Martes, 9 de septiembre de 2008 | Hoy
MUSICA
Desde la edición de su primer disco, Madrugada (1964), Juan “Tata” Cedrón se empeñó en un camino que comenzó casi como una afrenta y terminó transformado en un sello de intérprete, personalísimo. Musicalizando a autores como Juan Gelman, Raúl González Tuñón, Roberto Arlt, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Dylan Thomas o Bertolt Brecht, supo horrorizar a los tangueros más ortodoxos, que siempre le negaron un lugar oficial dentro del género. Durante más de cuatro décadas pulió su estilo al frente de su Cuarteto. En 1973 se exilió en París y allí vivió durante 30 años, desarrollando su carrera en Europa, pero sin dejar de venir a tocar a la Argentina cada vez que pudo a partir de los ’80. Volvió para instalarse definitivamente en la Argentina en 2004. Su trabajo con La Típica, la orquesta que formó en París, con la que se propuso pasar los estilos de las grandes orquestas históricas a las nuevas generaciones, el lunfardo que abordó en el disco Piove en San Telmo (2005) o la musicalización de poemas poco conocidos de Homero Manzi (Frisón, 2006) son algunas de sus últimos registros discográficos. Recientemente, Lidia Borda lo homenajeó con el CD Ramito de cedrón. Otra voz, otro decir, otro tono, para las mismas canciones del Tata.
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