Miércoles, 16 de noviembre de 2011 | Hoy
DISCOS › BATEA
“¿Qué hace que miles de jóvenes de rostros angelicales de nuestros tranquilos barrios residenciales se gasten el dinero en amplificadores?”, se consulta la voz en off de un locutor de Seattle al comienzo de Pearl Jam Twenty, el DVD que acompaña la tanda de ediciones dedicadas al vigésimo aniversario de una de las bandas fundamentales para entender al grunge, aunque le rehúyan a esa palabra, y a la música alternativa de cepa estadounidense que se gestó a finales de los ’80 y explotó en los ’90. La respuesta está contenida en los periódicos de la época, en investigaciones sobre aquellos años y, en una medida más ajustada sobre esta banda y sus músicos amigos en particular, en este documental de casi tres horas de duración dirigido de un modo soberbio por el realizador y periodista de rock Cameron Crowe. PJ20 es un retrato bastante desnudo sobre la banda, en el que no faltan llantos emocionados dedicados a los compañeros que se fueron quedando en el camino, menciones a las diversas direcciones que en los ’90 sus miembros quisieron imprimirle al grupo, ni el consabidamente necesario material de archivo en vivo, que se sirve de imágenes para especiales de la MTV, shows acústicos en reductos súper reducidos y shows de alto calibre como el de la nefasta jornada de 2000 en que nueve de sus fanáticos encontraron la muerte, aplastados en una corrida al comienzo del recital de Pearl Jam en Roskilde. Eddie Vedder, Jeff Ament, Stone Gossard, Mike McCready y Matt Cameron aportan sus testimonios, valoraciones, miedos y orgullos a lo largo de una historia comprimida en 160 minutos. Pero Crowe también encuentra el momento para incluir a Lennon, Elvis y Dylan, dándole a todo el relato un sentido de pertenencia a la historia del rock que, en verdad, le cae bastante bien a este grupo, con todo, uno de los más resistentes contra el embiste de aquello que, en origen, era ajeno a ese movimiento, y que las corporaciones (de la MTV a los sellos y las empresas de ventas de tickets) han intentado meter con palanca. Mientras que los extras aportan una mirada más corta hacia el proceso compositivo, las casas de los músicos y los lugares que frecuentaban de más chicos, cuando el grunge no existía, pero ya se generaba ese gruñido de aburrimiento, parquedad, sarcasmo y furia anticorporativa que le daría una pronunciación a todo el género. Agregando la notable calidad audiovisual, la belleza de la elección de ciertas imágenes y la profundidad que alcanzan algunas intervenciones (Chris Cornell y Eddie Vedder llorando en el mismo film en que se ve a un estadio de Ferro encendido por la visita de “la gloriosa PJ” en 2006) hacen de PJ20 una obra fundamental para fanáticos, con buen lustre incluso para aquellos menos cercanos a su bidecana obra.
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