CINE
Martel no cree que el Nuevo Cine Argentino haya sido un movimiento. “Para mí nunca lo fue y lo dijimos todos en esa época: nunca fue un movimiento. Fue más que nada la percepción de una generación que se sumaba a la industria y que, en realidad, se notaba por contraste de una generación que faltaba y que es el bache que dejó la dictadura: el bache de los que se fueron, de los que desaparecieron, de los que no pudieron volver, de los que cuando volvieron ya no siguieron produciendo.” Recuerda que Leonardo Favio filmó Gatica después de dieciséis años de su última película. “Ese era el bache. Ese fue el contraste. No era que apareció algo nuevo! Había una gran falta. Por supuesto, había algunos directores: estaban Aristarain, Subiela, pero había un gran bache. Más que la aparición de algo nuevo, después de un período de mucha ausencia, las cosas se volvían a activar. Piense cuándo empieza el fenómeno del Nuevo Cine Argentino: en los ’90. Y, en realidad, fue lo que costó armar de nuevo narrativamente un país que estaba aplastado en su industria, en su posibilidad de pensarse a sí mismo”, dice la directora.
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