“No me quejo para nada de los personajes que me acercaron este año, porque son ricos en sí mismos, muy polifacéticos, que te permiten además pensarte como ser humano. Me gustan los personajes que me permiten pensarme como ser humano. Porque uno con el pretexto de hacer a otros, también se repiensa. Es un proceso de ida y vuelta. Estás todo el tiempo sopesando”, se entusiasma Marrale cuando se le pide que describa a los otros dos seres que interpretó este año. “No hay nada mejor que el conflicto para el actor. La estructura dramática es conflicto. Y el personaje también lo es, en este caso con uno, con lo que se cree que debe ser el personaje, con la opinión social del personaje”, introduce.

- Tomás (Baraka): “Es un adicto que está en recuperación y que como abogado trata de ayudar a su amigo Pedro (Darío Grandinetti), que tiene un conflicto en su trabajo. Tomás viene golpeado, de dos meses en un manicomio. Es un bipolar total que tiene un agujero en el pecho. Un tipo muy débil pero amorosamente entregado hasta donde puede. Pasado de rosca, hace un gran esfuerzo por superarse”.

- Arturo (Cordero de Dios): “Es un personaje cruzado por la tragedia, que en plena dictadura militar estuvo en la disyuntiva de proteger a su hija o mandar al frente a su yerno, y decidió optar por esta última posibilidad, sin que su hija supiera. Tres décadas después, la verdad sale a luz, cuando él es secuestrado. Es un film muy valiente sobre la dictadura, ya que deja la pintura social para entrar en el centro de cómo la dictadura marcó la vida de una familia. Están los que piensan que este hombre no podía hacer otra cosa y aquellos que no le perdonan haber entregado a su yerno”.