TELEVISION › UN REPASO POR LOS CONTENIDOS DE LA PANTALLA CHICA
La industria enfrenta una recesión que es económica y también creativa. Noticieros que parecen magazines, ciclos que dejan la responsabilidad de lo que se ve en manos de la gente y apuestas a juegos que se repiten marcan el pulso de una temporada pobre.
› Por Emanuel Respighi
Sostener que la pantalla chica es autista respecto de lo que sucede alrededor es tan necio como creer que la opinión pública no está condicionada, en algunos casos hasta determinada, por la parafernalia mediática. Los lazos entre la sociedad y la televisión son cada vez más estrechos y se retroalimentan permanentemente. Un breve repaso por los contenidos de la TV actual sirve para comprender de qué manera la industria enfrenta una recesión que no sólo es económica sino también creativa. La oferta que impera en los canales de aire recuerda los peores momentos del menemato, aunque sin el cheque en blanco del 1 a 1. Ciclos de entretenimientos que se estiran a más no poder, ficciones que reiteran clichés y fórmulas probadas, noticieros que cada vez son más magazines y menos informativos a la vieja usanza conforman un cóctel catódico que no lejos está de ser casual. La pregunta se vuelve inevitable: ¿los contenidos de la TV responden a las preferencias de los televidentes o a la propia lógica uniforme del empresariado local?
La crisis económica y financiera mundial anticipó una temporada austera. En tiempos de crisis e inestabilidad, los canales y las productoras televisivas son los primeros en abrocharse el cinturón. Es parte de la lógica imperante en la pantalla chica. Sin embargo, la frase de que “toda crisis es una oportunidad” alimentaba la esperanza de toparse con contenidos innovadores y diferenciales. Entrando en el último trimestre del año, la proclama de comienzos de año de productores y ejecutivos televisivos se consolidó como mera ilusión. Basta encender la tele a cualquier hora para darse cuenta de que, salvo honrosas excepciones, en tiempos de crisis los canales de aire metieron mano en propuestas pasatistas y clásicas. Prendan y vean.
El 2009 marcó el regreso masivo del género más básico de la televisión: el de entretenimientos. Los ciclos de juegos fueron el recurso que más a mano tuvieron aquellos que se encargan de decidir qué programas poner al aire. El caso de Justo a tiempo (lunes a viernes a las 21.15, por Telefe), es el más paradigmático de todos: con juegos sencillos, destrezas imposibles (¿quién puede parar un reloj con segundos y centésimas en un minuto exacto?) y premios de poca monta, el ciclo que conduce Julián Weich llena más de dos horas diarias en el prime time del canal líder. En el espacio en que históricamente la emisora incluía sus dos apuestas de ficción más arriesgadas y costosas, esta temporada se emite un ciclo vacío de contenido pero que sostiene el prime time de Telefe: Justo a tiempo suele promediar el rating más alto del canal, superando diariamente los 16 puntos. Con poco y nada es uno de los cinco programas más vistos del año. Incentivado por esa jugada que sorprendentemente salió muy bien, el canal que dirige Claudio Villarruel no quiso dejar pasar la oportunidad de engrosar su audiencia a bajo costo y también estrenó Flor de palabra (miércoles a las 23), otro ciclo de juegos. Si bien es un formato que Telefe le adquirió a Endemol Internacional, lo cierto es que se trata de un programa en el que los participantes compiten entre sí y contra una computadora para ver quién adivina primero la palabra escondida, a través de una serie de indicios. Un formato conocido por todos, sólo que maquillado, y que, como en Justo a tiempo, debe su mayor atracción a la gracia de su conductora, Florencia Peña. Aunque suele terminar pasada la medianoche, Flor de palabra mide siempre más de dos dígitos. No es poco.
Si años anteriores Telefe ofrecía opciones al entretenimiento y el humor ramplón de ShowMatch en El Trece, esta temporada decidieron que la competencia se librara entre ciclos producidos con la misma materia prima y finalidad, sin otra búsqueda más que el pasatiempo de los televidentes. Incluso, en esa misma línea elegida por el canal líder se puede ubicar al renovado CQC (lunes a las 22.30). El ciclo de Eyeworks Cuatro Cabezas abandonó definitivamente el periodismo político-humorístico que revitalizó al género televisivo a comienzos de los noventa: 2009 marcó la consolidación del viraje al humor del programa que conducen Ernestina Pais, Gonzalo Rodríguez y Juan Di Natale. Aquella mosca insaciable que supo incomodar a la clase política hoy apenas es una mariposa que dulcemente aletea entre la farándula y el mundo del espectáculo. Lo llamativo, o no, es que CQC está teniendo su mejor temporada de la historia en términos de audiencia.
En este escenario en el que el entretenimiento cotiza con buena audiencia, los reality shows –el género pasatista por antonomasia– también coparon la pantalla. Una muestra más de que buena parte de los hacedores de la TV dejaron la responsabilidad del contenido en manos de la gente. Una fórmula facilonga y barata, que no requiere de ideas creativas de quienes producen. Ni mucho menos pretende activar las neuronas de los televidentes.
Los ejemplos sobran. En El Trece, diariamente Andrea Politti anima Canta conmigo, Argentina (lunes a viernes a las 14.45), una suerte de audición musical en el que dos familias compiten entre sí cantando y bailando temas en castellano. Una propuesta con la que Adrián Suar pensó mejorar la primera tarde del canal, sin éxito. Con distinta suerte, hasta el enlatado Canal 9 vio el filón y acaba de estrenar Latin American Idol (miércoles a las 22), el reality musical que produce Sony para toda la región, y que se convirtió en el programa más visto de la señal. Además, ShowMatch (lunes, martes, jueves y viernes a las 22.45, por El Trece) transita el género a través de Bailando y Cantando por un sueño, y con la combinación de ambos que resultó ser El musical de tus sueños, actualmente al aire.
