Lunes, 5 de noviembre de 2007 | Hoy
TELEVISION › CELESTE CID EN EL ULTIMO CAPITULO
La actriz encarnará a una desaparecida. “Lo asumí como un desafío”, señala.
Por Oscar Ranzani
Celeste Cid nació en 1984, y solo conoció la dictadura por lo que pudieron transmitirle. Tamaña tarea actoral, entonces, le tocó: hoy a las 22 los espectadores podrán verla encarnando la figura de una detenida-desaparecida. El último de los unitarios de Televisión por la identidad que emitirá Telefé se llama “Nietos de la esperanza” y, a diferencia de los dos primeros envíos, no aborda un caso puntual sino que es una ficción construida sobre la base de testimonios reales. Es decir, el personaje que interpreta Cid no existió pero representa a varios casos verdaderos que le permiten al ciclo focalizar sobre los nacimientos en los centros clandestinos de detención, la búsqueda de Abuelas y la restitución de los nietos apropiados. “Me llamaron un día antes de empezar a filmar así que casi no tuve tiempo de pensarlo. Pero justo ese día salía el primer capítulo. Me había gustado mucho y no lo dudé. Me pareció un buen espacio para contar esto que está bueno mantenerlo vivo”, resume Celeste Cid acerca de su decisión de participar en Televisión por la identidad.
Celeste Cid compone a Julia, una madre embarazada “que está en su casa, se esconde con su niña de dos años en una baulera, y escucha cómo matan a su marido”, relata la actriz. Posteriormente, un grupo de tareas secuestra a madre e hija y las llevan a un centro clandestino de detención, donde a Julia “la torturan y en un momento le ‘proponen’ llevar a su hija con sus abuelos”, relata Cid. Juan Palomino interpreta a un miembro de un grupo de tareas que le dice a Julia: Escribí una carta a tu familia, la nena va a estar bien. Por supuesto no les digas dónde estás ni nada. “Después él rompe la carta”, comenta Cid. Lucía, su pequeña, no se reencuentra con su familia biológica sino que es apropiada. “No se ve en la historia, pero se supone que esa mujer tiene a su hijo en ese lugar y también hacen lo mismo con el bebé”, cuenta Cid. Cuando Lucía crece (en esta etapa, el personaje es interpretado por Erica Rivas), se entera de su verdadera historia, recupera su identidad y, junto a sus abuelos, continúa la búsqueda de su hermano nacido en cautiverio.
Del personaje que interpreta, Cid dice que le impactó “todo lo que sufre esa mujer. Si bien es breve, porque son diez escenas más o menos, es fuerte. Es un personaje intenso”, asegura. La ex Resistiré también señala que es “un plus” desde lo actoral saber que existieron casos como el que le toca interpretar en la ficción. “Si leía el capítulo sin esa connotación tal vez tenía un peso menor. Otro de los aspectos que rescata es la “buena elección” de no mostrar las torturas. “El programa lo cuenta por otro lado. La violencia no deja de estar. La paranoia, el miedo, el dolor, todo eso sigue estando pero contado desde otro lugar”, agrega.
–¿Es una carga de responsabilidad representar el papel de una persona desaparecida?
–Sí, es como un compromiso también. Es colaborar un poco con la historia de nuestro país. Es nuestra y sigue latente. Es un tema que nunca muere, está muy presente. Cada cosa que ocurre, moviliza a muchos. Más allá de como actriz, como persona está bueno poder estar. Y como actriz también es un desafío: no había una escena que se dijera “es fácil”. Todo es tremendo. En la escena de las torturas se escuchan los gritos y los golpes de los tipos. Por ejemplo, hay una escena en la que volvía de ser torturada, toda quemada con cigarrillos y supuestamente la violan. Esto no se ve pero es como el imaginario de lo que uno sabe. ¿Y cómo hacés? Primero, porque no lo atravesé ya que soy de otra generación que captó un poco esa atmósfera indirectamente. Pero no me entraba en la cabeza. Me pasaba eso, como que no es algo que digas: “Bueno, esto es algo que lo puedo llegar a hacer así”, porque no te entra en la cabeza. Antes de grabar una escena, me contaban que había mujeres a las que les metían ratas, las cosían con la rata adentro y las ratas se las iban comiendo por dentro y así morían. Eso me lo contaron antes de grabar y lo usé como pequeño dato. Muchas otras cosas me contaron pero eso me quedó muy presente.
–¿Qué pensó como madre antes que como artista sobre los robos de los chicos a las mamás?
–Eso es siniestro. Definitivamente. De hecho, una de las escenas que tenía era esa que ella entrega a la nena porque en un punto desea creer que van a devolverla a su familia aunque también sabe que no va a ser así. Está esa contradicción. Me dio mucha angustia esa escena. Me iba a mi casa angustiada porque imagino que no debe haber nada peor. Hace un rato hablaba con otra persona acerca de la gente que pasó por eso y que vive hoy. Mientras lo hacía pensaba: ¿cómo una persona puede seguir viviendo después de una cosa así? Evidentemente, el instinto de supervivencia es mucho más poderoso de lo que uno piensa.
–¿Qué aprendió haciendo este trabajo?
–Eso: que el instinto de supervivencia es más poderoso. Después, también me pasó algo el día que vi el primer capítulo en la casa de mi papá y mi mamá. Fue un disparador haber visto el primer capítulo como para hacer preguntas, quería saber más. Mientras miraba el capítulo, mi papá me decía: “Esa situación era tal cual. Vos estabas en tu casa, de la nada te sacaban y, de golpe, te pegaban”. Me empezó a contar casos que él también conocía. Un poco era eso: generar preguntas. Obviamente yo sabía qué había pasado pero pude hablarlo con mis viejos. Creo que eso también debe haber pasado en muchas casas con gente de mi generación que no vivió en ese momento.
–¿Cómo observa el hecho de que la ficción televisiva aborde temas tan importantes como la restitución de nietos y la recuperación de la identidad?
–Cualquier cosa que mantenga latente el tema está bueno. A la vez, la televisión llega a muchos lugares. Me parece una buena elección de Telefé que tenga esto en su canal, que lo apoye y que lo trabaje. El primer capítulo llevó un mes y pico de realización. Desde lo humano, como tema está buenísimo y desde lo profesional está muy bien filmado y cuidado. Es todo un compromiso y ponerlo en un horario central, digo, no es poco.
–¿Qué sensación le provoca la lucha de Abuelas?
–Me parecen muy valientes: encargarse de eso y no perder la esperanza.
–¿Y qué puede aportar un artista a esta causa?
–Yo aporté mi corazón básicamente. Yo trabajo siempre con el profesor de teatro Willy Lemos y con él, el día que me dieron el guión, leí las escenas y, aun con poco tiempo, lo trabajé. Cuando terminé de filmar, me llamó y me preguntó: “¿Cómo te fue?”. Le dije: “No sé”, porque cuando ponés el corazón es difícil ponerle un juicio actoral para saber si está bien. Pero está bueno participar y dejar el alma en esto.
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