7-Live at the House of Tribes
Wynton Marsalis. Blue Note, 2005
Hay un punto de partida indiscutible. Wynton Marsalis toca la trompeta como los dioses y su estilo, además, no se parece al de ningún otro músico de jazz. Como compositor, por otra parte, busca permanentemente escapar al modelo más estandarizado de tema-solos-tema. En este disco, además, hay momentos brillantes como el dúo con contrabajo de Green Chimneys. Pero el tono de reciclaje omnipresente, entre el blues y un elligtonismo que recurre al Ellington más tradicional, termina frenando al grupo –y al oyente–.
D. F.
8- Canciones argentinas
Víctor Torres. Irco, 2005
El notable barítono Víctor Torres aborda aquí, con acompañamiento de piano (se alternan Fernando Pérez y Carlos Kofman) un repertorio de cámara íntimo, de autores como Carlos López Buchardo, Felipe Boero y Julián Aguirre entre otros. Su timbre cálido y un fraseo que jamás se excede en manierismos calzan como guante en estas miniaturas que van desde el romanticismo a la francesa de algunos de los compositores hasta la sutil evocación del folklore rural argentino en Aguirre, el más interesante de los autores incluidos.
D. F.
7- Ciudad secreta
María Estela Monti Gobi Music, 2005
Se agradece el buen gusto en la elección del repertorio (mucho Cátulo Castillo, algo de Piazzolla, un Abonizio por ahí) y el cuidado general que recorre el disco, pero el mayor mérito de esta Ciudad secreta acaso pase por el tono interpretativo, prescindente de toda impostación afectada. El tango está presente todo el tiempo, sin que María Estela Monti apele a estridencias ni sobreactuaciones. Dos temas llaman la atención: la Zamba del ángel (fuera de su registro convencional) y Alas de tango (de Scherman y Gurevich), con León Gieco como invitado.
F. D.
7- Conurbano
El Portón Indep, 2005
Candombe, murga, un aire de rumbita, ritmo y melancolía. El Portón expresa aquel híbrido que se dio en llamar “música del Río de la Plata”, pero ese espacio es viable para incluir más especialmente –fundamentalmente después de la crisis de 2001– la denuncia allí donde antes bastaba con el costumbrismo. Así, guiado por las influencias rítmicas de Jaime Roos y la Bersuit (entre muchas otras), El Portón ubica sus historias en el conurbano, como imaginario social y disparador artístico. El resultado es desparejo, pero contundente.
F. D.