Martes, 2 de enero de 2007 | Hoy
TELEVISION › MIGUEL REP ESTRENA HOY “REPREGUNTA, DOS EN UTOPIA”
El dibujante y humorista, autor de la tira de la contratapa de Página/12, cuenta cómo se decidió a entrevistar a personalidades de la cultura. “Es increíble el trabajo de escuchar al otro”, señala.
Por Julián Gorodischer
Empezar de cero siempre tiene ese gustito que –ahora mismo– lo lleva a sentirse expectante, a horas del estreno de su programa REPregunta, dos en utopía (los martes a las 23.30 por América 24), en el que Miguel Rep debutará como entrevistador televisivo, menos proclive a obtener declaraciones ruidosas que climas placenteros en una conversación informal. Jura que estaba tranquilo dibujando (ver aparte) cuando recibió la propuesta de entrevistar a sus grandes, referentes que convocó por un sistema de elección personal: sensibilidad, empatía y conocimiento de obra. “El único antecedente directo de este trabajo serían mis programas de radio El Holograma y La Anchoa, donde despunté el vicio de llevar entrevistados a Resistencia, Chaco. Y supongo que siempre me di un crédito para creer que puedo preguntar desde un sitio distinto a la curiosidad periodística habitual. Así que me arrojé, y dí el sí.”
Dejó afuera a deportistas y políticos, eludió las zonas discursivas que prevén una palabra demasiado formateada; entendió que había un campo propicio más allá de la actualidad y que el recorte temático que le sugirieron (la utopía) era afín a su sistema de curiosidades. La paradoja es que el historietista que aportó a una revisión de los moldes clásicos de linealidad y serialidad, que escapó a los protagónicos fijos en lo que refiere a sus criaturas será –él mismo– una presencia constante en su serie de entrevistas, que apunta a que se haga presente esa capacidad de identificar estados de ánimo colectivos que ya plasmó en la neurosis de Gaspar, las sensaciones de Lukas o las apariciones de El Niño Azul. “Supongo que mis presencias en cámara como entrevistado –dice Rep– fueron el indicio para que me llamaran a hacer TV, y para que los entrevistados pudieran suponer que podían estar tranquilos conmigo y entregarse a mi mundo de cuestionamientos.”
–¿Por qué acotó el diálogo a la utopía?
–Realmente, fue una sugerencia del canal y me interesó inmediatamente. Yo no había reflexionado rigurosamente sobre el tema y creo que ya no está en la agenda de nadie. Es una palabra demodé, ha sido muy bastardeada y poco pensada en términos individuales. Y, encima, es una palabra hermosa. Y hasta creo que ha sido uno de los temas que trabajé en mis dibujos persistentemente, sin proponérmelo. Encontré respuestas muy disímiles, individualistas, sociales y negadoras a hablar del tema. Una vez que hablábamos de utopía con cada uno, nos disparábamos a cualquier parte. Fue más que nada, un tema de arranque.
Para un anticipo de los climas y situaciones que se verán desde esta noche, hace foco en los acuerdos y desacuerdos históricos con Maitena (“pero cagándonos de risa”), los balbuceos de los primeros programas grabados (“el del Ruso Verea y luego el de Hugo Mujica, en la primera sesión”). Fernando Peña le arrojó una copa de champagne en la cara “abusando de la hipersimpatía común y sabedor de que los humoristas somos seres comprensivos”. El listado es amplísimo, con lugar para escenas más asimilables a la fraternidad o la camaradería que a la fría estructura de entrevista moderna, limitada a unos minutos de preguntas esperables para respuestas promocionales. De eso no quiso saber nada, proponiendo un permiso para la espontaneidad. Recuerda, entre los encuentros que se verán, “los códigos en común con Guillermo Kuitca, más que generacionales o artísticos, infantiles, ya que los dos somos del mismo año y de la misma revista, Anteojito, no Billiken”, o la búsqueda de pelea del filósofo Tomás Abraham. “Pero sobre todo –subraya Rep– están las anécdotas, que olvido fácilmente; están las palabras y los gestos. ¿Qué es la entrevista televisiva, al lado de la radial o la gráfica, si no gestos, miradas? Ahí están las claves, las desnudeces. Son palabras que hay que ver. Y yo las remarco en la edición, escribiéndolas.”
