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Miércoles, 3 de octubre de 2007

TELEVISION › JUAN CARLOS CERNADAS LAMADRID HABLA DE “CARA A CARA”

“La historia no es inocente”

El autor de teatro, cine y TV explica el sentido del ciclo de ficción histórica que empezará esta noche por Canal 7. “Para contar la historia hay que traspasar el límite de la solemnidad”, señala.

 Por Emanuel Respighi

El pasado, en tanto sucesión de hechos históricos, tiene desde siempre múltiples interpretaciones. Por lo general, cada acontecimiento fue la consecuencia de una confrontación de posturas antagónicas o, por lo menos, diferentes. Y las reseñas posteriores sobre esos sucesos se enmarcan dentro de la ideología y la posición sobre los conflictos que tomaron quienes las escriben. Pero son pocas las veces en las que el relevamiento del pasado decide enfrentar las posturas encontradas que marcaron a fuego la historia y la identidad nacional. Esa es la tarea que encaró Cara a cara, el programa de ficción histórica que esta noche, a las 23, se estrena por Canal 7. Con la propuesta de contar la historia argentina desde la perspectiva de los protagonistas, los libros del ciclo están a cargo de Juan Carlos Cernadas Lamadrid, el reconocido autor de televisión, cine y teatro que con este programa retorna a la pantalla chica tras varios años de ausencia (su último trabajó fue La mujer del presidente, en 1999).

Realizado y producido íntegramente por el canal estatal, Cara a cara retoma el revisionismo histórico que en el último tiempo copó los medios argentinos. En cada episodio de Cara a cara, dos personalidades de la historia argentina y latinoamericana que en su momento tuvieron disputas ideológicas o políticas se “encontrarán” para exponer sus ideas. El vínculo con la realidad estará signado por Darío (interpretado por Rubén Stella), un personaje del que poco se sabe pero que por extrañas razones se transporta a jugosos diálogos históricos (ficticios o que realmente existieron). Un programa al que la comparación con Algo habrán hecho, el programa que Mario Pergolini y Felipe Pigna condujeron en Canal 13 y Telefé, se vuelve inevitable, pero al que sólo lo asemeja su mirada retrospectiva: es que mientras Algo habrán hecho se apoyaba en el relato histórico de la dupla, en Cara a cara la historia sucede (en términos ficcionales, claro).

El capítulo que inaugurará el ciclo de ficción, que se suma a 200 años y Los cuentos de Fontanarrosa como exponente del género en la señal estatal, se titula “La cruz y la espada”. En el episodio, el cura dominico Fray Bartolomé de Las Casas se enfrenta en un diálogo de suma intensidad sobre la matanza indígena y la esclavitud al capellán del rey Juan Ginés de Sepúlveda en plena conquista española de América. “El capítulo presenta dos ideas muy sabias y que reflejan el espíritu del ciclo”, puntualiza Cernadas Lamadrid en la entrevista con Página/12. “La primera –enumera– es cuando Bartolomé de Las Casas dice que ‘hay un solo pecado que no es perdonable: el pecado contra la inteligencia: justificar con la razón lo injustificable’. Y la otra es la que sostiene que ‘basta que un hombre no pague el jornal o no pague lo que se debe, lo convierte en un asesino; a él y al que lo apaña’.”

–¿Cómo encaró esta propuesta sin caer en el formalismo al que tiende el relato sobre la historia?

–En épocas pretéritas, por cuestiones culturales, se tenía temor a lo histórico. Entonces, se acartonaba o se hacía Billiken la historia: los personajes no sentían y sólo se limitaban a decir su discurso. No se podía pasar de ahí. Yo creo lo contrario: para contar la verdadera historia hay que traspasar el límite de la solemnidad. Se debe darle la humanidad que tuvieron a las figuras históricas para lograr identificación. Señalar que Belgrano no sabía cabalgar y que necesitaba tener dos soldados al lado porque si no se caía... Estas son las cosas que nos han borrado y que hacen que tengamos una relación desvinculante con la historia. Los próceres son seres humanos que sufrieron y que tomaron decisiones fundamentales para ellos y para el país.

–Pero si bien el foco de Cara a cara es el pasado, hay una mirada que toma posición sobre lo que pasó y lo que pasa hoy...

–Totalmente. Yo tengo una postura determinada. En primer lugar, apoyo la idea de que “ninguna historia es inocente”. Y, además, apelo al más desconocido de los filósofos conocidos, Soren Kierkegaard, que dijo que “todo hecho histórico es ficción. Lo único que no es ficción es cuando los personajes se ven obligados a decidir: eso ya no es opinable”. Es decir, que San Martín cruzó Los Andes no es opinable: es un hecho.

–Desde hace un tiempo, la TV argentina le suele huir a este tipo de programas que miran el pasado. ¿Por qué cree que se dio este proceso?

–La TV es usada por el poder como medio para borrar valores. Hay una intencionalidad. Como decía Einstein: “Nada es casual, Dios no juega a los dados”. Yo hice programas como Compromiso, Atreverse, Nosotros y los miedos, donde logramos que la gente se identificara y razone sobre su ser en sociedad. Eso es lo que yo busco en mis programas. En cambio, hoy la TV persigue al espectador pasivo, para que se entretenga y se aburra con el entretenimiento que le dan. Pero de pensar, nada.

–¿Por eso no hacía nada para la TV argentina desde La mujer del presidente, en 1999, con Ricardo Darín?

–La TV me excluyó por incompatibilidad de intereses. Un productor de los famosos me dijo en un diálogo que aunque me diera para escribir un libro sobre una vedette, lo iba a obligar a leerlo tres veces para saber qué era lo que estaba tratando de hacerle decir.

–Eso sugiere la idea de que respecto de la TV de décadas pasadas se percibe un desarrollo favorable en la dirección de cámaras, a la vez que un detrimento de la valoración de los libros.

–La televisión, como también el cine, aunque en menor medida, recurre al efecto para suplantar el contenido. Un grave error. Lo que siempre vale es el contenido. El virtuosismo del director, el lujo de una toma, lo que va a hacer es acentuar el contenido; pero si no hay contenido, no hay nada que acentuar. Eso no creo que lo discuta nadie.

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Cernadas Lamadrid regresó a la pantalla chica después de ocho años.
 
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