Lunes, 14 de febrero de 2011 | Hoy
TELEVISION › GASTóN PAULS Y CARLA PETERSON FRENTE AL ESTRENO DE UN AñO PARA RECORDAR
A la protagonista de la nueva ficción pergeñada por Sebastián Ortega se le regala la oportunidad de volver a vivir su último año. Los actores hablan del arte de hacer reír, de la apuesta por una estética distinta y de por qué la comedia es un arma cargada de futuro.
Por Mariana Mactas
La casa es preciosa. De esas con las que se sueña cuando aparecen en algún catálogo de venta online. Tiene un pasillo ancho con suelo de damero, jardines de invierno con enredaderas y una cocina americana llena de luz. Parece mentira que sea producto de la imaginación, pero es la casa de Ana (Carla Peterson) y Víctor (Rafael Ferro) en Un año para recordar, la nueva tira de Underground que estrena hoy (va de lunes a jueves) a las 21.30 por Telefe. En su living, con los reflectores apagados asomando por el techo, la actriz y su amor clandestino en la ficción, Dante (Gastón Pauls), se toman un recreo de las grabaciones para hablar sobre esta comedia con elemento fantástico, triángulo amoroso y malentendido gigantesco.
La estética, siempre muy cuidada, vuelve a emparentar el producto con las series que llegan por el cable. La aventura es la de esta mujer atrapada en un matrimonio infeliz que se encuentra con la tragedia justo cuando está a punto de separarse de Víctor para entregarse a Dante. A la manera de Hechizo del Tiempo, Ana se despertará un día para descubrir que ha viajado atrás en el tiempo. Pero no un día, como le pasaba al bueno de Bill Murray en el film de Harold Ramis, sino un año entero. Esta vez, la propuesta de Sebastián Ortega abandona la sofisticación de las redacciones de revistas (Lalola), las agencias de publicidad o los canales de tevé (Los exitosos Pells) para centrarse en un supermercado. ¿Nacional y popular? Nah.
“Estos programas sacan el brillo a todo –dice Peterson, entusiasmada–. Un supermercado podría ser un lugar de opresión y sin embargo está lleno de luz. Quizá no es real, pero el mundo es como uno lo quiere contar. Podría ser una comedia más naturalista. Por ejemplo, Campi hace de un sindicalista y lo hace muy en serio: por momentos te da risa, por momentos te angustia un poco, pero nunca es el cliché del sindicalista, el que todos están esperando ver, el que siempre se hace, y eso tiene un brillo muy particular. No porque sea una comedia se cuenta todo de manera liviana, ni se cae en la exageración de la tele: yo no llevo cortinas de pelo largo, estoy adornada pero sin adorno, los personajes son agradables pero no exaltados. Y cuando más real es, más se cree esta historia fantástica.”
“Además –suma Pauls–, hay una interpretación de lo que la realidad argentina es, y se juega un poco con eso. Este supermercado es ficción, y no se está pidiendo que sea un documental porque hay un juego, una adaptación más global. En algunos lugares hay supermercados así, en otros lugares del mundo. Se sale un poco de esa cosa local que obliga a contar siempre las cosas de una manera. Es una apuesta, ni mejor ni peor que otra, una elección artística que no puede ser juzgada ni por críticos, hay que respetarla.” Peterson señala, entonces: “Yo miro series, al menos un par de capítulos de cada una, para ver qué proponen, los nuevos recursos visuales, cómo actúan los actores, porque si no, nos acostumbramos a que si el plano es así, y suena un ruido allá, pongo esta cara para ese lado, y así vamos perdiendo verdad. En esta tira hay algo de suspenso, Ana ve cosas que se mueven, y a mí me gusta ver películas tal vez no muy buenas, que cuentan ese tipo de situaciones con dramatismo. Lo estético está muy cuidado en todos los productos de Ortega. He llegado a repetir escenas que habían salido perfectas porque el clima de la luz no era el que requería la situación: hay una apuesta a contar de determinada manera y me gusta mucho trabajar así.
–Se estrena en un año competitivo, con por lo menos cuatro ficciones en los canales líderes que ya están en el aire, ¿qué público imaginan que encontrará la tira?
