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Miércoles, 28 de marzo de 2007

DISCOS › “BASTA”, DE LAS PELOTAS

Cuando un grupo sabe lo que hace

El disco recompensa la espera de cuatro años: Las Pelotas vuelve a demostrar una personalidad, una identidad, que no abundan en el medio actual.

 Por Eduardo Fabregat

¿Por qué será que el aire se satura tanto de música descartable, mientras que los buenos músicos, los músicos confiables, se toman cada vez más tiempo entre disco y disco? Será por el riesgo multiplicado que significa hoy la edición discográfica, será porque los shows son siempre una mejor alternativa para ganarse la vida que pasar demasiado tiempo en un estudio, lo cierto es que en la escena local la edición de nuevas obras de figuras centrales está ralentizada. Así, el consumidor de buen rock argentino no puede menos que lamentarse por tanta espera para escuchar lo nuevo de un grupo necesario como Las Pelotas. Pero a cuatro años de Esperando el milagro, el sexteto al fin dijo Basta, y esa espera quedó recompensada. Largamente recompensada.

Considerar a Las Pelotas una banda confiable no es, valga la redundancia, un exceso de confianza: no es novedad que en los últimos tiempos escasean los buenos exponentes del rock más sanguíneo, empantanado en manos de músicos amantes de cuatro acordes, líricas que visitan los lugares más comunes y filosofías que rescatan el “aguante” antes que la creatividad o la audacia. Pero el grupo de Germán Daffunchio, Alejandro Sokol, Gabriela Martínez, Tomás Sussman, Gustavo Jove y Sebastián Schachtel no sólo tiene larga experiencia y una auténtica pasión por cimentar artísticamente su historia. Las Pelotas sabe lo que hace y, si decide honrar el rock and roll más clásico –como en “Revolución”–, lo hace con una soltura y una convicción que distingue ese título, apenas un matiz en Basta, por encima de centenares de rockitos que andan dando vueltas por ahí.

El grupo, además, está muy lejos de quedarse en esas costas. Las Pelotas tiene canciones que atrapan, abre con la energía avasallante de “Basta” y cae en el encanto inmediato de “Como un buey” –primer single– o la contagiosa “Siento luego existo”, un hit de los shows previos a la salida del disco. Deja filtrar algo de melancolía en “La brisa” o “La marmota”, demuestra su capacidad para generar climas intimistas en “Más que un deseo” o desata un vendaval eléctrico de guitarras en la potente “Matrimanicomio”. Con Daffunchio y Sokol compartiendo el protagonismo en la voz, el nuevo disco de estudio de los cordobeses por opción los muestra, por encima de consideraciones particulares sobre cada canción, con una personalidad afianzada y sólida, producto de tantos años peloteando ideas. Felizmente, la veteranía de la banda se traduce en una identidad y un sonido bien propios, que elude cualquier comparación fácil y no necesita retrotraerse a Sumo para darle validez. Las Pelotas dijo Basta. Ojalá no haya que esperar tanto hasta la próxima declaración.

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El nuevo disco de Las Pelotas trae aire fresco a una escena rock algo empantanada.
 
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