Miércoles, 17 de octubre de 2012 | Hoy
DISCOS › MILES DAVIS QUINTET. COMPLETE RECORDINGS. LIVE AT THE OLYMPIA 1960
Estos cuatro CD recogen las paradas parisienses de las giras del quinteto en 1960. Con el trompetista en un momento de verdadera gracia y el “despegue” de John Coltrane, las grabaciones testimonian instantes cruciales en el desarrollo del jazz.
Por Santiago Giordano
A inicios de 1960, Miles Davis ya había sido elegido Personalidad del Jazz por la revista Down Beat, en la que poco después ganaría la encuesta internacional de críticos y también la de los lectores. Ese mismo año, los aficionados de la revista inglesa Melody Maker lo habían votado como el mejor trompetista –por primera vez Louis Armstrong no aparecía primero en esa elección– y numerosos críticos de América y Europa le dedicaban miradas que iban mucho más allá de la crónica de espectáculos. Entre la dinámica del sexteto y el abrazo sonoro de la orquesta, con discos como Milestones, Porgy and Bess, Kind of Blue y Sketches of Spain, cada uno a su manera trabajos abiertos y precursores, Davis redondeaba tres años inspirados y transpirados, 1958-60, sobre los que sabría volver –él y muchos otros– en el futuro. Llegaba también entonces, en marzo de 1960, la oportunidad de una gira europea. Era la primera vez que el trompetista salía de Estados Unidos con una formación propia: Wynton Kelly en piano, Paul Chambers en contrabajo, Jimmy Cobb en batería y en el saxo tenor John Coltrane, que por entonces maduraba lo que más tarde sería. Serían éstas las últimas actuaciones de Coltrane con Miles. Más tarde, en octubre, Miles regresaría a Europa con su quinteto, pero en lugar de Coltrane estaría Sonny Stitt, un tenor de sonido forjado entre Charlie Parker y Lester Young.
De esas giras europeas, el sello Lantower acaba de publicar Miles Davis Quintet. Complete recordings. Live at The Olympia 1960, edición de cuatro discos que recogen las paradas parisienses de las giras del quinteto de Miles: el 20 de marzo y el 11 de octubre. Además de música de la belleza y la profundidad de la que es capaz un Davis en momentos de verdadera gracia, las grabaciones testimonian instantes cruciales en el desarrollo del jazz. Por ejemplo, “el momento en el que John Coltrane comienza a separarse de su presente”, como apunta el crítico Diego Fischerman en las notas que acompañan la edición. Coltrane partiendo en viajes personales, en el umbral de lo que poco después dejará sentados en su maravilloso A Love Supreme y de ahí en más. Este podría ser uno de los privilegios que otorgan estos discos. O el aplauso del público tras los solos de Coltrane, en “On Green Dolphin Street”, de más de cuatro minutos, o el de “Walkin”, de casi seis, condimentados con inquietantes silbidos; señales de incertidumbre ante el alumbramiento de lo nuevo que resultan más evidentes en “Bye Bye Blackbird”, cuando el solo de Davis, más solo que nunca, de más de seis minutos, es en repetidas ocasiones juzgado sonoramente por el público francés.
En el segundo volumen de la edición, la dinámica del quinteto permanece intacta, aun cuando los solos de Stitt al saxo tenor resultan más concisos y Miles, ligeramente más agresivo, puede ser él mismo sin el contraste afectivo de Coltrane. Por primera vez en edición completa y con sonido muy bien restaurado, ese álbum devuelve a un Miles implacable, al frente de un quinteto que aparece en uno de sus mejores momentos y que además es testigo, como quien escucha, de Coltrane carreteando para alzar vuelo. Una vez más Miles abona la raíz de lo que vendrá.
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