TELEVISION › CLAUDIO MORGADO, LA PROGRAMACION INFANTIL EN CANAL 7 Y UN ESTATUTO-GUIA
El animador y diputado suplente plantea la necesidad de repensar los contenidos y el lenguaje de la TV, atados a normas que siempre pasan por el negocio. “Es necesario que haya un espacio de reflexión”, señala.
› Por Emanuel Respighi
Sentado en el restaurante de Canal 7, Claudio Morgado dice no sentirse “ni cómodo ni incómodo” en el flamante rol de funcionario que le toca transitar por estos días, tras haber asumido como asesor de programación en el área infantil del canal estatal. “Es que no me siento funcionario. Estoy haciendo lo de siempre: hace 15 años que hago televisión para chicos”, explica el ex conductor de El agujerito sin fin, Cablín y Pulgas en el 7, entre otros ciclos infantiles. Sin embargo, el actual diputado suplente por la ciudad de Buenos Aires por el Frente para la Victoria reconoce que pensar la programación infantil en un medio estatal no es lo mismo que ser productor o conductor de un proyecto personal en una señal privada. “En algún punto –admite en la entrevista con Página/12– siento mayor responsabilidad porque utilizo fondos públicos y mucha gente depende de las decisiones que tome. Antes, si una idea no funcionaba, me hacía cargo yo. Ahora, todo paso mal dado es una mancha en un proyecto público integral.”
Como nunca antes, el cargo de Morgado parecería no tratarse de una simple figura abstracta. De hecho, el ex conductor de TVR se encuentra abocado en estos primeros días de función en una tarea inédita: armar un departamento de televisión infantil pública. “Estamos armando una especie de estatuto fundacional de lo que tiene que ser la TV infantil y la TV infantil pública, analizando los contenidos, las edades, la cantidad de horas de exposición, la relación de los chicos con la publicidad y el rating, cuál es la participación que deben tener los chicos dentro de la TV, qué forma es la más adecuada...”, cuenta. “Es decir, a partir de pensar en la relación de los chicos con los medios, diagramar una programación acorde. Para todo eso hay que partir de un diagnóstico básico que responda a una pregunta: ¿cuál es el chico argentino hoy? Cuáles son sus inquietudes, sus problemas, sus necesidades.”
Para la confección de ese estatuto fundacional de programación infantil, Morgado convocó a distintos referentes de la cultura infantil del país, provenientes de ámbitos disímiles: Alejandro Malowicki (director de Pinocho), Mirta Goldberg (pedagoga, escritora de varios libros infantiles, libretista de Pipo Pescador y especialista en temas educativos), Alejandra Rabuini (presidenta de IPA, la Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar), María Romano (directora de teatro infantil), Matías Cutro (actor y conductor de programas infantiles), Susana Velleggia (socióloga, especialista en gestión e industrias culturales, presidenta de la ONG Nueva Mirada) y Silvina Reunaldi son los profesionales que conforman el equipo que está confeccionando detalladamente el estatuto, sobre la base de una serie de premisas ya delineadas (ver aparte). Igualmente, la idea inicial es que con el tiempo se incorporen al grupo otros especialistas del mundo infantil.
“Es fundamental que haya en la TV un espacio de reflexión sobre programación infantil”, puntualiza Morgado. “Los chicos no tienen un lugar dentro de la decisión de programación de cualquier canal”, analiza. “No hay un lugar donde pensar que del otro lado hay chicos que están cuatro horas por día mirando la tele. No existe ese lugar, ni física ni intelectualmente. Todo es minuto a minuto. El único espacio donde se piensa en el televidente y a largo plazo es en el canal público. La TV necesita reflexionar sobre el televidente.”
Aún en etapa de borrador, se espera que el estatuto de TV infantil esté listo para las próximas semanas, momento en el que será distribuido al resto de los medios para que los canales que quieran lo utilicen como parámetro de programación. La idea de Morgado es conformar en el 7 una programación coherente para niños, que no sean ciclos aislados como los que acostumbra la TV privada, más proclive al lucro integral del ciclo infantil (ecuación TV + teatro + merchandising + disco musical: $$$) que a entretener y formar a los más pequeños con valores acordes a su edad. “Los pocos espacios infantiles que quedan en la TV comercial –explica– persiguen un fin meramente comercial, generalmente negocios personales y puntuales. Entonces, los chicos terminan viendo programación de adultos, con una exposición muy grande y no acorde a su edad. Un programa infantil no se limita a poner muñecos, música y hablar de cosas lindas.”
–¿Cuáles son los principales puntos que tendrá el estatuto final?
–Estamos analizando muchos aspectos. El punto fundamental del estatuto es que la TV pública debe considerar al televidente como un ciudadano, no como un consumidor que está mirando tele. Por lo tanto, nuestra función no tiene que corresponderse con los objetivos de la TV comercial, más cercana al rating y la publicidad. Si tenemos un ciclo que logre eso, mejor, pero no tenemos que lograr eso de cualquier manera. Tenemos que priorizar la formación del ciudadano, dando herramientas a los chicos, que también lo son. La programación infantil debe trabajar sobre ese derecho que tienen los chicos de sentirse partícipes de la comunidad. Por lo tanto, hay que hablarle en un idioma claro, concreto, de igual a igual, trabajando sobre valores y contenidos sociales.
–¿O sea que apuntarán, básicamente, a programar ciclos didácticos?
–No necesariamente vamos a programar ciclos didácticos o educativos per se. Serán ciclos donde lo cultural estará presente de una manera viva y fluida, desde el discurso hasta la música. Siempre teniendo como eje el humor. Hacer ciclos con contenidos no significa que tienen que ser aburridos o culturosos. Los chicos de Art attack, en Disney Channel, son un buen ejemplo de ello: incentivan a los chicos a pintar a partir de pasar un momento divertido. Porque lo interesante es que la TV, sobre todo para los chicos, es un lugar de legitimación social. La TV debe desarrollar el imaginario infantil y la capacidad de asombro.
En principio, en la flamante gestión de Rosario Lufrano el proyecto contará con quince horas semanales de programación infantil, a partir de agosto. “Diariamente, va a haber dos franjas de contenido para chicos: una matutina y otra vespertina”, cuenta el funcionario. “La de la mañana se dividirá entre un espacio para chicos de 2 a 4 años y otro de 4 a 6. En tanto, el espacio vespertino apuntará a chicos más grandes. Pero no serán espacios aislados, sino que estarán interconectados. Van a tener una línea conductora desde lo escenográfico y también desde lo temático. Hablamos de realizar una programación para chicos de 3 a 12 y no de suma de programas, ya que proponemos unificarla estéticamente para darle identidad, diversificarla contemplando una amplia gama de intereses para cada etapa evolutiva y aportarle recursos tecnológicos que la hagan atractiva, dinámica y audaz.”
La idea, según adelantó Morgado, es que no haya dibujos animados en los ciclos infantiles, pero sí mucha presencia musical: el Momusi (Movimiento de Música para Niños de Argentina) se encargará de realizar algunos clips musicales que salpicarán la programación. Además, el canal tendrá un ciclo de cine infantil, conformado por films animados y actuados que generalmente no forman parte del circuito comercial (de origen francés, iraní y canadiense, entre otras nacionalidades). “Estamos convencidos –concluye Morgado– de que hay otro imaginario posible para chicos, otra manera de plantear contenidos infantiles en TV. A eso apuntamos.”
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