Miércoles, 15 de septiembre de 2010 | Hoy
TELEVISION › JOAQUíN FURRIEL Y FABIáN VENA FRENTE AL ESTRENO DE CAíN & ABEL
Los actores protagonizarán la nueva tira de Telefe, que intentará hacerle fuerza a ShowMatch. “Lo que une a los personajes es la violencia familiar”, señalan respecto de una historia que, más allá del ingrediente romántico, abordará el tema del negocio inmobiliario.
Por Emanuel Respighi
Los dos poseen una formación teatral que, sin embargo, no les impide –más bien les facilita– trabajar armoniosamente y con la misma capacidad interpretativa tanto en la tele como en las tablas, saltando de un medio a otro sin dificultad. Ambos actores, además, han protagonizado telenovelas nocturnas que marcaron el género a fuego: Fabián Vena fue el inolvidable e inescrupuloso Mauricio Doval en Resistiré, mientras que Joaquín Furriel le dio tensión a su Marcos Lombardo en Montecristo. Las coincidencias, incluso, trascienden la profesión para entreverarse en su vida privada: ambos comparten su vida con actrices: Inés Estévez es la pareja de Vena y Paola Krum la de Furriel. Pero pese a la compatibilidad que muestran arriba y abajo del escenario, los actores nunca habían trabajado juntos. Hasta hoy, cuando Caín & Abel, la nueva telenovela de corte social de Telefe (martes a viernes a las 22.30), los encuentre al frente de una historia en la que interpretarán a dos hermanos enfrentados por mucho más que el amor de una mujer.
Producida por On TV, la empresa de Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, Caín & Abel es la propuesta con la que Telefe intentará hacerle fuerza a ShowMatch y sus escándalos. La telenovela contará la relación entre Agustín (Furriel) y Simón Vedia Muñiz (Vena), dos hermanos que aman a la misma mujer y cuyas personalidades se enfrentan en el seno de una familia en la que nada es lo que parece. La lucha entre el bien y el mal que configuró el mito bíblico, en este caso estará matizada por una trama que hará foco en la complejidad de las relaciones filiales, en el contexto de una familia manejada por un duro patriarca (Luis Brandoni). Los negociados inmobiliarios y el boom de las construcciones será el matiz social que servirá de contención al desarrollo de una ficción que cuenta con las actuaciones de Virginia Lago, Julieta Cardinali, Federico D’ Elía, Vanesa González y Mercedes Oviedo en el elenco.
–¿Qué tomará Caín & Abel del mito bíblico?
Fabián Vena: –Las relaciones familiares, los vínculos que allí se dan, esa primera familia como el inicio y el fin de todo. Es una historia milenaria y a la vez muy original. De esa primera familia aparentemente venimos todos. Digo que es original porque trasladarla a la actualidad, al ámbito de una familia poderosa de los negocios inmobiliarios, genera el interés por saber si esa familia mitológica sigue generando los mismos sentimientos. Aparentemente sí, o peores, porque como humanidad no hemos avanzado demasiado en cuanto a los vínculos humanos. Esa idea primogénita genera interés. ¿A quién le pueden sonar lejanas las extrañas conductas y los sentimientos que se dan en una familia?
Joaquín Furriel: –Estos dos hermanos conviven en una familia como la de cualquiera. En las novelas tradicionales, la trama se suele dividir en la familia de los buenos y la de los malos. En ésta, todos están cenando en la misma mesa y el espectador no podría discernir con tanta claridad por dónde va a venir el cuchillo. Si sólo ve esa cena, lo primero que uno va a pensar es que son buena gente y que se quieren mucho. Pero la intimidad de la trama hará caer a pedazos esa idea. Es una familia en la que la hipocresía no se utiliza en función de manejar una situación y llevarla para su propio molino, sino que tiene que ver con la omisión: cada uno resguarda para sí parte de su intimidad, los otros integrantes de la familia desconocen. No hay mentiras, pero sí secretos y diferencias.
–Lo que ocurre es que en el funcionamiento de una familia no se pone en juego el amor entre sus miembros, sino la manera de percibir el mundo.
J. F.: –En los vínculos filiales se ponen en juego las subjetividades, el hecho de que siendo de la misma sangre cada uno tiene su propia personalidad.
