Sábado, 8 de octubre de 2011 | Hoy
VIDEO › GANAR GANAR, DE TOM MCCARTHY, CON PAUL GIAMATTI
Eterno actor de reparto, McCarthy es también un estimable director de comedias, como lo prueba Win Win, un film hecho de pequeños detalles, donde un abogado en la mala intenta salir de pobre gracias a un viejito con demencia senil y un equipo de lucha libre.
Por Horacio Bernades
Actor secundario sin papeles memorables, Tom McCarthy viene desarrollando, desde hace poco menos de una década, una carrera paralela como realizador y guionista. Guionista de sus propias películas, además de autor de la idea original de Up! Su ópera prima, The Station Agent (2003), no se estrenó por aquí, aunque fue bien recibida en festivales. La segunda se hizo algo más conocida, por haber permitido a Richard Jenkins –otro secundario, como él, en su único protagónico a la fecha– ganar un Oscar. Estrenada aquí con el título Visita inesperada (2007), no es que el público porteño haya ido a verla en masa, pero tuvo buenas críticas. Ahora, el caso intermedio, el de su película más reciente, Win Win, que no se estrenó en cines pero sí lo hace en DVD, lanzada por Fox Video con el obvio título Ganar ganar. Su paso, a comienzos de este año, por el Festival de Sundance acredita que se trata, como las anteriores, de una auténtica indie. Una categoría que, de todos modos, nunca se sabe muy bien qué clase de cosa define.
Las tres películas de McCarthy se caracterizan por su tono menor, protagonistas poco glamorosos y los cruces, levemente epifánicos, que éstos experimentan con prójimos que no se les parecen en nada. En The Station Agent, el gran Peter Dinklage (el enano de Muerte en un funeral) se iba a un rincón del mundo para que lo dejaran tranquilo. Cosa que no hacían un verborrágico vendedor de panchos italoamericano y una mujer en estado de duelo (la también grandísima Patricia Clarksson, mamá puritana/casquivana de Que la cosa funcione). En Visita inesperada, un académico reclusivo se encontraba, de regreso de un viaje, con que una pareja de inmigrantes ilegales (árabes, encima) le había ocupado la casa. Ahora, en Ganar ganar, un abogado en la mala experimenta ciertos cambios en su agrisada vida, producto de la presencia de un viejito con demencia senil, su hija junkie y su impasible nieto.
Con una declinante cartera de clientes, a Mike Flaherty (el multiplicado Paul Giamatti) se le prende la lamparita en tribunales, el día que una jueza ofrece una pensión de 1500 dólares mensuales a quien quiera hacerse cargo de un viejito desahuciado (Burt Young, suegro bruto de Rocky). “¡Yo!”, grita Mike, pero no se lo cuenta a nadie. Menos que nadie a su esposa (Amy Ryan, mater dolorosa de Desapareció una noche), que no está advertida de que en cualquier momento se van a la quiebra. Mike deposita al viejo en un hogar para ancianos y parte a cumplir con su hobby favorito: entrenar un equipo amateur de lucha libre. Equipo íntegramente compuesto de perdedores natos, desde ya. El problema es cuando llega el nieto teenager, buscando refugio en casa del abuelo, después de pelearse con su mamá drogona. ¿Cómo hacer para que el pequeño secretito de Mike no salga a la luz?
Una de esas películas-Rasti, en las que para que los personajes puedan llegar a destino todas las piezas encajan, aún a riesgo de estirarse y deformarse (¡el nieto resulta ser, justo justo, un crack de la lucha libre!), a Win Win la salva ser también una película de detalles. Detalles: el ruido que hacen las oxidadas cañerías del decadente despacho de Mike. Su secretaria, de una vulgaridad que no es común ver en cine. La asombrosa contención de Paul Giama-tti, lejos de su propensión a la exoftalmia dramática. El cuñado, uno de esos metidos que viven metiendo la pata. El gran Jeffrey Tambor, glorioso secundario de comedia, que confirma a Mr. McCarthy como gran seleccionador. Gran seleccionador de secundarios, sobre todo.
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