Desde hace algunos años, la TV autorreflexiva es moneda corriente. En la pantalla abundan los ciclos televisivos que se miran el ombligo con total impunidad y sin el protocolo de antaño, desde TVR y Duro de domar hasta Todo por el aire, RSM, Yo amo a la TV o El ojo crítico. También son muchos los programas que se ocupan largo y tendido de “hablar de la tele”, como Antes del mediodía, DTM, Intrusos del espectáculo y Los profesionales de siempre. Sin embargo, paradójicamente, la mayoría de esos ciclos elige referirse a la TV con un tono burlón o escandaloso, quedándose en la superficialidad de la nota de color e impactante. Muy diferente es el caso de Maestros de TV, el ciclo que Canal 7 emite todos los domingos a las 23, un programa que logra trascender el blooper para adentrarse con seriedad y atractivo en las huestes de la industria televisiva.

A contramarcha de la moda actual de reírse una y mil veces de lo que sucede en el mundo paralelo de la TV, Maestros de TV fija sus ojos en el medio catódico, pero más que para detenerse en aquello que refleja la pantalla chica, lo hace para indagar y mostrar el detrás de escena de una actividad que pasó a ser central en la cotidianidad de la gente. Intentando mostrar el funcionamiento de la industria en forma integral, contando en detalle cada uno de los oficios que se ponen en marcha para que finalmente un ciclo salga al aire, Maestros de TV se presenta a los ojos de los televidentes como una buena propuesta, de esas (pocas) a las que vale la pena prestarle atención en la TV actual. Una demostración de que se puede hablar de la TV y sus figuras sin buscar el escándalo, subrayar el equívoco o accidente ni hacer abuso del elogio alcahuete.

Conducido por el guionista Jorge Maestro y el periodista Claudio Martínez, Maestros de TV surgió en 2004, momento en que Maestro se desempeñaba como gerente de contenidos de ficción de América y Martínez hacía lo propio en el área de noticias del canal. “Siempre fantaseábamos con hacer algo juntos, pero era complejo porque yo soy periodista y él guionista de ficción”, le explica Martínez a Página/12. “Pero canalizamos nuestro deseo mostrando cómo funciona la tele desde adentro. Por lo general, cuando la TV habla de sí misma elige el humor, el escándalo de la vida privada o el registro evocativo, pero faltaba un registro sobre la industria, de cómo trabaja la gente para darle vida a la pantalla”, cuenta el dueño de El Oso Producciones (Científicos industria argentina, Periodistas, la era del hielo), la productora que realiza el ciclo en conjunto con el 7.

Bajo la estructura de entrevistas en piso e informes de variada temática, Maestros de TV analiza diferentes aspectos de la TV, desde oficios específicos (desde un director de cámaras de un noticiero explicando su trabajo, hasta la maquilladora de las máscaras de Freddy Villarreal contando cómo las confecciona) hasta nuevas tendencias (la TV digital, el fenómeno exportador de la TV argentina). “El ciclo tiene por objetivo llevarle al público el otro lado de la TV, aquello que, por no ser divertido en términos visuales ni impactante, suele quedar afuera de los programas”, explica Maestro. “No tomamos posición sobre los contenidos porque no somos críticos. A veces dejamos entrever posturas individuales, en temas como la Ley de Radiodifusión o el desbarajuste de horarios, que no sólo produjo problemas de planificación, sino la emisión de contenidos inapropiados para la protección al menor, que ahora ya directamente ni siquiera se anuncia por los canales”, dispara Maestro.

Sabiendo de las dificultades que un programa de estas características tenía en la TV privada y abierta, proclive al golpe de efecto más que al análisis de cualquier problemática, Maestros de TV tuvo dos temporadas previas en Canal (á). En la primera, el ciclo duraba media hora semanal, mientras que para el segundo año pasó a tener una hora de duración: recién este año creyeron que el ciclo podía formar parte de la TV abierta. “Maestros... necesitaba un rodaje previo antes de llegar al aire”, admite Martínez. “Creo que ahora encontró su punto justo. Se convirtió en un referente para la gente que labura en el medio y en una atractiva propuesta para el público en general. La gente se engancha con el ciclo por el simple hecho de que a todo el mundo le interesa conocer los secretos de la TV, ese aparato con el que convivimos a cada instante.”