Queer Duck, el pato gay

“Más gay que vos, imposible”, le asegura una reventadísima diva veterana a Seymour Duckstein, más conocido como Queer Duck. El pato puto sería la traducción más fiel al tono que tienen los diálogos de este dibujito animado para adultos que AVH acaba de editar en DVD, con el título Queer Duck, el pato gay. Creada por Mike Reiss –ganador de cuatro Emmy por sus trabajos como productor y guionista de The Critic y Los Simpson–, Queer Duck se conoció originalmente por Internet; más tarde el canal de cable Showtime emitió episodios en Estados Unidos y ahora llegó al DVD, como largometraje de poco más de una hora de duración. Diseñado y animado por Xeth Feinberg, el largo se destaca menos por su arte (que es más bien elemental) que por la ácida desfachatez de sus diálogos, llenos de polvos y de pajas. Protagonizada por animales y seres humanos, al pato Seymour (que es judío, con idische mame y todo) lo rodean su pareja, un caimán llamado Openly Gator (juego de palabras con “abiertamente gay”, brillantemente traducido como Gaymán) y dos amiguetes, el Oso Bipolar y el gato Oscar Wildcat. Los cuatro son, como puede imaginarse, lo más fiestero del mundo (lo cual los convierte en legítimos descendientes de aquel Fritz el gato de los ’70). El humor está exclusivamente basado en el chiste verbal, con frecuencia brillante. Típico de Los Simpson, las referencias a personajes reales y a la cultura popular son aluvionales. Como no podía ser menos, hay cameos destacados de Barbra Streisand, Bette Midler y Liza Minnelli, además de cierto coyote muy afectado que aparece en una fiesta y que se llama Truman Coyote. El conflicto central es el enamoramiento del protagonista por Lola Buzzard, diva de la tercera edad que supo sobrevivir a todos los excesos y cirugías posibles, además de media docena de maridos. Tras el tratamiento de deshomosexualización al que lo somete un homofóbico predicador televisivo, será Barbra Streisand la encargada de devolver al pato a su condición de recontragay. Condición asumida en el momento mismo en que, para desmayo de sus padres judíos, lo primero que Seymour dijo al romper el cascarón fue: “¡Soy gay!”.