Editada en estos días por el sello SBP, La caja 507 no es la clase de película que suele asociarse con el cine español. Dirigida por el vasco Enrique Urbizu y protagonizada por el reconcentrado Antonio Resines, se trata de un film noir, variante inteligencia criminal. Lo cual es más una tradición anglosajona que hispana, con algunas películas de David Mamet (Casa de juegos, Heist) como posible encarnación cinematográfica. Tan laberíntica como corresponde, la trama pone al encargado de una sucursal bancaria de la Costa del Sol en situación de hacerse con unos documentos comprometedores, hallados en una caja de seguridad del banco. Detrás de los documentos vienen una poderosa firma constructora, un grupo de mafiosos italianos, un comisario corrupto y varios asesinos. Todos ellos relacionados con negocios sucios, producto de los cuales la hija del bancario murió en un espantoso accidente, años atrás. Por lo cual, para el tipo, la posesión de los papeles representará la posibilidad de vengar esa muerte.

Bien urdida, narrada con tensión y buen pulso, magníficamente actuada (sobre todo por Resines y por el temible José Coronado), apenas un final demasiado feliz echa una leve sombra sobre La caja 507. Lo cual no le impide ser una pequeña, compacta, estimable sorpresita de verano.