Ninguna frase quedó resonando en la memoria. O, en verdad, todas. “Hay que revivirlas. No soy muy periodístico, se me escapan las preguntas obvias, y repregunto, no para buscar las frases Vanner tipo Gelblung. Construyo otro tipo de momentos”, se desmarca. El método no siguió la doctrina de los viejos manuales de periodismo tradicional: ni cuestionarios pautados de antemano, ni aspiración a una ilusoria neutralidad. Ni ascetismo ni distancia. Si hay una verdad que se pueda obtener en un encuentro pautado de tiempo limitado, Rep creyó que la encontraría en la autenticidad del vínculo. “Escuchar atentamente lo que dice el invitado, que se me ocurra una pregunta siguiente, y a medida que va finalizando su respuesta, me la olvido. Angustia que se transformaba en una pregunta sacada de la galera, o un silencio.”
Tomó la decisión de mirar permanentemente a los ojos al otro durante la hora de grabación (luego editada en 25 minutos), acentuó la concentración pero se impuso lucir distendido. “La verdad –entiende Rep– es que, a pesar de que el escenario nada tenía que ver, quería tener una charla como quien viene a mi estudio. Hago un alto en el trabajo, y lo envuelvo en mi telaraña de curiosidad. Pero charla no; es engañosa la palabra. Lo mío era más interrogador. Es increíble el trabajo de escuchar al otro. Quizás, ahora que lo pienso mejor, las situaciones descolocantes fueron cuando el invitado quebró la regla de iniciación y me preguntó a mí, involucrándome en el juego que le proponía. Me costó charlar, estaba preparado para averiguar.”
–Me gusta más escuchar que responder un reportaje –sigue–. El mundo que más me interesa de mí mismo es el que sale de mis creaciones, ahí me sorprendo. No el de mis palabras. Pero bueno, estoy aprendiendo a hablar. Soy el dibujante que dejó de ser mudo.
–¿A quién vio de un modo absolutamente nuevo?
–A todos. Y a mí mismo. Escuchándolos, derrocando mis prejuicios con cada uno de ellos.
–¿Cómo eludió los lugares comunes asociados al género?
–No siendo periodista, en eso soy un desastre, dejaría pasar buenos titulares. Y como odio los lugares comunes, confío en que mis reflejos de iracundia no me permitirán caer en ellos. Ninguno de mis queridos entrevistados se merece que lo malquiera con preguntas de reglamento. Todos se sentaron ahí estableciendo una ceremonia, para mí, única. Las limitaciones son mías; ellos son ilimitados, y desean escaparle al formateo que mediáticamente les endilgan.
–¿Cuáles son sus reparos ante la TV?
–La tevé merece todos mis reparos. No la veo. Pero esto es otro de esos momentos distintos del medio, donde no cuenta la espectacularidad ni el ruido; sí todo el tiempo para escuchar. Creo que la televisión tiene dos grandes potenciales que son las entrevistas con libertad y sin repeticiones ni clichés, y la animación. Los dos se recortan de la obscena manera de mostrar las supuestas realidades que vivimos, tomando lo mejor de potenciar los recursos de ambos. Una persona preguntándole a otra con respeto y conocimiento no es cosa de ver todos los días. Y sobre los dibujos animados: nada es así en la vida; es la verdadera dramaturgia que puede brindarnos la pantalla.
–¿En qué aspectos se profundiza su escepticismo ante el medio?
–La TV va empeorando a medida que todo va siendo gobernado cada vez más por los números. Todo tipo de números. Cifras, rating, horarios. Es lo contrario de la matemática: en tele los números limitan. Ni escéptico ni optimista. Son unos pobres esclavos que se rigen por sus propias y volátiles leyes, una vida útil totalmente inútil, indigna de ser vivida.
Mientras prepara una selección de sus contratapas en formato de libro y revisa su trabajo sobre educación sexual protagonizado por Auxilio, y avanza en sus dibujos mudos sobre temas sociales con escritos de su autoría sobre el humor y el arte, y participa en el traslado de su mural sobre los 30 años del golpe a la embajada argentina en Madrid para el próximo 24 de marzo y sigue avanzando en otro mural destinado a la Feria del Libro de La Habana, Rep hace una pausa... Se sienta, conversa con quienes tiene ganas. Como corresponde a la esencia de un debut, él podría pensar en su nuevo rol de entrevistador como el comienzo de algo más grande.
–Quién sabe dónde va a ir a parar todo esto –dice–. A mí la tele me interesa como posible desembarco final en la animación. Me imagino trabajando y dirigiendo un equipo, generando una serie noble, una buena historia y un dibujo exquisito. Esa es la meta.
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