Miércoles, 31 de mayo de 2006 | Hoy
DISCOS › “LUNATICO”, LO NUEVO DE GOTAN PROJECT
Tras vender más de un millón de copias de su debut, el trío de Eduardo Makaroff, Philippe Cohen Solal y Cristoph Müller vuelve con una sorpresa: más tracción a sangre y menos electrónica.
Por Karina Micheletto
Son los inventores de una nueva batea en las disquerías, la del tango electrónico, aunque renieguen de la etiqueta. Un argentino, Eduardo Makaroff; un francés, Philippe Cohen Solal, y un suizo, Cristoph Müller, metieron al tango en el dance floor, y lo hicieron desde Europa. Cinco años después de aquella pequeña revolución de su disco debut, La revancha del tango, que vendió más de un millón de copias, Gotan Project vuelve con un segundo álbum, con nombre de equino mítico: Lunático. Y lo que traen, esta vez, puede sonar sorpresivo: más tango y menos electrónica. O mejor dicho: el tango, en una serie de cruces posibles, desde sus raíces negras, con surcos de candombe o chacarera, pasando por el jazz, el dub jamaiquino y hasta la música country. Y, también, la electrónica.
La intención es la misma. Pero donde antes había confrontación tango-electrónica, ahora hay un despliegue con el tango como protagonista absoluto. Lo cual admite una lectura posible, más allá de toda declaración de “búsqueda”: por el lado de la electrónica, hay un camino que puede agotarse en un solo disco. Ellos mismos admiten, desde su página web, haberse planteado una pregunta incómoda: “¿Qué hacer una vez pasada la sorpresa?”. “Retomar el camino, precisamente donde lo habían dejado y, a partir de allí, seguir adentrándose cada vez más en las profundidades de la tradición, para extraerle nuevos rumbos”, se explica.
Para este nuevo disco, el trío reforzó su alianza con el pianista Gustavo Beytelmann, un argentino que vive en París desde hace más de 25 años. Y con todo un seleccionado de “argentinos en el exterior”: Juan Carlos Cáceres, pionero en la búsqueda de las raíces negras del tango. Los hermanos Rudi y Nini Flores. Minino Garay, quien también ajusta su música por el lado del cruce entre percusión, ritmos del Río de la Plata y elementos de la electrónica. Se suman, como invitados, “argentinos de la Argentina”, el bandoneonista Néstor Marconi y el percusionista Facundo Guevara, y los multiétnicos Calexico, entre otros.
¿Por qué ahora más tango y menos electrónica? “Primero, porque el tango es una música que tiene mucho peso, más te metés y menos podés salir, es como una enfermedad”, define Eduardo Makaroff, desde París. “Y también porque Cristoph y Philippe, que son gente del palo de la música electrónica, no están escuchando tanta electrónica. Debe ser que están en una búsqueda más amplia. Y también que esa música empieza a repetirse, a llenarse de clichés.”
En la más temprana formación musical de Makaroff ya aparece algún germen del espíritu de Gotan Project, aunque nadie podría sospecharlo en aquel entonces. Sus primeros profesores fueron el ex Manal Claudio Gabis y un hombre del tango menos ortodoxo, Tata Cedrón. “Empecé estudiando tango al mismo tiempo que rock y terminé componiendo tango como quien compone rock”, dice ahora Makaroff. “Mi generación y las que la sucedieron dejaron al tango de lado como canal de expresión. En su momento tomamos al rock para decir lo que teníamos que decir. Y hoy estamos volviendo al tango, que durante todo este tiempo no estuvo explotado. ¿Por qué? Porque es una de las grandes músicas del siglo XX, como el rock, el jazz, la música brasileña y... pará de contar. El tango, llevado a la modernidad, hoy resulta mucho más singular que el rock, que muestra demasiado de lo mismo por todos lados.”
En Lunático se escucha, sampleada, la voz de Gardel en el final de Leguisamo solo: “Bueno, viejo Francisco, decile al Pulpo que a Lunático lo voy a retirar a cuarteles de invierno... Ya se ha ganado sus garbancitos... ¡Y la barra, completamente agradecida! ¡Sentí la barra!”. Un recitado del Aquí me pongo a cantar del Martín Fierro (La vigüela). Una alusión a Ry Cooder (París, Texas) que resuena con algo de baguala. Letras que hablan de exilios contemporáneos y de histerias masculinas, cantadas por Cristina Villalonga. En algunos temas (Lunático, Mi confesión) se grabaron breves loops orquestales, que luego, cuenta Makaroff, se usaron como base para componer encima. Cierto fondo de nostalgia atraviesa todo el disco, que suena como Buenos Aires hoy, en días de lluvia.
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