Miércoles, 20 de junio de 2007 | Hoy
DISCOS › “SKY BLUE SKY”, UN ALBUM IMPERDIBLE
Como en toda su carrera, el grupo de Chicago hace borrón y cuenta nueva.
Por Roque Casciero
Mientras algunas bandas trazan su carrera en una línea casi recta, con imperceptibles desvíos estilísticos (pensar en Ramones o AC/DC, por ejemplo), hay otras que parecen avanzar en zigzag, reaccionando contra su álbum anterior. Wilco no pertenece a ninguna de esas categorías, porque el derrotero a lo largo de sus doce años de carrera ha sido por momentos sinuoso, en otros intrincado, a veces bajo un cálido sol otoñal y en otras con el bajo cero que provoca el sentimiento de incomunicación. En realidad, Wilco no sólo no entra en las categorías citadas anteriormente, sino en ninguna categoría, lisa y llanamente. Sirve decir que vale la pena atesorar sus seis discos de estudio, pero siempre por motivos diferentes. El debut A.M. (1995) continuaba la senda del country alternativo (o alt country) que Jeff Tweedy, líder de Wilco, había ayudado a inventar en su banda anterior, Uncle Tupelo. El doble Being there (1996) ampliaba la paleta con elementos de psicodelia, detalles orquestales y hasta uso de instrumentos de viento. Summerteeth (1999) se internaba en un pop bien luminoso y beatle. Yankee Hotel Foxtrot (2002), la obra maestra de Wilco, era un canto desesperado y solitario en un mundo que se derrumbaba: por algo se lo llamó “la respuesta norteamericana a Ok Computer”. Y A ghost is born (2004) mostraba a un Tweedy a punto de quebrarse: al poco tiempo de publicarlo se internó en una clínica para superar su adicción a los calmantes, porque hacía años que convivía con una molesta migraña.
Sin embargo, desde el mismo título, el nuevo álbum de Wilco deja en claro que los fantasmas quedaron atrás: Sky blue sky (“Azul cielo azul”) trae una versión orgánica de la banda de Chicago. Eso no implica que el disco, que se despereza hasta rockear con amable intensidad –entre el Neil Young de Harvest y el soft rock californiano–, no contenga algunos de los momentos más altos de la carrera de Wilco. En la hermosa balada “Impossible Germany” Tweedy está más desolado que nunca, pero en “Shake it off”, otro de los picos del disco, se muestra resuelto a sacarse de encima viejos estigmas “cuando esté lo suficientemente despierto”. “Hate it here”, en tanto, podría haber sido una gran canción de los Eagles si los Eagles hubieran escrito grandes canciones. Y “Walken”, que arranca con un piano de bar del oeste, enseguida oscila entre la delicadeza de una balada y los cortes abruptos de la guitarra del hechicero Nels Cline, de gran renombre en el mundo de la improvisación sónica, una de las últimas incorporaciones de Wilco.
“Hay una luz dentro de vos”, insiste Tweedy en “What light”, entre “uhhhuhhhhs” de sus compañeros y una slide guitar preciosa: el hombre ha recuperado la esperanza y es capaz de avizorar tiempos mejores, como en “On and on”, donde la luz del amor se filtra en medio de los nubarrones. Tweedy sabe por experiencia que cuando éstos se disuelvan, sólo quedará el cielo azul, profundo y bello.
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