Martes, 8 de julio de 2008 | Hoy
PLASTICA
El crítico Bengt Oldenburg escribe para esta exposición: “Ahora no hay pinturas y los dibujos son, en realidad, proyecciones, escaneadas y pasadas por un plotter, intermediarios técnicos que agrandan los trazos originales y les confieren una calidad gráfica que los asemeja a una escritura o a una partitura musical. La visión casi panorámica de este paisaje de playa hace pensar en los montajes de grandes telas de hace un siglo, inmensas telas pintadas que abarcan hasta 360 grados, ambulantes pero efímeras, concebidas como un espectáculo para el gran público. Uno de los recursos de entonces consistía en colocar objetos reales delante de las pinturas para reforzar la ilusión de perspectiva y de realismo. Esto también ocurre aquí e incluso hay una silla de playa que, en vez de loneta, es de alambre de púa, referencia inquietante (foto). Pero lo que en muestras anteriores fue pintura ahora es el resultado de una intervención tecnológica y la textura es la de un estampado. Tal vez Fazzolari piensa en la obra de arte en la era de su reproducción mecánica, obra sustraída de su condición de objeto para devenir la expresión de un concepto.
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