incomoda el presente de quien observa. La primera incomodidad de su producción, en el sentido de interrogarse a sí misma y de cuestionar al espectador, viene de la propia construcción de cada obra. Sucede que Maresca tenía una gran talento para crear obras bellas pero al mismo se resistía a hacerlo, porque pensaba que la belleza coloca al espectador en un lugar pasivo, al tiempo que produce un efecto tranquilizador y neutraliza el sentido revulsivo del arte. Podría decirse que ese debate en el que la belleza aparece cuestionada, atraviesa toda su obra. Maresca murió en noviembre de 1994, a los 43 años, a causa del sida.

* Testimonio de 1994, transcripto de la participación en el video-catálogo Frenesí, de Adriana Miranda, producido por Página/12 para la exposición retrospectiva homónima de Maresca en el Centro Recoleta, en noviembre de 1994. El video integra ahora la muestra Transmutaciones.

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“Altas esferas-imagen pública”, de Liliana Maresca (1993). Foto: Marcos López.
 
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