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Sábado, 30 de diciembre de 2006

VIDEO › BALANCE DE LA TEMPORADA 2006

Detalles de una fiesta que no pudo evitar la resaca

El abaratamiento de las lectoras de DVD potenció un previsible boom de consumo en el rubro, pero la confluencia entre la piratería y la política de las editoras logró que hubiese una considerable caída en la cifra de alquileres.

 Por Horacio Bernades

En medio de la borrachera ocasionada por la plena explosión del DVD, la mayor parte de los beneficiarios no para de brindar. Pero algunos son más cautos, otros reparan en que la calidad del champán no siempre es la mejor y no faltan los que empiezan a sentir los efectos de la resaca. Inducida seguramente por el clima y los rituales propios de estos días, la imagen más representativa del rubro del video a lo largo del 2006 es la de una fiesta. Dicho esto tanto en sentido celebratorio como por el riesgo de intoxicación que conlleva.

Bajando del reino de la metáfora al de las cifras, las estimaciones cuantifican una suba promedio del 10 por ciento en relación con la temporada anterior, que ya había sido de crecimiento. En medio de la expansión del consumo verificable en la Argentina 2006, el mercado del video sigue pum para arriba, producto del incesante abaratamiento de las lectoras de DVD y esa suerte de presión a la compra, manifestada en la sensación de no-me-puedo-quedar-afuera-de-esto. Hoy se consiguen lectoras de primera línea al mismo precio que tenían las berretas un año atrás. Como consecuencia de ello, un 35 por ciento de hogares cuenta ya con su DVD-player. Esto quiere decir que un 65 por ciento de familias no lo tiene, cifra que revela la sobrevivencia de una Argentina postergada, que vive en paralelo con shoppings atestados.

En tren de espejismos hay uno que conviene tener bien presente, porque hace a un fenómeno central en este momento. Que existan más consolas en el mercado no quiere decir que se alquile más. Ni tampoco que haya crecido considerablemente la venta directa, costumbre sumamente arraigada en otros países que aquí sigue sin prender del todo. Pero entonces, ¿qué es lo que la gente mete en sus lectoras? Todo el mundo sabe la respuesta, aunque algunos disimulen y otros se hagan los distraídos. Por más campañas de concientización y policía que se encaren, mientras el floreciente mercado pirata siga ofreciendo por el valor de un alquiler lo mismo que se estrena en los cines, al mismo tiempo e incluso antes, no es difícil de entender que el usuario se incline a comprar producto trucho, antes que alquilar el legal. De allí que más de un dueño de videoclub acuse una considerable caída en la cifra de alquileres. De alquileres legales, al menos.

El Mundial de Fútbol funcionando como tapón, títulos menos convocantes que en temporadas anteriores y una actividad menguante en el segundo semestre son otras de las marcas del mercado a lo largo del año. Si los tanques tuvieron menos peso, otro tanto puede decirse de los directos a video, tabla de salvación que siempre le permitió al espectador selectivo recuperar parte del cine de calidad que por distintos motivos no llega a las salas. La retracción se verificó tanto en términos de cantidad como de calidad y estuvo directamente ligada con la reducción de lanzamientos para alquiler que las editoras major pusieron en práctica mes a mes. Con menos de nuevo para ver, la diversificación de ediciones en DVD le permitió al espectador selectivo rescatar eslabones perdidos (la edición de La tormenta de hielo, film inédito de Ang Lee de hace una década), recuperar títulos largamente ausentes (varias de John Carpenter y Peter Weir, las primeras de Bob Rafelson) y solazarse con ediciones especiales y packs, de esos que traen montones de invalorables extras.

El documental sobre la caza de brujas contenido en la EE de Espartaco, las pruebas de cámara a la pequeña Judy Garland incluidas en la de El mago de Oz, el final alternativo de Titanic, los bocetos de la directora de arte de El aura, la reconstrucción de la historia entera de Psicosis, Vértigo y Los pájaros y el corto filmado por Pablo Trapero antes de Mundo Grúa son botones que confirman que el rubro Ediciones Especiales está en condiciones de convertir cada living en una cinemateca. Ni qué hablar de los packs, que a lo largo del año permitieron ver de corrido temporadas enteras de varias de las mejores series del cable, desde Moonlighting hasta Lost, pasando por Seinfeld, Nip Tuck o Six Feet Under. O hacerse de un solo golpe con todas las películas de James Bond, curadas, revisadas y anotadas. O las de Martín Rejtman, editadas por el Malba junto con el sello Transeuropa. O lo mejor del cine argentino reciente, lanzado por AVH en kioscos. O muchas de las mejores películas de género realizadas por los más exquisitos realizadores asiáticos de la actualidad (Wong Kar-wai, Park Chan-wook, Johnny To, Miike Takashi, Tsui Hark), que el sello SBP puso en circulación este año.

¿Vaso medio vacío o medio lleno, entonces? Todo depende del lado de la borrachera desde donde se lo mire.

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