Mié 13.03.2013
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DISCOS › LIVE IN NEW YORK CITY, DOS CD Y UN DVD DE PAUL SIMON

Un concierto para los vecinos

Casi en la intimidad, el neoyorquino repasa éxitos de toda su carrera junto a una banda formidable. En los bises entrega una versión extraordinaria, solo con su guitarra, de “The Sound of Silence” y cierra maravillosamente con “Still Crazy after All These Years”.

› Por Diego Fischerman

Es, sin duda, un neoyorquino. No es sólo una cuestión de residencia. En su música, como en la propia ciudad, hay un gesto de apropiación y, al mismo tiempo, de entrega. Allí fue uno de los que, a comienzos de los ’60, reinventó el folklore de los Apalaches como música urbana. Y no podrían no ser neoyorquinos la inclusión del grupo Los Incas en “El cóndor pasa” –una especie de huayno que alguna vez había sido parte de una zarzuela, compuesta en 1913 por el peruano Daniel Alomía Robles–, Stéphane Grappelli tocando el violín en “Hobo’s Blues”, en su primer disco solista, en 1972 y, después, Los Lobos, Ladysmith Black Mambazo, Milton Nascimento, Olodum y, en So Beautiful or So What, su último disco de estudio, la koba de Yakoura Sissoko en la bellísima “Rewrite” o la percusión india en “Dazzling Blue”.

Paul Frederic Simon es tan neoyorquino que actuó en la película Annie Hall, de Woody Allen, haciendo de Tony Lacey, un productor discográfico. Y escribió una comedia musical para Broadway, The Capeman, estrenada en enero de 1998 y fracasó luego de tan sólo 68 representaciones, en mayo de ese año y tras haber significado la pérdida de 11 millones de dólares. Con Rubén Blades como uno de sus protagonistas, contaba la historia de Salvador Agrón, un puertorriqueño condenado a los 16 años por haber matado a dos chicos blancos a los que había confundido con integrantes de una banda rival. Un nuevo final infeliz para West Side Story donde, incidentalmente, había, como siempre, varias grandes canciones.

Como Bob Dylan, Lennon y McCartney (juntos o por separado) o Luis Alberto Spinetta, con Simon nada resulta más difícil que hacer una lista corta de sus piezas maestras. Cualquiera dejaría de lado tantas como podría incluir. En ese sentido, la edición de Live in New York City, el lujoso conjunto de dos CDs y un DVD publicado por Concord (y distribuido por Universal) que da cuenta de su actuación en el Webster Hall de esa ciudad, el 6 de junio de 2011, tiene la rara virtud no sólo de presentar en vivo a So Beautiful or So What –un disco con algunas de las mejores canciones de su carrera–, sino de recorrer de manera convincente el trayecto hasta allí. No está, por ejemplo, “Graceland”. Pero, en compensación, aparecen, de ese mismo disco “Crazy Love Vol. II”, “The Boy in the Bubble”, “Diamond on the Soles of her Shoes” y “Gunboots”.

Está el comienzo con “The Obvious Child” (que también abría el disco The Rhythm of the Saints), están las notables “Dazzling Blue”, “So Beautiful or So What”, “Rewrite” (donde un ex soldado en Vietnam recuerda, o se recuerda, mientras atiende en una estación de servicio, algo que podría ser su vida o un guión para alguna obra), y “Afterlife”, de su último álbum. Y “Mother and Child Reunion”. Y “50 Ways to Leave your Lover”. Y “The Only Living Boy in New York”. Y, ya en los bises, una versión extraordinaria, solo con su guitarra, de “The Sound of Silence” y un final perfecto con “Still Crazy after All These Years”. Pero, sobre todo, está un artista en toda su plenitud (en ese momento próximo a cumplir 70 años), con una banda formidable, en la que se destacan el percusionista Jamey Haddad, Jim Oblon en batería y el polifacético Mark Stewart, en coros, guitarra, saxo y otros instrumentos de viento. Y que esta vez, lejos del gigantismo del Central Park o el Madison Square Garden, canta, casi en la intimidad, para sus vecinos, otros neoyorquinos.

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