“En tiempos en que gobierna el señor dinero, en que hay una saturación de lo cuantitativo, no me extraña que la poesía sea revalorizada”, dice Hugo Padeletti a Página/12. El poeta y artista plástico santafesino, nacido en 1928, que cuenta que anda lidiando “con los achaques de la vejez”, recibió el premio a la mejor Creación Literaria 2007, otorgado por la Fundación El libro, por El andariego (Fondo de Cultura Económica), una extensa antología con poemas escritos entre 1944 y 1980, y cerró el III Festival Internacional de Poesía en la Feria del Libro. “Creo que en la Poesía y en los poetas hay una búsqueda por el sentido, por lo cualitativo: por qué estamos acá, por qué se sufre, por qué pasa lo que está pasando”, señala. “Pero no quiero que esto se malinterprete; yo no soy un predicador, ni un maestro espiritual, soy tan sólo un poeta que celebra que la gente quiera leer y escuchar poesía.” Padeletti es un poeta precoz, pero de tardío reconocimiento –recién lo obtuvo a principios de los ’90–, debido a su indiferencia por la publicación y la autopromoción. “La aparición de la obra poética de Padeletti obedeció al propio modo de darse en el mundo. Algunos rasgos necesarios de este modo de aparecer son de naturaleza moral: la modestia o la paciencia”, plantea Jorge Monteleone en el prólogo de El andariego. “Me impresionó mucho que la gente escuchara mis poemas; hasta tuve que repetir un par”, dice, bajando la voz, como si lo avergonzara el efecto que produjo el viernes por la noche en el Rincón de la Lectura, con esa lírica que se nutre de la frecuentación vital de religiones y doctrinas orientales como el hinduismo, el budismo y el taoísmo.