Martes, 2 de febrero de 2010 | Hoy
TELEVISION › COMENZó NICO TRASNOCHADO POR EL TRECE
En el primer envío de su nueva propuesta, que mostró rasgos originales, el propio Nicolás Repetto estableció la metáfora sobre cómo quiere que crezca su programa: regó una plantita.
Por Emanuel Respighi
En el flamante Nico trasnochado (sábados a las 23 por El Trece), la nueva propuesta de Nicolás Repetto, hay dos cosas que no pueden soslayarse. La primera de ellas es que el ciclo ideado para terminar el primer día del fin de semana con una sonrisa no se parece a ningún otro, con contenidos tan disímiles como las inquietudes de su mentor. La segunda impresión que dejó el debut del programa –que promedió 12 puntos y fue lo más visto del sábado– es que aún le faltan muchas horas de rodaje para plasmar con criterio y coherencia todas las intenciones que dejó entrever en su primer episodio. Ninguna metáfora es más pertinente para describir la realidad de Nico trasnochado que la que utilizó el mismo Repetto al finalizar su debut: el conductor se despidió regando una plantita que irá recorriendo diferentes lugares semana a semana y que crecerá paulatinamente, de la misma manera que –prometió– lo hará el programa. A confesión de parte...
Producido por Mandarina, la misma empresa con la que había hecho su último trabajo televisivo, el olvidable ¿Querés jugar?, Repetto volvió al medio con un programa tan pequeño como la pantalla en la que se emite. Sin el despliegue de producción de otros ciclos suyos –desde Fax hasta Sábado bus, pasando por Domínico–, el animador prefirió quebrar los tres años fuera del circo televisivo con un ciclo que posee el sello inconfundible de quien es uno de los grandes nombres de la TV local: Nico trasnochado combina la alegría y buena onda que suele desplegar Repetto con cierta mirada políticamente correcta sobre lo social.
El programa abrió con una suerte de clip musical armado a partir de material televisivo de archivo sobre noticias de la última semana. Una vuelta de tuerca, más periodística, al recurso que Matías Martin supo explotar en ardetroya con las canciones de famosos. Luego fue el turno del ingreso al estudio del actor Diego Reinhold, quien sin dudas fue lo más sólido del debut: en cada intervención demostró su talento, primero para relatar con gracia una ingeniosa historia de ficción contada a partir de apellidos de jugadores de fútbol, y más tarde para protagonizar una suerte de musical cuya escenografía simulaba que dibujaba él mismo sobre un biombo gigante mientras actuaba la performance. Una idea bien lograda, sumamente vistosa en términos estéticos y tecnológicos.
Todo lo contrario resultó el segmento en el que el conductor se valió de una pantalla táctil, en la que mostró los tres autos más caros del mundo sin gracia ni información útil: una recurso de última generación desaprovechado. Otro de los momentos fallidos del ciclo es la elección de algún personaje público merecedor de una tabla de inodoro por haberse mandado alguna “macana o metido la pata” en la semana. El primero resultó ser Mauricio Macri, por el caos vehicular que provocan las obras en las calles y su política de incrementar los kilómetros de bicisendas en Buenos Aires. A cargo de Juana Repetto, actriz e hija del conductor, la sección careció de picardía en la charla con el nominado, y la tabla de inodoro castigo, al ser adornada por un artista plástico –en este caso Marta Minujin—, resultó ser un premio (¡una auténtica obra de arte de colección!) para el que hace las cosas mal.
El programa tiene varios segmentos de humor: el del Pollo Cerviño, ex notero de Duro de domar, resultó gracioso, pero le falta un poco más de gancho, y “Control remoto” (con un invitado que tiene que hacer lo que le indica Repetto a distancia) directamente fue fallido. La entrevista revela, también, la falta de horas de vuelo de Nico trasnochado. A las típicas preguntas sobre el amor, el matrimonio y la infidelidad, Repetto les suma una serie de juegos novedosos, como fichas con diferentes cuestiones (amor, trabajo, sexo, dinero, cultura) para que el entrevistado ordene según sus prioridades, o le permite al invitado traer a una persona para que hable de él (Griselda Siciliani y Carla Peterson convocaron al jefe de maquinaria del Paseo La Plaza, que aportó muy poco). Esa búsqueda de originalidad, sin embargo, atenta contra la naturalidad y el relax que el ciclo persigue transmitir. El sauna individual al que somete al invitado como excusa para hablar de sexo es interesante desde la intención pero el entrevistado lo sufre, eso quedó claro.
Sin bailarinas ni tribunas bullangueras, con secciones originales pero no del todo logradas por quienes las tienen a cargo, y una exagerada oda a la tecnología que choca de frente con la visible edición (el programa va grabado), Nico trasnochado deberá dedicarle más tiempo a la “plantita” si quiere que ésta crezca fuerte y vigorosa. Por ahora es un continuado de buenas intenciones, que tendrá que formar con el correr de los envíos una propuesta compacta entre sus engranajes, capaz de plasmar en pantalla aquello que esbozó en su debut.
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