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Miércoles, 10 de octubre de 2007

DISCOS › “SINO”, DE CAFE TACUBA

La audacia de jugar a la reinvención

En su disco quizá menos “mexicano”, el cuarteto exhibe una nueva versión que coquetea con el rock progresivo.

 Por Eduardo Fabregat

“Cada disco es una oportunidad para demostrar lo que somos en el momento. Cada uno de nosotros compone de manera individual o se imagina algo por separado y juntos trabajamos en todo esto.”

La frase pertenece al mutante vocalista de Café Tacuba, que por estos días se llama Ixxi Xoo, y que acaba de demostrar en el escenario del Pepsi Music y de La Trastienda que su capacidad de performer va más allá de los eternos cambios de nombres. Tras las cumbres alcanzadas por Cuatro caminos, la pregunta ante la edición de Sino apuntaba precisamente a ese “lo que somos en el momento”: cualquiera que haya prestado atención al cuarteto de Ciudad Satélite está acostumbrado a una cuota de audacia que lo situó siempre en el malón dominante de la música del continente. Y cuando un grupo siempre arriesga, el oyente tiene el secreto temor de que un día, un disco, el impulso se detenga.

Recorrido el viaje que va de “Seguir siendo” a “Gracias”, los temores pueden espantarse sin problemas: Ixxi, Meme del Real, Quique y Joselo Rangel se resisten a dormirse en los laureles, no se desaniman ante las mil posibilidades del viaje que se propusieron allá lejos y hace tiempo. Decidido a romper una vez más con lo esperable, Café Tacuba parió ayer su disco quizá menos mexicano, lo cual de ninguna manera debe tomarse como una falencia o una pérdida de identidad. Es otra de esas decisiones que toman los audaces, del mismo tenor que la elección de un single como “Volver a comenzar”, que con sus siete minutos y medio, su clima delicadamente construido, se caga olímpicamente en las reglas del mercado. Y exhibe la chapa del sendero elegido por el grupo, que abraza apasionadamente un rock progresivo que no tiene nada de anacrónico.

Así, Tacuba no abandona esa facilidad para canciones guitarreras como “Vámonos”, “Abandonado”, “Tengo todo” o las energéticas “De acuerdo” y “Cierto o falso”, o el coqueteo entre lo orgánico y lo tecnoso de “El outsider”. Pero a la vez se interna en un tipo de elaboración no tan habitual, diferente de la expresada en Revés/Yosoy, que deja perlas como “Esta vez”, “Arrullo”, “53100” –que, créase o no, abre con reminiscencias de cierta bandita llamada The Who– o el mismo cierre de “Gracias”, con solo de batería al viejo estilo incluido. “No sabemos si este disco tiene este asunto de volver a comenzar algo. Cada quien propone y las cuatro visiones hacen una sola”, completó Joselo en la presentación realizada en Querétaro, paso introductorio de una gira que los llevará por México, Japón y Estados Unidos. El sino, entonces, será seguir recorriendo caminos sin prejuicios, produciendo el milagro de que cada retrato de “lo que somos en el momento” se sostenga en la convicción que da el deseo, y el valor, de reinventarse cada vez.

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Tacuba en Buenos Aires, hace sólo unos días: el grupo mantiene su cuota de riesgo artístico.
 
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