F. V.: –En las familias siempre está presente la tensión entre la aparente incondicionalidad afectiva y la evidente diferencia en el accionar. Es la ley de la vida.
–El mito bíblico de Caín y Abel suena anacrónico en la TV de hoy. ¿Cómo va a resolver la ficción la marcada dicotomía entre el “bien” y el “mal”? ¿Habrá un personaje que personificará a Caín y otro a Abel?
F. V.: –Esa es otra búsqueda creativa interesante. Abarcar en la actualidad seres tan maniqueos no sirve. Lo interesante es que los dos personajes, y el resto, tienen enormes contradicciones. En las ficciones no existe más el blanco y el negro que no menosprecien a los televidentes.
J. F.: –Hay un hecho contemporáneo que es muy saludable a la hora de trabajar. Hubo algún momento en que sentía que la TV era anacrónica en relación con la vida social. Hoy, no sé si por la cantidad de información a la que tenemos acceso a través de las nuevas tecnologías, todo tiene una complejidad que la TV no debe simplificar. El título de la tira es una invitación a una sugerencia respecto de lo que puede pasar. Pero es sólo una sugerencia, que invita a ver qué hay más allá del título. De ninguna manera uno va a ser Caín y el otro Abel, tal como los caracteriza el mito bíblico. No nos hubieran contratado a nosotros para protagonizar el ciclo si hubiesen tenido esa intención, porque a ninguno de los dos nos gusta ir sólo para un lado. Por momentos, el programa se acercará a la telenovela, en otros a un ciclo de suspenso. No va a ser un programa de un único género. La convivencia de géneros en Caín & Abel vuelve actual al programa. El cruzamiento de géneros televisivos emula la manera en que vivimos: la atención la ponemos en diferentes cosas a la vez.
–Resistiré indagó en el tráfico de sangre y órganos, Montecristo se metió de lleno con el accionar de la dictadura militar y la complicidad civil, Vidas robadas abordó la “trata” de personas. ¿De qué manera Caín & Abel se acercará al boom de la construcción?
J. F.: –A diferencia de Vidas robadas y Montecristo, y no incluyo a Resistiré porque relataba un imaginario menos concreto y más fantástico, Caín & Abel no va a sostenerse en un único tema social. La tensión dramática estará sostenida en los vínculos. La telenovela va a tocar distintas problemáticas sociales. Por ejemplo, en uno de los personajes se reflejará el maltrato de género. El aspecto social de la historia va a estar segmentado en los conflictos de cada miembro. Lo que une a los personajes son los negocios inmobiliarios y el modo en que los hacen. Pero no es que la trama se va a referir a algo tan concreto como el derrumbe del gimnasio en Villa Urquiza.
F. V.: –La pata social es todo lo que ocurre en la familia, una entidad tan conocida como inabarcable. Hay tantas familias como una sola. La violencia familiar es lo que une a los personajes. El ser humano toma de su propia sangre, de su propia historia familiar, ciertas conductas que probablemente no le pertenecen. Uno hereda “malformaciones”, que son bajadas de línea de sus propios padres, abuelos y tatarabuelos. Uno reacciona a cosas con modos que ni siquiera le son propios. La familia es la principal fuente de conductas. El programa analiza el núcleo familiar. Nosotros tenemos mucho de tanos y españoles, de juntarnos a comer, disfrutar y discutir en familia. El de la familia es un mundo extraordinario para contar. Si bien el análisis partirá de los Vedia, ninguna familia, de ningún estrato socio-económico-cultural, quedará exenta de ver reflejada su relación vincular en la telenovela.
–¿El tono del relato tendrá más que ver con el costumbrismo que con el policial?
J. F.: –Por el momento la intención es que sea tan potente la historia de amor como la línea policial y el suspenso. La telenovela tendrá diferentes momentos, pero siempre dentro de la familia. En Montecristo, la temática unía a todos los personajes, que a su vez abrían mundos diferentes. En Vidas..., los mundos de cada personaje no se unían tanto con la temática: la historia de amor no estaba anclada en la trata de mujeres. La intención de Caín & Abel es cerrar cada una de las historias de los personajes dentro de los vínculos filiales: es una historia más concentrada. De hecho, somos la mitad del elenco exacta de los que éramos en Montecristo. En vez de abrir, la intención es concentrar. El atractivo del programa es la intimidad familiar. En ese punto hay cierta invitación a lo mafioso, a pensar a la familia como un Estado, con sus leyes, reglas, responsabilidades, premios y castigos. Cada familia es una suerte de clan.
