El anuncio formal señala que León Gieco entrevistó nada más y nada menos que a Joan Baez en su reciente paso por la Argentina, quien se presentó a comienzos de mes con dos inolvidables shows en el Teatro Gran Rex. Pero bien podría decirse que más que la formalidad periodística de una entrevista, en realidad se trató de una charla relajada entre dos músicos que –cada uno a su manera– han dejado una profunda huella cultural, y en cuyo vínculo se percibe el respeto y la admiración mutua. La llamada “reina del folk”, quien descubrió en los ’60 a Bob Dylan y fue fuente de inspiración e influencia de otros grandes músicos de diferentes lugares del mundo, incluido el mismo Gieco, no abandona nunca su dulce voz a la hora de hablar sobre su compromiso social, su oposición a la guerra de Vietnam y hasta para recordar y exaltar la figura de Mercedes Sosa. El programa especial Gracias a la vida, que además del encuentro incluye la transmisión de nueve temas de uno de los shows que Baez brindó en el país, se estrenará esta noche, a las 22.39, por Canal 7.

La tercera visita de la leyenda del folk, a sus 73 años, fue la excusa que encontraron la TV Pública y el mismo Gieco para poder entrevistarla y producir esta suerte de homenaje titulado como el nombre del tour que trajo a la artista a distintos países de América latina. No es antojadizo que Baez haya titulado su gira Gracias a la vida tour: al fin y al cabo, la artista admira a la Negra Sosa, con quien llegó a compartir escenario en Buenos Aires a mediados de los ’70 y en una gira conjunta por Alemania a fines de los ’80. Incluso, en 1974, grabó el disco en español Gracias a la vida, junto a Víctor Jara y Violeta Parra, entre otros músicos. En la charla con Gieco, Baez dedica buena parte a recordar a la cantante tucumana, remarcando que fue un referente ineludible suyo, de música y compromiso.

–Creo que cuando hice planes para venir acá por primera vez me hablaron de ella, no fue parte de mi infancia...

–Creo que sí ... Cuando la miro ahora para aprender tu canción y está Mercedes, lloro y lloro. El poder que tiene esa canción (“Gracias a la vida”), y ustedes dos juntos, después de dos días de tratar de aprenderla, tiene tanta fuerza, siempre que la escucho cantar y moverse... es un gigante. Mercedes era divertida y graciosa, yo estuve de gira con ella en Alemania, tenía tanto carisma... recuerdo un público multitudinario cuando estábamos las dos cantando “Gracias a la vida”. Todas las miradas se posaban en ella. Busqué y vi que había una sola persona que me miraba a mí... pero resultó que era bizca...

Tan amante de la música como de la militancia, Baez no perdió oportunidad para reflexionar sobre los lazos entre el arte y la realidad. Allí también la figura de Sosa se entromete en la charla, con “Gracias a la vida” como ejemplo de lo que la música puede aportar para la transformación social. “Creo que lo extraordinario de esta canción –analiza– es que fue compuesta por una mujer que podría haber escrito un tema muy deprimente, desesperanzado, y sin embargo escribió esa canción... Pero estoy de de acuerdo en que siguen sucediendo todo tipo de cosas, en todas partes del mundo. El mundo es un desastre en este momento, no sólo acá. Incluso en Estados Unidos, que se vuelve cada vez más rico y más pobre. Y ni hablar del cambio climático, que probablemente va a terminar con nosotros, sin importar cuáles sean las políticas. Pero de alguna manera, debemos tomar una postura y seguir haciendo lo que hacemos. Yo digo: pequeñas victorias y grandes derrotas. Cuando uno acepta las derrotas, las victorias se vuelven más importantes.”

Integrante de ese grupo de artistas que saben traducir sus vivencias en arte, Baez siempre fue un artista comprometida con la paz en el mundo y la reivindicación de derechos sociales y civiles. Todavía se recuerdan sus participaciones en contra de la guerra de Vietnam o en la legendaria marcha por los derechos civiles en Washington en 1963, en la que Martin Luther King pronunció su recordado discurso. Ella, sin embargo, pone el compromiso en su debido lugar, sin posicionarse en ningún sitio que no le pertenezca. En efecto, en la charla deja claro que nada de lo que ella realizó a nivel social puede compararse con lo que pasó en la Argentina durante la última dictadura militar, cuando Baez visitó al país por segunda vez.

“Fui a la cárcel para apoyar a los jóvenes que no querían ir a Vietnam”, reconoce la artista. “Pero comparado con lo que sufrió la gente acá o en otros países –reflexiona– no se puede comparar, no puedo decir que lo mío fue sufrimiento, no lo fue. Sé que corrí riesgos: cuando vine acá en el ’81 sólo pude tocar en forma clandestina. Era un riesgo para todos, pero para mí era un riesgo menor, porque yo después me podía ir a mi casa. Cuando estuve en la Argentina, (Adolfo) Pérez Esquivel había planeado que yo marchara con las Madres, pero cuando él volvía a su oficina un hombre lo interceptó en la esquina y le mostró muchas armas dentro del sobretodo y le dijo ‘Joan no debe marchar esta noche’. En mi país hubiera marchado igual, pero acá era una locura. La vida de los demás estaba en riesgo, no la mía, salvo que cometieran un gravísimo error.”

–Hay un tema de Facundo Cabral que dice que el hombre no aprende más. ¿Cree que la lucha florecerá en las nuevas generaciones? –pregunta Gieco.

–Honestamente, creo que la expresión que dice “aprendemos de nuestros errores” es un bolazo. No aprendemos. Hay que seguir intentando lograr cambios buenos, como los derechos civiles en Estados Unidos que cambiaron todo para siempre. Fue una victoria masiva, se ganaron derechos que no se perdieron. Luchamos por ello, para lograr cambios permanentes. Cuando la gente dice “esta vez aprendimos la lección y nunca más vamos a ir a la guerra”, yo grito “¡mentira!”. Las mentes limitadas piensan que la guerra es la salida más fácil. Creo que no aprendemos... pero podemos aprender. Lo que vivieron acá, en la Argentina, la gente ha aprendido y ha luchado y no fue en vano.

–Hace más de cuarenta años que vivo en el mismo lugar y hubo momentos que pensé que era tiempo de mudarme, tiempo de irme a otro lado, o de tener una segunda casa. Pero cuando vuelvo de una gira, es simple, tengo una casa en los árboles para estar cerca de los pájaros y del cielo. No pido más que eso. Lugares para visitar hay muchos, pero para aterrizar, yo aterrizo cuando llego a casa.