Miércoles, 30 de mayo de 2012 | Hoy
TELEVISION › CONDICIONADOS, CON OSCAR MARTíNEZ Y SOLEDAD SILVEYRA
La serie escrita por Marcos Carnevale retrata la crisis económica y de pareja que afronta una familia que vive de la industria Triple X. Y es la apuesta más transgresora que haya hecho Pol-Ka, aunque con los límites de esa casa productora.
Por Emanuel Respighi
Un matrimonio de más de treinta años en plena crisis de pareja. Un hijo en edad adulta que intenta abrirse paso en la empresa familiar, pero cuyos intentos resultan infructuosos ante la intolerancia de un padre que no le permite posibilidad alguna de crecimiento, que no quiere empezar a delegar. Una hija que se esfuerza en ser la componedora de una familia cuyos lazos afectivos parecen resquebrajarse cada día un poco más. Una crisis laboral y económica que amenaza con fundir a la empresa que solventa a cada integrante del grupo familiar. Y, de yapa, una hija extramatrimonial que aparece de prepo para alterar la rutina familiar. Amores no correspondidos, dilemas existenciales, problemas sorpresivos. Una descripción no muy distante a lo que le pasa a cualquier familia argentina y que sirve como retrato de Condicionados, la nueva ficción semanal que El Trece emite los miércoles, a las 23. Claro que a la reseña le falta un pequeño detalle: la empresa familiar a punto de quebrar es nada más y nada menos que una productora de cine porno.
En un año en que las dos ficciones diarias de Pol-Ka (Lobo y la segunda temporada de Los únicos) fueron levantadas a los pocos meses de estrenarse por bajo rating, la productora intenta recuperar el paso perdido con una apuesta que asume todo tipo de riesgos. En primer lugar, Condicionados marca una ruptura con los ejes temáticos sobre los que suelen basarse los unitarios de Pol-Ka, mayoritariamente fluctuando en la indagación psicológica de gente bien y ciclos de género. El segundo aspecto positivo del programa es que en un momento televisivo en el que imperan las comedias blancas, Condicionados trae al prime time una historia matizada por el universo pornográfico, con toda la carga de tabú que la temática tiene aún en la TV y en la sociedad argentina. Por último, probablemente el aspecto disruptivo más notorio, es que la ficción escrita y dirigida por Marcos Carnevale se vale de un lenguaje vulgar, en el que los insultos son propios a la cotidianidad de esta particular familia. Eso, sumado a los cuerpos desnudos y cierto juego erótico que forman parte del decorado en el que la vida familiar trata de sobrevivir.
Entre el drama y la comedia, Condicionados cuenta la historia de una familia surgida, formada y desarrollada bajo la sombra de la industria pornográfica, desde los gloriosos años ’80 hasta la decadencia actual. La trama gira en torno del matrimonio en crisis formado por Dicky Cocker (Oscar Martínez) y Lorna (Soledad Silveyra), quienes se conocieron haciendo películas porno, ya que él es un afamado director de cine Triple X y ella una ex pornostar. La historia pinta el paulatino deterioro de esa relación, ahora a punto del divorcio, la que, por conformar además una sociedad comercial, sufre los embates de los años en pareja y de un negocio –el de la pornografía– que perdió glamour e interés ante el avance de Internet y otros medios digitales. En medio de esa crisis, sus hijos Charo (Julieta Zylberberg), que atiende un sex shop en la misma casa, y Darío (Guillermo Pfening), un incipiente guionista que está buscando su lugar en la industria porno, hacen lo que pueden para salvar al matrimonio y a la productora. Claro que todo se complica cuando aparecen en sus vidas Darling (Leticia Brédice), una estrella porno que regresa buscando algo más que trabajo, y Paloma (Angela Torres), la hija extramatrimonial del director, de quien tendrá que hacerse cargo.
Por la temática y el lenguaje del que se vale, Condicionados es una apuesta más transgresora que miniseries anteriores surgidas de la factoría Pol-Ka. Aun celebrando ese quiebre, vale señalar que su osadía tiene los límites propios de su casa productora. Desde la manera en que está estructurada su trama, claramente la ficción no busca iluminar los aspectos más oscuros o trash de la industria porno. Más liviano que Disputas, el programa escrito por Carnevale presenta una visión pasteurizada de la industria porno. Esa decisión seguramente descansa en el hecho de que lo que el autor quiere contar no es el universo de la industria pornográfica, sino las relaciones que se dan en el seno de una familia formada y desarrollada dentro de ese ámbito. En esa búsqueda, lejos de estigmatizar, el retrato de Condicionados –donde se destacan las actuaciones de Martínez y Silveyra– humaniza al mundo Triple X, mostrando su lado menos conocido: el de un trabajo, con sus particularidades, pero cuyos profesionales tienen no sólo familias y fobias con las que lidiar, sino también problemas parecidos a los de cualquiera.
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