Peterson: –Es un programa con una idea muy simple pero a la vez complicada, porque vuelve el tiempo y así se habla de destino, del misterio de quien maneja el tiempo, cosas que no son ninguna tontería. Yo veo mucho el material en crudo, las escenas pegadas sin adorno, sin música, sonido. Es una experiencia sorda que me encanta, porque en la tele todo es muy rápido, se edita, se arma y va al aire, y cuando veo este material sordo, creo que, si saliera así, se bancaría igual. Creo que ese público puede ser muy amplio, con gente que gusta y no gusta de la tele. Cuando hice otros programas con Sebastián, muchos me decían que se habían metido a ver tele con el programa. Quizá fue porque sucedían en universos que atraían a esa gente: una redacción, una agencia de publicidad. Esto es algo mucho más simple, un mundo que todos conocemos, pero con una trama más interesante que los personajes. Si nosotros los actores nos agarramos de la trama, el personaje va a aparecer. No tenemos que componer. Hay situaciones que se actúan dos veces, de una manera y luego de un año que se repite, la misma situación se da de otra manera. Ahí vas viendo qué le conviene al personaje. Y el espectador es muy cómplice de lo que está pasando, sabe más que los personajes. En el primer capítulo tenía que hablar con cada personaje nombrándolo, para que se supiera quién es quién. Pero ya en el segundo no, porque ya habíamos entrado en un universo. La historia es la que importa, no los sujetos.
–¿Y cómo se llevan con las presiones por ganar audiencia? Carla, vas a competir en la misma franja con tu amiga, Griselda Siciliani (Los Unicos, por el Trece).
Peterson: –Sííííí. Estamos aceitando los patines, lo digo porque siempre tenemos ganas, las dos, de hacer esa historia de la patinadora que le rompe la pierna a la otra, Nancy Kerrigan. Mirá, cuando hice Lalola no había ningún riesgo, estaba en canal América y ahí aprendí que estaba bueno hacer un buen producto porque además de la competencia hay mil cosas que pasan con una propuesta. Hacer un buen producto hace que sucedan cosas que uno ni imagina, gente que se interesa por un formato, acá y afuera, y esas cosas empezaron a ponerme mucho más nerviosa que la competencia. Así que no me fijo en eso. Luego, no sé cómo es el público que mira televisión, y a veces me parece que es raro, sobre todo cuando hay algunas cosas con mucho rating que me llevan a preguntarme: ¿pero realmente la gente ve esto? Con Griselda estamos emocionadas, felices porque somos dos amigas que nos conocimos trabajando y estamos ocupando hoy, en un momento en que se hacen tantas cosas, con tanta expectativa puesta en cada producto, un lugar importante cuando hace muy poco estábamos preguntando dónde me puedo cambiar. Esto nos emociona mucho y nos sorprende que nos pase al mismo tiempo.
Pauls: –La competencia en televisión es muy particular. Todos contra Juan hacía 4 puntos en América y para mí significaba una cosa maravillosa, también pasaban otras cosas. Hay otra medición que tiene que ver con la calle, con otras cosas que se generan que también entran en esa competencia. No es sano estar pensando en eso. Está en el medio, pero yo laburo y vengo a pasarla bien, cosas que van juntas porque la mayoría de programas que funcionaron bien en la TV argentina es porque tenían detrás una gran química en el equipo. Me encantaría lograr un equilibrio, entre canales, productores, gente de Ibope: que si hacen 32 puntos El Elegido y Herederos, le den 16 a cada uno y ganan todos. ¿Es realmente tan interesante si uno hace más que el otro? Ojalá la mitad vea Los Unicos y la mitad nos vea a nosotros. Los programas que se están planteando están buenos todos, lo mejor sería que todos siguieran, en lugar de encontrar cuál de ellos irá al tacho. Por otro lado, todos sabemos que no es sólo lo que mide la audiencia: se han bajado programas porque a un anunciante no le gustó una palabra de uno de los libretos. Es tan relativo lo que tiene que ver con el éxito, el reconocimiento y la competencia que no debería preocuparnos demasiado a los que venimos a ponerle el cuerpo todos los días. Nosotros no tenemos las armas ni los instrumentos para manejar eso. Si jugás en un equipo de fútbol y te enfrentás con otro, seguramente ganará el mejor. Pero acá, aunque le pongamos todo el amor y la garra, llegamos hasta un lugar, y en los últimos minutos, miramos el partido de afuera. Así que no podemos quemarnos demasiado la cabeza.
Además, está bueno que haya ficción, pero a mí me gusta la ficción clara, con la suficiente honestidad en la producción y en el equipo para decir: esto es ficción. No como otros programas que son de ficción pero a la gente le venden que son de verdad, que lo que ocurre en pantalla es realidad cuando se trata de una ficción encubierta. Eso me parece peligroso. Una cargada al espectador.
–La química entre los personajes parece importante en una comedia romántica. ¿Cómo trabajaron la relación entre Ana y Dante?
