“Para gente como nosotros sólo había tres opciones: terminábamos en la cárcel, entrábamos (a trabajar) a una fábrica o íbamos al ejército”, dice el baterista de Black Sabbath, Bill Ward, en un momento de God Bless Ozzy Osbourne, y pinta de cuerpo incompleto al cantante de esa insigne banda. La otra mitad de la vida de Ozzy es la del salvataje de una realidad de “pobreza absoluta” y “opresión total” por el rock and roll: un camino que va del disco Paranoid a un reality show en la MTV, pasando por todos los logros y todas las ridiculeces que la vida de una súper estrella de rock puede entrañar; y que puede mostrar un documental como éste, realizado a partir del irrespetuoso respeto (mucho menos delicado que el de muchos biógrafos del rock, tan ocupados por hacer ver bien a sus ídolos) de Jack, el hijo de Ozzy. Se trata de un músico realmente entrañable y este DVD, de reciente aparición en el país a través de LeaderVision y EagerVision, lo pone sobre la mesa al recuperar su historia de vida en primera persona, con material de entrevistas flamantes y de archivo y el acompañamiento a Ozzy durante su última gira, que pasó por Buenos Aires. De hecho, la obra comienza con una escena en esta ciudad: la de Ozzy maquillándose, haciendo bicicleta y calentando la garganta. Así, de entrecasa, es como aparece el “Mago de Ozz”, en su fiesta de cumpleaños, acompañado por su familia o en fotografías y filmaciones en blanco y negro sobre su niñez y juventud. En total, son más de dos horas de una historia sabrosa en la que su paso por “Black Sabbath” (según el error de tipeo en la contraportada del DVD) es una importante, pero al fin una anécdota más para un tipo que abusó de las drogas, se dejó abusar por las drogas y mordió la cabeza de un murciélago y aspiró una fila de hormigas, sí. Pero el mismo que también compuso cosas como “Paranoid” o “Crazy Train”.