Miércoles, 14 de diciembre de 2011 | Hoy
DISCOS
8-Olfa Meocorde
Olfa Meocorde. Random
Aunque a menudo se defina a este cuarteto como “psicodélico”, le cuadra mejor el término “psicotrópico”, ya que su música es como “una sustancia psicoactiva que produce efectos por lo general intensos, hasta el punto de causar cambios profundos de personalidad” (Real Academia Española). Olfa Meocorde trata al absurdo con toda seriedad y se ríe cuando denuncia, con un lime encantador que puede llevar a la saturación a espíritus poco aventureros, pero que se convertirá en adictivo para quienes gusten de saltar como si nada de un hard rock a la Primus a una tarantela. R. C.
10-Anima
Ethel Koffman. Shagrada Medra
Grabado en Rosario y publicado por el sello de Carlos Aguirre, este disco es una de las mejores noticias musicales del año. Desde la elección del repertorio (los autores son Hugo Fattoruso, Abonizio, Fandermole y Fito Páez, entre otros) a la belleza de los arreglos, de Leonel Lúquez y la delicadeza y expresividad de las interpretaciones de Koffman junto a un grupo notable, que incluye oboe y cello, e invitados como el propio Aguirre, Baglietto y el trompetista Mariano Loiácono, todo contribuye a una producción excepcional. D. F.
9-El yang y el yang
Eduardo Elía Trío. Blue Art
Cordobés, discípulo de Ernesto Jodos y becado luego en la escuela Berklee de Boston, Elía es una de los voces más personales del jazz reciente. Aquí con una base de empaste notable, conformada por el contrabajista Jerónimo Carmona y el baterista Carto Brandán, muestra, en temas propios y, también, en una creativa mirada sobre “Peace”, de Ornette Coleman, y en una precisa versión de “How Deep is the Ocean”, de Berlin, además de un exacto pianismo y una rica interacción grupal, un concepto formal altamente original. D. F.
7-Karamelo Santo
Karamelo Santo. Benditas Producciones.
“Quizá sea tarde para (...) sentir de qué carajo estamos hechos”, arriesga Karamelo Santo en el tema “Grita la Pachamama”, de su octavo disco, y en ella condensa su azúcar grupal, que no es otro que la adhesión proteínica de la cumbia, el reggae, el ska, el dub y el punk, caramelizada al calor del amor y la insurgencia. La producción de Toth y Guyot aporta claridad a este disco epónimo (reafirmativo luego de la salida de Goy Ogalde) que los muestra expansivos, deja ratos de belleza y suficientes cosas en las que quedarse pensando una vez que se acaba. L. P.
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