Miércoles, 23 de febrero de 2011 | Hoy
DISCOS › THE KING OF LIMBS, LA NUEVA MARAVILLA DE RADIOHEAD
El álbum, que por ahora sólo existe como descarga de la web, devuelve al quinteto en su versión más celebrada y cerebral: rupturista en las formas, esquivo en la poética y con tono sombrío. Pero, ¿serán estas ocho canciones todo el disco o habrá más?
Por Luis Paz
En sólo 37 minutos, Radiohead se las ha arreglado (otra vez) para mostrar que es de las bandas más vanguardistas del rock mainstream. Aunque en The King of Limbs, disponible desde el sábado para su descarga, la causal no es sólo musical. Son tiempos en los que la fascinación por el disco, que suponía también la manía por conocer sus más mínimos detalles técnicos y artísticos, desde quién hizo el arte de tapa hasta qué sonaba en el track 7, ha pasado a tener otro objeto, las series televisivas, y otra manía, las hipótesis. Hay detalles en The King of Limbs que originaron un regreso de las teorías conspirativas como las que ocurrían con Lost, adornadas con códigos numéricos y frases que podrían indicar otra vuelta de tuerca. En el caso del álbum, el punto en discusión es si se trata de un único disco (algo que la banda ni confirmó ni negó), de dos o de una trilogía. Muy probable es, entonces, que este comentario quede totalmente invalidado en algunos meses. Lo válido es, de todos modos, la mención de la calidad artística y conceptual de la obra: brillante, una vez más.
La edición física de The King of Limbs aparecerá el 28 de marzo. Hasta entonces, esta entrega digital (en dos formatos de audio y precios distintos), por etérea, le sienta perfecta a este disco que podría catalogarse como de trip hop alternativo y algo industrial, plagado de lo que oídos no acostumbrados a la obra de los de Oxfordshire podrían comprender como contradicciones: ritmos y patterns de batería que se cruzan, melodías de bajo despegadas de la voz y teclas que arman contramelodías con ellas. Este es un disco en el que, además, la guitarra está ausente y es reemplazada por el piano, y en el que la voz de Thom Yorke mantiene esa modulación estrecha pero tan expresiva.
El segundo debate en torno del disco (el primero tuvo que ver con su modelo de aparición, entre estas dos versiones digitales y las físicas, en CD y vinilo de 10 pulgadas con 625 pequeñas piezas de arte de formato “periódico”) está relacionado con su extensión: han pasado casi cinco años desde su última obra y los Radiohead “sólo” (adjetivaron sus fanáticos) entregan ocho canciones en poco más de media hora. Olvídese del “sólo”: si éste es el único disco, alcanza porque tiene todos los ingredientes del Radiohead más celebrado y cerebral. Esto es, lo rupturista en las formas, lo esquivo en la poética y el tono sombrío. Y también la producción de su colaborador clásico, Nigel Godrich, y el grito existencialista de siempre, pero en un plan más poético que narrativo, o sea menos secuencial.
Más allá del caudal (alternativo en lo compositivo, lisérgico en el resultado) artístico de The King of Limbs, hay otros detalles que están provocando a fijar la atención en el disco por motivos extramusicales. Uno es que el código de producto para la descarga es TKOL01, ¿anticipando un posible TKOL02? La banda ya hizo algo similar con Amnesiac, compilación de temas que habían sido grabados en la misma época que su fundamental Kid A. De hecho, su novedad está mucho más cerca de aquel Amnesiac más experimental que del formato “cancionero” (en ellos, siempre va entre comillas), aunque siga habiendo piezas con morfología de canción, como “Lotus Flower”.
Luego, el disco se desarrolla de un modo algo lineal, desde el de-sestabilizador inicio de “Bloom” (florecimiento) y su reprise con “Morning Mr. Magpie” (el despertar del protagonista, que reclama por el robo de la magia y las memorias) hasta el nudo narrativo de la tríada “Feral”, el corte (que ya tiene videoclip) “Lotus Flower” y “Codex”. Pero el último tema se presenta como “Separator”, una idea cercana a la del tema que cerraba la cara A de los discos de pasta. En él, tal vez a sabiendas de que podrían echar más leña, dicen: “Si creés que esto es el fin, te equivocás”. Que la inocencia nos valga.
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