Pauls: –Recién se conocen, ella huye de mí para esquivar su destino, yo la sigo porque siento que ella es mi destino, y creo que se genera ahí algo que para mí es uno de los principios básicos de la comedia. Un balance, como en una pareja cómica, como en Olmedo y Portales que se la pasaban uno al otro, eso de recibir lo que uno da, tomarlo, devolverlo de una forma distinta, hasta que se genera un circuito atractivo. Acá es Carla-Ana la que maneja un tipo de humor y mi personaje viene de una realidad más cruda. Así que lo incorporo como actor: veo a Carla haciendo un personaje bastante marcado y me causa gracia, entonces al personaje le causa gracia esta mujer, me enamora que esté tan loca, y está loca con razón, porque es la única que ve que está viviendo un año atrás. Es más, vamos a dar acá, a Página/12, una primicia: El secreto de sus ojos gana el Oscar ¡y ella lo sabe! No le digas nada a Francella ni a Campanella, que se van a entusiasmar, ¡pero nosotros ya lo sabemos! Esa locura que tiene esta pobre mujer, a mí me parece divina, es hermosa, pobrecita, está loca, me mira de manera muy extraña. Y para mí, la comedia es eso: que a mí me parezca divino algo que para ella es un drama desesperante. En la comedia, el drama de uno al otro le parece gracioso.
Peterson: –Es como cuando alguien se cae en la calle y te reís antes de ayudarlo, te sale una cosa fuera de lugar total.
–¿Por qué se dice que la comedia es el género más difícil, tan duro es hacer reír?
Pauls: –Ahora ya no, pero antes a este mundo se llegaba y lo primero que hacían era darte un golpe para que lloraras. Eso condiciona el resto de la vida de un ser humano. Partiendo de esa base, cómo no va a costar hacer reír entonces. Yo no había hecho mucha comedia en televisión, excepto Soy tu fan y algo con Todos contra Juan; ahí descubrí que había una manera de decir cosas súper serias, en ese caso sobre la TV y el medio. Me parece que con la comedia en general –y basta ver lo que ocurre en los Oscar: es muy difícil que una comedia esté nominada– pasa que se la ve como un género menor
Peterson: –Pero cuando un actor de comedia hace algo serio, se gana el Oscar.
Pauls: –Es cierto. Y aunque hay una tradición muy rica de humor, de grandes comediantes argentinos, es un terreno en el que se puede seguir buscando muchísimo.
–Juan Perugia era un personaje con mucho de autobiográfico. ¿Hay, en estos dos, cosas de ustedes?
Pauls: –Sí, había algo muy físico en Juan Perugia que ahora no podría salir. Sin embargo, Dante tiene varias personalidades y va cambiando de acuerdo al caso que le toque investigar. Eso lo convierte en un ciclotímico, con una psicosis particular y yo, que soy actor, padezco la enfermedad que tenemos no- sotros, con ese problemita de personalidad que nos lleva a querer ser varias personas. En eso nos parecemos y trato de construirlo desde ahí.
Peterson: –Ana es una chica de supermercado pero tiene sus privilegios porque es la mujer del hijo del dueño. Siempre que hago algo en una tira diaria se cuelan cosas que veo, que escucho, que me divierten, trato de guardarme algo para otro momento, busco de mí algo que tenga que ver con este personaje. Elegí que sea una persona que habla bien, porque me gusta escuchar a la gente hablar bien, y más en la televisión, siento que tenemos una responsabilidad en eso de conservar cosas que a veces se pierden. Tal vez Ana no tiene un vocabulario enorme, usa palabras simples, cotidianas, naturales, pero en esa simpleza no se opaca, al fin y al cabo es la heroína de una historia, un ser especial al que le pasan cosas únicas como para poder llevar encima los 150 capítulos. Ortega nos da la posibilidad de construir sobre los libros, si no sería repetir sólo la letra y eso es aburrido de ver. Pero él siempre confía mucho, por eso arma los elencos que arma. En este caso, hay actores que quizá no se conocieron demasiado y a lo largo de este programa se van a poder lucir un montón.
Ciertamente, el elenco de Un año para recordar promete. Está Mica, la mejor a amiga de Ana interpretada por Eleonora Wexler, además de Florencia Raggi, María Abadi, Roly Serrano, Campi, Gonzalo Valenzuela, Osvaldo Santoro, Valentina Bassi y Julieta Ortega, entre otros personajes que rodean a los protagonistas. Y aunque los tiempos de las grabaciones son tiranos, Peterson volverá a mezclarse con el teatro. No será esta vez para un proyecto autogenerado como Corazón idiota, la obra que desarrolló y protagonizó junto a Siciliani, sino para compartir escenario con la pareja de su amiga, Adrián Suar, en La Guerra de los Roses, a partir de mayo. Cuando alterne su uniforme del supermercado Grande con la guerra física que deja el amor conyugal después del amor.
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