Sábado, 19 de julio de 2008 | Hoy
LITERATURA
La obra de Roberto Bolaño, qué duda cabe a esta altura del partido, fue un misil que perforó el tablero de la literatura latinoamericana. “Lo conocí en 1999 cuando presenté mi primera novela”, recuerda Roberto Brodsky. “Cuando ganó el Rómulo Gallegos me invitó a Caracas y llegué a tener una relación muy amistosa. El tenía un enfrentamiento con Chile, él tampoco se reconciliaba con Chile, entonces enganchamos en una misma manera de pensar ese territorio”, cuenta el autor de Bosque quemado. “No lo puedo mirar como esa especie de iconografía literaria-pop en que se ha convertido Bolaño. Tengo mucho cariño por su obra y por su persona. Pero me incomoda que Bolaño se transforme en la bandera de las patotas literarias. Es patético porque los grupos de literatos y poetas empiezan a hacer realidad lo que está puesto en la obra. Me interesa el escritor sofisticado en sus lecturas, en sus análisis, en su conversación. Nada que ver con esta especie de bandera pirata que cada patota levanta para poder llegar a posiciones de poder.”
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