Hay realities que trascienden la música. Uno de los programas de mayor audiencia de la temporada es Talento argentino (jueves a las 22.30, por Telefe), el ciclo que recorre el país mostrando las dotes artísticas de los heterogéneos participantes, ante la mirada de un jurado presto a apretar el botón de eliminación sin concesiones. Otro ejemplo que abona la pobreza de la oferta televisiva es El casting de la tele, que los sábados a las 20 emite El Trece y en el que ciudadanos comunes hacen todo tipo de destrezas con tal de salir en cámara.
Más allá del regreso del género, lo que más llama la atención es la falta de pudor con que este año los programas de entretenimientos reflotan juegos o segmentos ya utilizados, sin temor a que se los acuse de ladris. En Justo a tiempo volvió el juego del “billete de dos pesos” que el mismo conductor utilizó en el último lustro de los noventa en Sorpresa y media, a la vez que el ciclo ahora también incorporó al famoso Chupetómetro de Carlitos Balá, en plan “homenaje” al inolvidable actor de flequillo. De la misma manera, El musical de tus sueños en ShowMatch no es otra cosa que la combinación de Bailando y Cantando por un sueño. Pero eso no es todo: hoy a las 21 debuta en El Trece Hoy es tu día, un ciclo que cumplirá sueños a la gente común. Cualquier coincidencia –en contenido, día y horario de emisión– con Sorpresa y media, no es casual.
La mirada superficial que transmite la TV de 2009 no se limita a los ciclos de entretenimientos. La tendencia se extiende a casi toda la programación. Hasta los noticieros, el género más “comprometido” de la TV, modificaron la manera de abordar la realidad y la forma en que sus conductores se presentan ante los televidentes. En esta temporada, los noticieros se permitieron romper con la rigidez de antaño y con todo apego a la estructura informativa. Un cambio de contenidos, pero también de formas.
De un tiempo a esta parte, los noticieros fueron modificando su agenda de contenidos, otorgándoles más espacio a algunos temas en detrimento de otros. En la actualidad, por ejemplo, las condiciones climáticas y el tránsito, cuestiones antes reservadas a espacios mínimos y marginales, se convirtieron en asuntos de suma importancia, que ocupan buena parte de los informativos. Sin descuidar temáticas siempre de interés general como la seguridad, la política y el deporte, hoy en día todos los noticieros incorporaron segmentos más light en términos informativos, como la reproducción de todo tipo de videos absurdos de Internet (Telefe noticias, América noticias, Telenoche), cruces mediáticos de la farándula (especialmente América noticias) y hasta las últimas novedades tecnológicas (en Telefe noticias, incluso, los conductores prueban al aire las novedades y se divierten jugando a los nuevos juegos de la Wii, por ejemplo).
En ese plan de “ablandamiento”, la forma de presentar las noticias también se vio trastrocada. Si históricamente el presentador de noticias se ceñía a transmitir una imagen pública de “seriedad”, hoy es moneda corriente que las duplas de conductores bromeen (entre sí o con la gente detrás de cámaras), se piropeen o se rían a carcajadas. Germán Paolosky en Diario de medianoche o Sergio Lapegüe en la medianoche de TN son, cada uno con su estilo, los abanderados de la nueva moda. El lenguaje utilizado ya no es el engolado y el neutro de antaño, sino que se le dio paso unánime a uno más coloquial y distendido, en el afán de hacer más amenas las noticias que se transmiten. Así, mientras se suceden los informes sobre robos, asesinatos y el interesado debate por la ley de medios, el estudio funciona como un bálsamo que le sirve al televidente para digerir la malaria oportunamente editada. Para pálidas bastan los informes.
Si bien este año hubo algunas excepciones en programas como Los exitosos Pell$, Mitos, crónicas del amor descartable y Tratame bien, la ficción tampoco brindó contenido diferencial. Más ligada al entretenimiento que a la posibilidad de profundizar problemáticas sociales, la escasa ficción 2009 no dudó en ir a la fórmula probada. La utilización de remanidos recursos en Valientes es el ejemplo más claro de un año en el que pocos decidieron arriesgar. Se trata de un rubro que años anteriores tuvo propuestas más ligadas a la realidad y que funcionaron muy bien en términos de audiencia (Montecristo, Vidas robadas). Valientes, sin embargo, es el fenómeno del año: diariamente promedia cerca de los 30 puntos de rating.
Programas como Niní, Casi ángeles, Enseñame a vivir o Herencia de amor repiten clichés, propios de su género, sin esfuerzo alguno por disimular la falta de creatividad en las tramas y el desarrollo de los personajes y las historias. En contraposición, las ficciones más jugadas provinieron de latas del exterior: Ciudad de los hombres y Bruno Sierra (ambas de Canal 7), Sin tetas no hay paraíso (en todas las versiones que emitió el 9) y Xica Da Silva aportaron algo más que la búsqueda de rating. Un año televisivo en el que la crisis económica y la creativa se confabularon como hacía tiempo no ocurría en la pantalla chica. La TV argentina modelo 2009 no pudo, no supo, no quiso, ofrecer algo más que contenidos sencillos, baratos y tradicionales.
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