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Viernes, 18 de noviembre de 2005

TELEVISION › OPINION

La comedia es clasemediera

Por nora mazziotti *

No sé si desapareció la clase media de las ficciones argentinas, porque no estoy segura de que alguna vez haya estado. La ficción no refleja la realidad: construye un verosímil que se acerca, a veces más, a veces no tanto, a lo que se da, a secas, en la realidad. ¿O acaso las escaleras dobles de las mansiones de las novelas corresponden a las casas de la aristocracia? ¿Y las cocinas con dos o tres empleadas de delantal (una de ellas chistosa, otra gruñona, alguna obesa, una joven pizpireta, otra vieja), más mayordomo, chofer, y algún otro personaje característico, se asemejan al servicio doméstico de algún hiperrico? ¿Cuándo los pobres se parecen a los pobres televisivos? No obviamente en Amor en custodia, pero tampoco en Okupas. Quiero decir que las clases sociales televisivas se rigen por el patrón de género, de telegenia y de glamour. Se dice que Alejandro Romay opinaba que la gente detesta ver pobres, que para pobreza basta con la real.
Por eso, si en la ficción actual no hay clase media, o hay poca, no se debe a alguna maniobra de los productores o guionistas sino, simplemente, porque este año se programaron pocas comedias. La comedia, y la comedia familiar sobre todo, ha sido desde sus orígenes un género clasemediero. La TV y antes la radio construyeron una clase media con familia tipo, más parientes y allegados. Y con patio. Aun ese querido y típico patio de nuestra TV era una construcción glamorosa del patio real. Esa glamourización no es privativa de la TV, es la tendencia del espectáculo. Todo se muestra más lindo, más brillante. Si no, ¿a quién le interesa?

* Semióloga.

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