Miércoles, 31 de mayo de 2006 | Hoy
TELEVISION › UNA CRONICA DE LOS PREMIOS MARTIN FIERRO DESDE EL PANTEON DE LAS “ESTRELLAS”
Vedettes en busca de un fogonazo, ganadores alardeando, quejas por la comida, discursos frivolizados: la trastienda del premio.
Por Julián Gorodischer
“Avancen, sin detenerse, ¡sigan!”, indicó la promotora, anticipando a la prensa el tono de la velada: encierro en un bunker sin ventilación, decenas de patovicas custodiando y una pantalla sin sonido para enterarse dificultosamente de la pompa de la gala. Pero luego se concretó la infiltración en el gran salón de los Martín Fierro y todo quedó claro: “Es como un casorio, falta el tío borracho”, definió un acreditado que desparramaba enojos. Según las cifras duras, Canal 13 se llevó 18 estatuillas, suma del total de lo que ganaron los restantes canales de aire. Como ya pasó en 2005, el 13 se quedó con el de Oro, esta vez para Mujeres asesinas: los de Aptra decidieron que lo mejor del año fue la ficción de unitarios trabajados como si fuera cine, la trama de víctimas y victimarios intercambiables. El rumor sobre el premio mayor no dejó de circular entre las mesas, llegando a extremos impensados de previsibilidad. “A ver si se corren un cachito –decía una mesera antes de que se anunciara el Oro–, que pronto habrá un plano a la mesa de las chicas...”
Entre el desenlace cantado para el Oro y el vértigo de la primera gala medida minuto a minuto (con un promedio de 37 puntos y picos de 46), el salón del Hilton se llenó de quejas por la escasez culinaria, gente deambulando de una mesa a otra, saluderas llenas de desgano: la Biblia junto al calefón para combinar ganadores y vencidos, frívolos y comprometidos. ¿El sello de la jornada? “Fue la entrega menos política que hubo –analizó Eduardo Aliverti, mejor voz en radio–; se rindieron ante el glamour de la tele. Es una fiesta aguachentada, sin discurso, aunque me parece interesante el premio a Carburando contra todo el aparato tecnológico.” En el salón, las estrellas pincharon y despincharon incomibles mariscos sobre bolitas de sal o envidiaron a los exitosos del día: Pettinato, consagrado por partida doble en radio; las Mujeres..., premiadas en los rubros de Director, Guión, Unitario, Actriz y Oro; o la productora Cuatro Cabezas, con estatuillas para CQC, La liga y Algo habrán hecho. “Se lo dedico a Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli y a todos los que murieron por la libertad”, discurseó el historiador Felipe Pigna, levemente desmesurado.
“Hay gente muy buena en la radio –divagó Pettinato, en un corte–, en la tele son todos figurones. Mi programa (ganador en el rubro Interés General y Animación Masculina) dejó discípulos que ahora están ahí; lo pensamos con Iván Velazco, funcionó e hizo cambiar a la FM.” El salón de intenciones futuristas coronó cada mesa con flores de acero de colores; allí los revoltosos de El tiempo no para, en el centro (subiendo repetidamente a entregar premios), fueron el atractivo principal de las groupies tras la valla: iban en grupo al baño, se pasearon sin mirar a nadie, haciendo rancho aparte. Freddy Villarreal, de No hay 2 sin 3, hacía fumar a las chicas de su habano; el pelado de CQC se subía a Nazarena en las rodillas; el modisto Company acompañaba a Ileana Calabró (que un rato antes descendió de una limusina blanca), de extraño vestido transparente “con pituto”. “Te explico, nena –le dijo a la cronista acreditada en baños–. Para hacer pis, le retiro la cola y lo cuelgo del pituto.” La excentricidad le valió el puesto de peor vestida, según un productor del programa y revista Tendencia, seguida de cerca por Nicole Neumann como salida de una superproducción de época. La mejor trajeada, para este policía de la moda, fue Inés Estévez, de largo vestido celeste y en pleno renunciamiento trágico. “Es mi último premio”, dijo al recibir la estatuilla por mejor actriz y no generó la ovación de parado.
Interrogada con insistencia, la moza dejó escapar primicias módicas: “Guillermo Andino se quedó recaliente; la de FM 100 fue la mesa más fiestera; todos toman vino sin parar...”. Ya era tarde cuando los de Telefé se resignaron a la cuota limitada de estatuillas (sólo seis), y también cuando Susana (ganadora quejosa por el año difícil que le hicieron pasar) era retirada en trencito de guardias y marido. El fetichismo de lospostres, año tras año, prevé una figura alusiva, y en el 2006 fue la de sillón y control remoto. Al movilero que casi pierde un diente en el intento, la moza le advirtió, tardía: “El sillón no se come... Es de porcelana...”. Abundaron, entre otras especies, la de los empalagosos que sostuvieron la cola del vestido a la Calabró o enderezaron el andar en zigzag de Dolores Fonzi, orgullosos de tocar la fama por cercanía. Se extrañaron, en cambio, intervenciones políticas como las del año anterior: bolivianos contra González Oro o militantes antipieles contra el visón.
Aquí sólo circularon chicas vestidas de rojo para alertar sobre “el infarto femenino”, o uruguayos del canal Tele 12, aplacando la contienda argentino-uruguaya con un llamado a que “los hermanos sean unidos”. Nada alcanzó para aliviar la modorra: ni el champagne que todos reclamaban, ni los comentarios malintencionados por las patinadas de Mirtha, ni la actuación esmerada de Miranda! con hits de las novelas Una voz en el teléfono y La extraña dama. A la una y media se iba Tina Serrano, mejor actriz de reparto por Criminal, de negro y sin el desenfado de su aparición sin bombacha. “Yo soy una actriz de composición; hoy soy la Madre Superiora, sin ningún desliz” (pero con la estatuilla entre los pechos). El éxodo preveía salidas apretujadas como en el subte B, cargamentos de souvenirs más o menos legales, grupos que se iban a comer “como la gente”. El que se paraba en las coordenadas de la suerte podía entretenerse con el monólogo interior de Nazarena Vélez, en plena catarsis post-ascenso al escenario a recibir el premio de Tiempo límite. “Le voy a hacer caso a Gerardo y voy a bajar unos cambios”, dijo en confianza inentendible con el cronista. “No tengo que exponerme tanto, ¿sabés? Y vos –al movilero del programa Cámara en mano–, ¡sacá esa mano!”
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