–La TV, por lo general, muestra un diseño de producción muy rígido, en función de la necesidad de “meter” capítulos. En cuanto a la actuación, ¿en las tiras el actor tiene campo de acción para “trabajar” las escenas? ¿Los actores pueden terminar de darle el tono a la historia?
F. V.: –Un programa de TV no deja de ser un proyecto creativo y técnico. Para mí es fundamental ser parte de un proyecto que me dé la absoluta seguridad de que la actuación va a ser protagonista, que está contenida. Si el proyecto no posiciona a la actuación como uno de sus pilares, prefiero rechazarlo. Es imprescindible que la actuación sea la base del cuento que se quiere contar, que la actuación sea el pasaporte a todo. En función de esta concepción, no existen límites ni ámbitos artísticos. El teatro, a diferencia de la tele, te da la posibilidad de hacer géneros distintos. Encontrar un proyecto en el que todos los rubros técnicos y creativos estén cubiertos no es fácil. A un actor no le alcanza con sus propias herramientas para hacer bien su papel: necesita del aporte de todo el equipo técnico y creativo. Aportan a la actuación que haya una idea de vestuario, o un decorado acorde a lo que imaginó el autor. Para aquel que consigue sentirse contenido y disfruta de la televisión, una tira es un gran entrenamiento.
–¿O sea que la TV es una maquinaria que en su imprevisión oculta, paralelamente, las caras de la perversión y de la seducción?
J. F.: –La TV va cambiando permanentemente. No sólo en el cómo se realiza, sino también en el lugar que ocupa social y culturalmente. Desde que comencé en la tele hasta hoy, se cambió mucho la manera de trabajar. De todas maneras, las posibilidades de un actor dependen mucho del proyecto. A mí me resulta muy estimulante trabajar en la tele. Me excita la presión de tener que hacer veinte escenas por día porque nos corre el tiempo. Hay algo de ese frenesí que es atractivo cuando estás acompañado por un buen equipo, y que no lo es cuando el conjunto está rengo. Tal vez lo perverso de la tele es que lo mismo que a uno le produce tanto placer y puede resolver bien, también lo puede hacer mal y transformar el trabajo en una odisea.
F. V.: –Por eso uno tiene dar siempre lo máximo. El vértigo televisivo es suelo fértil para el actor.
–Al que no todos tienen intenciones de ingresar.
J. F.: –Hay actores que conozco, a los que no les gusta la imprevisión televisiva y por eso deciden evitar trabajar en la pantalla chica. La TV te hace sentir poderosamente creativo. Hay que resolver todo ya.
F. V.: –El vértigo televisivo es bárbaro siempre y cuando uno sepa llevar el ritmo sin disminuir su exigencia. El plan de trabajo, medianamente marcado, debe existir. He trabajado en proyectos en los que guardamos cartas hasta el final, como Resistiré, y también formé parte de otros en los que los personajes eran más rígidos, como Mosca & Smith. Un actor necesita conocer los límites del personaje para poder componerlo. Los programas pueden terminar antes de lo previsto, pueden cambiar de género, pero los límites del personaje deben ser los mismos que sirvieron para la composición inicial del personaje. Uno no debe perder la coherencia en función del vértigo televisivo.
J. F.: –El actor debe tener un continente marcado por el personaje. En la sensación de estar todo el tiempo a la intemperie para resolver una escena aparece siempre un sentido común dramático. Uno trata siempre de elegir la aventura que mayores contradicciones genera en la trama. Si se escoge lo más plano, obvio o fácil, la historia se cae. En cualquier medio. En la TV también la técnica de “prueba y error” es constante. Al ser un programa de TV una obra viva, la mirada del televidente es la que termina de decidir la importancia de algunos de los tantos hilos de una tira diaria. En este punto, la tira diaria es el género que más absorbe la mirada de los televidentes.
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