Mar 21.02.2012
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TELEVISION › ESPECIAL SOBRE ROBERTO GóMEZ BOLAñOS EN EL CANAL BIO

“Tuve que superar mis miedos”

El actor, guionista, director y productor mexicano cumple hoy 83 años. La señal de cable decidió festejarlo con un especial que recorre su vida, a través del testimonio de familiares, artistas y amigos, además de una jugosa entrevista a “Chespirito”.

› Por Emanuel Respighi

“Mi característica principal fue el miedo. Recuerdo que de jovencillo temía asomarme debajo de la cama porque pensaba que había un diablo o algo así, y de mayor era peor. Por eso era peleonero, por miedo.” La confesión, que explica buena parte de su personalidad, es de Roberto Gómez Bolaños, el hombre de envase chico creador intelectual y físico de El Chavo y El Chapulín Colorado, entre otros personajes que marcaron a fuego la infancia y la adolescencia de numerosas generaciones de América latina. Aún hoy lo sigue haciendo con las nuevas que descubren en esos programas un magnetismo sin fecha de vencimiento ni limitaciones geográficas. Maestro del humor universal, el actor, guionista, director y productor mexicano cumple hoy 83 años y la señal de cable BIO decidió festejarlo con un especial que recorre su vida. El merecido homenaje se estrena esta noche, a las 21, para toda América latina.

Si la trascendencia de un artista se mide no sólo por el valor de su obra, sino también por la vigencia y la incorporación de sus creaciones al lenguaje popular y cotidiano, es justo erigir a Gómez Bolaños como uno de los artistas latinoamericanos más destacados del siglo XX. El Chavo, sin duda su más exitosa creación junto a El Chapulín Colorado, lleva 40 años ininterrumpidos al aire, conquistando audiencias televisivas en más de 90 países de todo el mundo, y se calcula que el programa de humor fue doblado a más de 50 idiomas. Frases como “Fue sin querer queriendo”, “No contaban con mi astucia”, “Lo sospeché desde un principio” y “Se aprovechan de mi nobleza”, entre tantas otras, ya forman parte del acervo cultural de los más variados países, donde los personajes son tan reconocibles como sus expresiones incorporadas al uso cotidiano.

A lo largo de una hora, el documental homenaje de BIO recorre los aspectos más íntimos de la vida artística y personal de Gómez Bolaños, a través del testimonio de familiares, actores y amigos, además de una entrevista personal realizada especialmente a Chespirito, apodo que le puso el director de cine Agustín Delgado, combinando su facilidad para escribir grandes historias y su baja estatura. “Me lo puso como diminutivo de Shakespeare. El decía que yo escribía muy bien, me decía que era un Shakespeare pequeño. Primero él y su gente alrededor empezaron a decirme ‘Shakespirito’, así muy agringado. Y lo que yo hice fue castellanizarlo un poco, ‘Chespirito’, y quedó”, cuenta Gómez Bolaños.

En un relato que entrelaza la vida artística con la personal, el comediante confiesa que la muerte de su padre, un bohemio que fue un prestigioso ilustrador y retratista, cuando tenía seis años, fue un hecho que marcó su personalidad. Su madre tuvo que criar a los tres hermanos en soledad, y él creció con todo tipo de necesidades y miedos, que luego imprimiría en sus más talentosas creaciones, como El Chavo o El Chapulín Colorado. En cierta forma, el “miedo” funcionó en él como un inmejorable motor creativo. “El valor no consiste en carecer de miedo, sino en superarlo”, señala en el programa. “El Chapulín Colorado –remarca– lo hacía siendo consciente de ser pequeño, tonto, débil, torpe, con todas esas deficiencias, pero sobre todo el miedo, que lo demostraba a cada rato, pero se enfrentaba al problema. Eso es un héroe.”

Entre las numerosas anécdotas que se cuentan en la biografía televisiva, el ex estudiante de ingeniería recuerda la reunión que tuvo cuando se acercó a la agencia Darcyl, interesado por un anuncio en el diario en el que buscaban escritores para radio y TV. “El gerente –cuenta– me dijo: ‘¿Cómo anda de rápido para escribir a máquina?’. Le dije: ‘Pues, ¿la verdad? Los dos últimos dos años no he tocado una máquina’. ‘Bueno, no importa’, me respondió. Pero eran los dos últimos y todos los anteriores, porque nunca había tocado una máquina. Y me fascinó, escribir era lo que quería hacer.” El salto a la popularidad lo dio en radio, cuando le propusieron su primer trabajo. “Me dijeron: ‘¿podrías escribir algo para Viruta y Capulina?’. Yo pregunté: ‘¿Quiénes son esas señoras?’ Me sonaban a mujeres. ‘No, están en la W, en la estación’. Fui a verlos y después de eso empecé a escribirles a todos los comediantes. El programa de radio era de quince minutos, empecé a escribirlo y antes de un mes dijeron que había que aumentarlo a media hora. Luego fue primer lugar en radio.”

En relación con la génesis de sus personajes y con las características que les imprimió, Gómez Bolaños confiesa que muchas cualidades surgían de la observación de la manera de expresarse de alguna de sus cinco hijas o de su único hijo varón. “Por ejemplo, una de mis hijas solía brincotear como El Chavo, con nervios. ‘Oye papá, y zas que después...’ y hacía así, con esos pasitos excitados. Otra repetía, cuando una cosa les daba molestia, ‘Es que me da cosa’, que luego se lo puse al Dr. Chapatín”, cuenta. Chespirito señala también que una de las claves de los programas era que trabajaban en equipo, cada uno cumpliendo su rol, y sumando creativamente. “Yo dirigí con mucho rigor, efectividad, pero no con fuerza, no con abuso. Siempre traté a la gente bien. Recuerdo haber gritado en 25 años del programa, unas 3 o 4 veces”, puntualiza.

Sin detenerse en cuestiones más espinosas, como su histórica pelea con María Antonieta de las Nieves (La Chilindrina), quien desde hace años, por razones legales, dejó de formar parte de cualquier licencia de El Chavo que se desarrolle, el documental sin embargo permite acercarse al hombre detrás del personaje público, tal vez la faceta menos conocida de Gómez Bolaños. Segundo hijo de tres hermanos, el comediante revela que su primer matrimonio fracasó por su propia responsabilidad. “Mi problema con Graciela, mi primera esposa, había sido la infidelidad, lo reconozco. Tal vez la actividad artística influyó mucho, yo andaba mucho de gira, nos separábamos, muchas cosas así... La sigo queriendo, ya no es mi mujer, pero es como una hermana a la que quiero mucho y la ayudo en todo lo que puedo”, reconoce.

Hacia el final del homenaje, el hombre de 83 años vuelve a mostrar el lado humano endeble y temeroso que trasladó a sus personajes, en relación con el camino transitado y al que aún le resta por recorrer. “Yo que iba tan tranquilo acercándome al final de mi vida terrenal –especula– de pronto dudo y vacilo. ¿Es verdad que no hay asilo para el alma, que morir es dejar de existir? Es decir, ¿que la existencia no tiene la trascendencia que me dejaron intuir? No, eso no por favor. Yo con mi libre albedrío me atrevo a decir, Dios mío, que debe haber un error. Y perdóname Señor si con eso te incomodo, sin embargo, de algún modo te lo tengo que decir, no me vayas a salir con que aquí se acaba todo...”. Allí siguen sus criaturas televisivas, tan vigentes como antaño, atravesando fronteras y generaciones, para al menos esbozarle una respuesta terrenal a la inquietud espiritual de quien en cada zapping vuelve a despertar al niño que todos llevamos dentro.

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