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Miércoles, 11 de diciembre de 2013

DISCOS › SWEET SUMMER SUN-HYDE PARK LIVE, DE LOS ROLLING STONES

Transfusión de rock and roll

Se parece bastante al milagro que una banda pueda celebrar 50 años de carrera con conciertos como los que comprime este doble CD + DVD, pero Sus Majestades Satánicas lo hicieron durante este año en el célebre parque londinense.

 Por Roque Casciero

Los Rolling Stones instauraron hace ya mucho tiempo la idea de sacar discos de estudio sólo como excusa para salir de gira. Y en los últimos años ni eso: aprovechando los 50 años de la banda, apenas aparecieron un par de canciones nuevas en el compilado triple Grrr!. El tour, claro, fue un éxito, con dos grandes hitos: la primera vez que Sus Majestades Satánicas tocaron en el célebre festival de Glastonbury y el regreso al Hyde Park londinense, donde Mick Taylor debutara como guitarrista del grupo en 1969 tras la muerte de Brian Jones. La combinación de tomas de esos dos shows, que primero fue exclusiva de iTunes, ahora acaba de aparecer en formato físico, en una edición de doble CD + DVD. Sí, otro disco en vivo de los Stones. Como para que más de uno se pregunte si realmente hacía falta, si de verdad se puede seguir considerando a estos septuagenarios “la banda de rock más grande del mundo” y, para los más extremistas, si la idea misma de los Rolling Stones tiene algún sentido a esta altura.

Y entonces suena el primer acorde de “Start me up”, se eriza la piel frente al estéreo y cada uno de esos prejuicios se va bien al carajo. Porque Sweet summer sun es mucho más que el documento que mezcla tomas de dos conciertos de los Rolling Stones: es un cambio de sangre, una transfusión de rock and roll. Los prejuiciosos, en todo caso, deberán preguntarse por qué músicos que podrían ser los bisnietos de Mick Jagger no son capaces siquiera de acercarse a su despliegue de energía. O por qué no surgió, en tantos años de rock, quien pueda disparar riffs desde una guitarra como Keith Richards. Todas y cada una de las razones para amar a los Rolling Stones se encuentran comprimidas en estos discos: canciones de brillo eterno (“It’s only rock’n’roll”, “Honky tonk women”, “Miss you”, “Ruby tuesday”, “Paint it black”... ¡demasiadas!), en versiones que destilan una frescura impensable para señores que deberían estar rockeando en un geriátrico, más una multitud entregada y participativa, en la que la banda funciona como salvoconducto para las diferencias generacionales.

Si escuchando los dos CD se puede percibir todo eso, la espléndida filmación de Paul Dugdale lo torna tan evidente que es casi una perogrullada andar describiéndolo... El DVD va desde la vastedad de la multitud hasta el detalle del paquete de Marlboro abierto y las púas blancas con la célebre lengua arriba del amplificador de guitarra de Richards. Desde las corridas de Jagger por la enorme pasarela hasta el vuelo final de una de las florcitas rojas de papel que, tras haber sido arrojada por los aires durante el cierre con “(I can’t get no) Satisfaction”, todavía ondula por el escenario ya vacío. Desde planos fijos de asistentes al concierto –de todas las edades y aspectos– hasta tomas en las que el atardecer en el cielo londinense sólo es recortado por la energética figura del cantante. Sweet summer sun complementa el recuento del concierto con testimonios de los cuatro Stones y del invitado de lujo Mick Taylor, aunque sólo en audio: en lugar de la obviedad de las “cabezas parlantes”, el director eligió imágenes descriptivas y/o poéticas. La única contra del DVD es que carece de subtítulos.

Para evitar la repetición de adjetivos que pueden llegar hasta la desmesura, baste con la descripción de algunos momentos del concierto. Por ejemplo, “Midnight Rambler” con un Taylor gordo y añoso, pero endemoniado. O el escenario rojo sangre en “Simpathy for the Devil”. O la performance de la corista Lisa Fisher en “Gimme Shelter”. O en perfecto ensamblaje con el London Youth Choir para una versión inolvidable de “You can’t always get what you want”. O una ajustadísima “Honky tonk women”, para la que Jagger se puso la misma camisola blanca de 1969. Y, claro, “(I can’t get no) Satisfaction”, algo así como el Himno Nacional de Stonelandia, precedido en el DVD por palabras de los músicos. “Si la has hecho durante tanto tiempo como yo vengo haciéndola, es sólo porque creés que todavía no salió del todo bien”, dice Richards, el hombre que soñó con ese riff inmortal. Una exageración, a todas luces: si la canción perfecta existe, es probable que sea ésa. Pero si Jagger, Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood creen que todavía pueden ir más allá con ése u otro tema, ¿quién se animaría a contradecirlos?

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Imagen: Corbis
 
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