Sábado, 3 de noviembre de 2007 | Hoy
VIDEO › “UNA TRAGEDIA AMERICANA”
Spike Lee desnuda la razón por la cual la población de Nueva Orleans sufrió por partida doble al huracán Katrina.
Por Horacio Bernades
“Yo veía a los milicos apuntándonos como a enemigos peligrosos y me imaginaba que así habrá sido cuando intervinimos en Kosovo o ahora en Irak”, dice la chica. Lo curioso es que no se trata de una terrorista internacional o de una fundamentalista de la Jihad, sino de una simple vecina de Nueva Orleans, recordando la clase de trato que el ejército norteamericano dispensó, dos años atrás, a los damnificados por el huracán Katrina. Su testimonio es uno de los incontables momentos fuertes de When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts, la miniserie en la que Spike Lee da cuenta definitiva del antes, durante y después del mayor desastre natural sufrido por los Estados Unidos en toda su historia. De más de cuatro horas de duración y dividida en cuatro partes, la miniserie, producida por la cadena HBO, se presentó en la edición 2006 del Festival de Venecia (donde recibió varios premios) y poco más tarde la emitió la televisión de su país. En Argentina el sello AVH acaba de lanzarla en DVD, con el título de Una tragedia americana.
Reutilizando tanto fragmentos de noticieros como grabaciones en video de particulares y sumándole a ello entrevistas de campo a técnicos, académicos, sobrevivientes y autoridades, Una tragedia americana es algo así como Todo lo que usted quería saber sobre el Katrina y no se había animado a preguntar. La desfavorable condición geográfica de Nueva Orleans, los antecedentes de inundaciones y huracanes, la defectuosa construcción de los diques que rodean la ciudad (la traducción literal del título original es Cuando se rompieron los diques: un réquiem en cuatro actos), el paso del meteoro filmado en vivo, la negligencia (criminal, en algún caso) de las autoridades y compañías de seguros, el sufrimiento de las víctimas y el recuento de todo lo que se perdió en las 48 horas que van del 29 al 31 de agosto de 2005: todo ello es revisado aquí, con el grado de detalle que una duración como la de esta miniserie permite. Se sale de estas cuatro horas y pico con una mezcla de dolor, estupefacción, furia e información. Y también con la sensación de haber conocido a fondo no sólo esa tragedia que dejó un saldo de casi dos mil víctimas fatales y el grado de destrucción urbana propio de un bombardeo, sino además a un montón de gente anónima, a quienes el espectador puede llegar a apreciar como si conociera de toda la vida.
Uno de los puntos más fuertes, sostenido no por el director sino por una multitud de especialistas, es que lo que devastó la ciudad más grande del estado de Luisiana no fue el huracán en sí, sino la inundación generada por la rotura de los diques. Está probado que el Katrina rozó apenas a Nueva Orleans en su paso hacia Alabama. Ese roce bastó para que unos diques defectuosamente construidos se derrumbaran, sumergiendo una ciudad que se halla casi dos metros bajo el nivel del agua. Aunque algunos lo niegan, hay quienes especulan que los diques habrían sido volados en forma intencional, para proteger los barrios ricos de la ciudad, derivando la inundación hacia las zonas pobres. Si a alguien le suena excesivamente paranoico, deberá saber que esto sucedió, probadamente, en 1963, ante el paso del huracán Betsy. Filmaciones de particulares permiten ver las palmeras doblándose ante vientos que llegaron a ser de 280 km por hora, del mismo modo en que se asiste al momento en que el techo del Superdomo se quiebra ante la lluvia, poniendo a miles de damnificados a merced de la tormenta.
Pero no se trató sólo de un desastre natural, sino de un acto de negligencia política a gran escala, con Mr. Bush pisando la ciudad dos semanas más tarde, la Guardia Nacional tomando cartas en el asunto unos días después y el jefe de Seguridad Nacional negándose a declarar zona de desastre. Policías participando de los saqueos o impidiendo el paso a evacuados, Condoleezza Rice visitando una zapatería de lujo, Barbara Bush declarando que los evacuados la pasaban mucho mejor en Texas que en su ciudad, las aseguradoras negándose a pagar a quienes perdieron para siempre todo lo que tenían y los medios calificando a los evacuados de “refugiados” (como si se tratara de ciudadanos de otro país) completan un panorama cuya explicación parece sencilla: con un 70 por ciento de población negra, Nueva Orleans es una de las ciudades más pobres de los Estados Unidos. Por eso mismo Spike Lee habrá decidido tomar cartas en el asunto, construyendo esta suerte de memorial fílmico, que es también testimonio incontrastable de que las guerras de Bush no se libran sólo en el exterior.
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